27 ago 2024

Alcaldes y turismo

  

  Se ha instalado en la mente de los alcaldes la idea de que el turismo es la salvación de los problemas que ellos son incapaces de resolver. Resulta más fácil tirar por ese camino y para ello se afanan en organizar eventos, fiestas y saraos varios.
  En el caso de Tineo, por ejemplo, se han depositado enormes esperanzas, al menos para muchos, en el Camino de Santiago. No pretendo aguar la fiesta a nadie, pero hay que ser realistas. En el recorrido del Camino por tierras del solar patrio no veo que se haya obrado ningún milagro. Sin duda los peregrinos contribuyen a la economía local y alegran los lánguidos días de la España vaciada, pero no son la solución. Quienes conozcan el paso de esta senda milenaria por tierras de Navarra, Burgos o León comprobará que el envejecimiento y la despoblación están muy presentes. Bienvenidos sean esos peregrinos y sus dineros, no hay que despreciar casi nada.
  Nuestros alcaldes organizan fiestas locales, ayudan a desempolvar las figuras de los santos de turno para pasearlos en Semana Santa y otras fiestas y en Navidad compiten por ver quien pone más luces, luces que a muchos les faltan. No faltan ferias varias, actuaciones musicales o hasta ¡corridas de toros!
  No estoy siendo duro con ellos, con las señoras y señores alcaldesas y alcaldes, es una triste realidad.
  Nos enteramos por los medios de comunicación que estos ediles, o una parte de ellos, se oponen a la implantación de una tasa turística. Perdónenme, pero ¡hay que joderse!
  El turismo, además de proporcionar el 12,8 % del PIB (Producto Interior Bruto), en 2023, genera muchos problemas. Este 2024 se espera en España unos 90 millones de turistas, ahí es nada.
  Vemos como la turistofobia aumenta debido al incremento general de los precios y especialmente en viviendas, tanto en alquileres como en compra. La gentrificación está desplazando a los vecinos y pequeños negocios de las zonas céntricas de las ciudades para destinarse al uso y disfrute de los turistas. Eso supone unos gastos no deseados para los desplazados, en muchos casos personas de edad avanzada que llevan viviendo casi toda su vida en esas zonas.
  Por si esto no fuera suficiente, el incremento de visitantes dispara los gastos municipales en recogida de basuras, alumbrado público, consumos de agua, seguridad… pues bien, en Asturias, también en otras regiones de España, hay alcaldes que quieren que sus vecinos sigan asumiendo el incremento de los gastos. ¡Qué bemoles tienen! Claro, piensan que si cobran una tasa turística van a dejar de ir a sus pueblos y ciudades y por ello joden, así de claro, a sus conciudadanos.
  Hay ejemplos de pueblos y ciudades que ya cobran esa tasa y no por ello han perdido turistas. A esto contestan que eso se lo pueden permitir quienes ya tienen un turismo asentado y que ellos están en fase de darse a conocer y que más adelante tomarán las medidas oportunas, o lo que es lo mismo, ya harán algo cuando todo se haya complicado, mientras los vecinos a pagar.
  Se oponen, con esos mismos argumentos o muy parecidos, hosteleros y hoteleros, los más directamente beneficiados, pero eso sí, no les hablen de imponerles un incremento en sus impuestos, todo lo contrario, son muchos los que se lamentan de lo que pagan, como si esos impuestos no los trasladasen a los consumidores.
  Por favor, aquellos que hagan bien las cosas no se ofendan. Quienes explotan a sus trabajadores me importan un bledo.
  Señoras alcaldesas, señores alcaldes, miren por el conjunto de sus vecinos e intenten fomentar la creación de puestos de trabajo lo más estables posible y que estén adecuadamente remunerados.
Más allá del turismo hay vida.

 

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