27 dic 2020

Con nocturnidad y alevosía


 El silencio de la noche arropándome. Calentito. Un libro en las manos. La segunda cosa más placentera que se puede hacer en una cama. Desde niño me di a ese placer y lo mantengo. ¡Cuántas horas de sueño me he ahorrado! Un acto egoísta que ni puedo ni quiero compartir.
 Ese contacto nocturno refuerza la intimidad, llega a ser carnal. Las palabras leídas se convierten en cálidos susurros. Pierdo la consciencia de la lectura, soy un narrador omnisciente que se encarna en cada uno de los personajes.
 Lo confieso, soy relapso y no tengo intención de enmendarme. Estoy condenado, por propia voluntad, a encadenarme hasta el final a la lectura. Lamento lo que no podré leer. Suspiro por los goces perdidos y los que perderé.
  Soy un ser abyecto. Podéis despreciarme, no me importa. Ellos me darán lo que no está al alcance de vuestro corazón.
  Cuántos días ansío la noche. Cómo ávido amante desespero anticipándome al deleite que vendrá.

 

 

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