Preguntar
por el futuro de las bibliotecas públicas es abrir una puerta a la incertidumbre. Otra cosa bien distinta es la
necesidad de su existencia.
¿Son
necesarias las bibliotecas públicas? Pues depende a quién se pregunte. Para una
persona que no lee, que está satisfecha con sus conocimientos o que encuentra
formas alternativas de ocio “más gratificantes” seguramente ni se lo han
planteado. Cómo tampoco se lo plantean la mayoría de los responsables
políticos.
En
España no existe planificación bibliotecaria, en general, ni tampoco una
promoción seria y continuada de la lectura. El Plan Cultura 2020 es un claro
ejemplo de que no existen.
El
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en ese Plan Cultura 2020 dedica muy
poca atención a las bibliotecas. Además de algunas mejoras en infraestructuras
habla de impulsar un catálogo único de autores españoles en la Biblioteca
Nacional de España y facilitar la reutilización de la información que genera
esa biblioteca. Menciona también el impulso al Observatorio de la Lectura y del
Libro y la puesta en marcha de un Plan de Fomento de la Lectura. Otra de las
medidas propuestas es la creación de clubes de lectura en los colegios, dentro
de su oferta de actividades extraescolares, para fomentar la lectura y con esto
terminaron.
Sencillamente
penoso. Solo tienen que ver lo que se está haciendo, o ya se hizo, en otros
países de la Unión Europea. Ni siquiera tienen que inventarse nada.
En
Inglaterra, en el año 2000 ¡hace diecisiete años! las bibliotecas públicas
recibieron una subvención de 140 millones de euros del Gobierno para crear lo
que denominaron una Red de los Ciudadanos. Se instalaron centros de aprendizaje
de TIC (Tecnologías de información y comunicación) en las 4.300 bibliotecas
públicas existentes. Este proyecto incluyó la instalación de 30.000 ordenadores
con conexión de banda ancha en todas las bibliotecas.
Paralelamente
se desarrolló un programa para crear recursos y se digitalizaron colecciones
que dieron como resultado bases digitales educativas. Actualmente ofrece acceso
a unos 150 servicios digitales variados. La inversión inicial fue de 75
millones de euros.
Como
pueden comprobar algo muy parecido a lo que se hace en España.
En
Japón, que nos queda un poco lejos, nos cuentan que han reinventado las
bibliotecas. Me picó la curiosidad y me leí varios artículos al respecto. Entre
otras cosas se decía en alguno de ellos que “ya era hora de acabar con la idea
de que las bibliotecas son un lugar dónde está prohibido hablar, comer y beber”.
Pues
nada, de ahora en adelante que las bibliotecas tengan un servicio de mantelería
y cubertería para que los ágapes sean más agradables – léase con ironía -.
El
mismo artículo, por cierto repetido en varios medios digitales, nos cuenta que
“estos espacios se han reinventado y ahora ofrecen cosas muy diferentes: desde
clases de ejercicio hasta espacios para jóvenes donde hablar o jugar a
videojuegos”.
No
acaba aquí la cosa, estos espacios - ¿bibliotecas? – mezclan, por ejemplo,
libros sobre salud con una zona dónde hay aparatos para medir la edad vascular
o cerebral, así como una zona de consultas médicas.
Pues
bueno. ¿Esto es innovación en las bibliotecas? Dicen que sí. La verdad es que
no son solo bibliotecas.
El
Musashino Place, ubicado en la ciudad japonesa de Musashino, es una instalación
pública abierta en 2011. Funciona no sólo como biblioteca, sino también como un
servicio para actividades comunitarias. El edificio cuenta con varias salas
para actividades, sala de exposición multiusos y en uno de sus sótanos tiene un
estudio de grabación, entre otros.
Eso
no es solo una biblioteca ¿verdad?
Me
recuerda, a escala más modesta, mucho más modesta, a nuestras casas de cultura.
La idea inicial era que estas casas
fueran ese centro comunitario que cubriese una amplia gama de necesidades
sociales relacionadas con la cultura y el ocio. Esa era la intención. En la
práctica el poco interés demostrado por las administraciones han llevado a
estas Casas de Cultura a languidecer. Los centros municipales integrados de Gijón son otro ejemplo. Pues ahora vienen los japoneses y hacen
algo similar pero a lo grande.
¡Qué
tristeza y cuánto tiempo perdido!
Ahora
quiero pedirles un favor: comparen la página web de la Biblioteca Nacional de
España y la de The British Library.
La
página de la British es atractiva, nada encorsetada, adaptada a los gustos
actuales y con contenidos variados. La de la BNE es apelmazada, pesada, sosa y
monótona.
Si
del aspecto pasamos a los contenidos entonces la británica gana por goleada.
Les cuento un poco.
La
Biblioteca Británica, en su página web, divide la información sobre sus
servicios en cuatro grandes apartados. En el primero, que denominan Sobre nosotros, contiene la información
más clásica, para entendernos, sobre la biblioteca. En el segundo apartado, al que llaman Apoyamos, podemos encontrar varias subdivisiones que solo con el
título ya nos imaginamos el contenido: Haz una donación, Conviértase en Patrón
o Patrocinio corporativo. El tercer bloque es el de Servicios y aquí se obtiene información sobre los servicios de
digitalización, imágenes en línea o metadatos de la colección. El cuarto, y
último, es lo que llaman Información para.
La “potencia” de este servicio es impresionante, a la par que complejo – así me
parece -. Está subdivido en: colaboración en la investigación, autores,
bibliotecarios, empresarios, periodistas, editores, científicos, ciencias
sociales y maestros. Sus contenidos son muy buenos y dan respuestas y ayudas a
toda la sociedad.
El
apartado dedicado a los empresarios es impensable en estos momentos en España.
Les
recomiendo que se den un paseo por la British. No hay problema se puede
traducir de forma inmediata.
La
sociedad se fundamenta en el conocimiento y las bibliotecas públicas son el
servicio público más abierto y directo hacia ese conocimiento. El binomio
biblioteca pública-tecnologías de la información y comunicación (TIC) es una
necesidad, una obligación, en el mundo de hoy y de mañana.
La
digitalización debe formar parte de la existencia de las bibliotecas. La
información digital es de obligado cumplimiento. Los ordenadores y conexiones
de banda ancha imprescindibles. Todo ello con una planificación seria, rigurosa,
de lo que tienen que ser las bibliotecas públicas de hoy y de los años
venideros. Son necesarias políticas que tengan muy claro que las bibliotecas
son un pilar básico de la información al alcance de todos los ciudadanos.
Dicho
de otra forma más directa: necesitamos políticos que se crean eso del acceso
democrático a la información, el conocimiento y la cultura. Mientras eso no
suceda las bibliotecas públicas españolas se quedarán reducidas a la nada.

¿Tienen futuro las bibliotecas públicas? by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Pues qué lástima!
ResponderEliminar