28 ene 2025

Pícaros en Lugar seguro

 


  Será por influencia de nuestra etapa de estudiantes, pero cuando hablamos de pícaros pensamos en el Lazarillo o el Buscón, los hayamos leído o no, yo lo hice y se los recomiendo, son muy divertidos. No es de ellos de quien quiero hablarles si no de Lugar seguro de Isaac Rosa, editado por Seix Barral que obtuvo el Premio Biblioteca Breve 2022.
  Lugar seguro es una novela picaresca actual o lo que es lo mismo una novela satírica con una gran carga de crítica social. Retrata tres generaciones de una misma familia, hombres los tres, que tienen el mismo nombre, Segismundo. La aspiración de todos ellos es vivir muy bien con el menor esfuerzo posible, para ello no dudan en engañar, mentir y lo que sea necesario para lograr ese fin. Son dignos representantes de la cultura del pelotazo. ¡Manda narices! llamar cultura a ese saqueo. Esa pretensión la manifiesta Segismundo I, los denominaré con un numeral para diferenciarlos, cuando dice: «Quiero lo mejor para mi nieto. Que la tercera generación consolide lo peleado por los anteriores. Que llegue donde nosotros, pero sin tanto esfuerzo. Que lo alcanzado se consolide y se vuelva natural, no rechine, no tenga la sospecha del advenedizo» (pág. 54). Desde luego eso de «sin tanto esfuerzo» lo llevan a rajatabla.
  Segismundo I montó una cadena de clínicas dentales de precios low cost. Segismundo II, que es el narrador, vende búnkeres a bajo precio en barrios populares o lo que es lo mismo en barrios de clase baja. Como no hay dos sin tres, Segismundo III se dedica al trapicheo con apuestas deportivas. La suerte no está de su lado. Al primero lo encarcelan por estafa y fue engañado por sus socios. Para mayor desgracia está demenciado, a su cuidado está Yuliana, objeto de deseo de Segismundo II. El término objeto en el sentido que lo utilizaba el psiquiatra y psicoanalista Jacques Lacan.
  Al segundo no le conceden un préstamo para construir sus búnkeres, las deudas y los deudores le persiguen. Por cierto, hay un montón de empresas en España que se dedican a construir esas ratoneras. No es broma. Hay mucha gente que está obsesionada con un apocalipsis, que puede ser provocado por los dioses inclementes o por políticos dementes. Este grupo de personas son los «prepas», esos preparacionistas apocalípticos que se hacen refugios  y llenan de alimentos, armas…  Hace años que viven profetizando ese final que no acaba de llegar. ¿Estaremos más cerca ahora con Trump?
  El tercer Segismundo está amenazado por el corredor de apuestas para el que trabaja.
  Las andanzas de los personajes están inmersas en una crítica social muy clara. El trío quiere aprovecharse del sistema imperante sin cambiar nada, al contrario que los «botijeros», como Isaac Rosa los denomina. Estos «botijeros» aspiran a cambiar el mundo, sin prisas pero sin pausas, por su comportamiento pueden parecer unos ilusos, unos bichos raros, pero ¿lo son? Veamos lo que quieren: «Redistribuiremos la riqueza mediante una fiscalidad justa. Reescribiremos la Constitución, era una constitución ecologista, feminista, bajo principios de igualdad social. Viviremos en una democracia participativa, descentralizada, popular» (pág. 182). Vaya, pueden parecer unas propuestas locas, pero ¿no les gustaría vivir en esa sociedad? Bueno, estoy seguro que los machirulos, los de la derecha extrema y la extrema derecha no querrían. Allá ellos con sus demonios.
  ¿Lugar seguro es una novela política? Pues también, los «botijeros» ven un futuro a veinte o treinta años en el que «Habremos logrado el autoconsumo energético, y la generación distribuida, todo renovable, y con más eficiencia tras adaptar las viviendas y el transporte. También la soberanía alimentaria, recuperando el medio rural y con las ciudades produciendo sus alimentos básicos. Miles de cooperativas, junto a empresas públicas con gestión democrática, nos proveerán de la mayor parte de las necesidades, bienes y servicios a precios justos y con dignidad laboral» (pág. 181) Toda una declaración de intenciones. Seguro que muchos de esos deseos, pues tal son, les suenan, otra cosa es que el mundo, el capitalismo, tal y como hoy lo conocemos lo permita. Las grandes multinacionales están fagocitando cualquier iniciativa y, como siempre hace, las convierte en nuevo negocio para ellas.  Al ser una utopía colectiva es mucho más difícil de alcanzar si antes no nos desprendemos del individualismo liberal, ese que dice que con esfuerzo cualquiera puede alcanzar sus objetivos. Se trata de una de las grandes mentiras de este tiempo que ha calado en gran parte de los ciudadanos, incluidos los más jóvenes que al ver que sus aspiraciones no se cumplen acaban frustrados y son presa fácil de los populismos de extrema derecha. Isaac Rosa lo explica muy bien, vean lo que dice de la educación elitista, y de pago, por supuesto: «Excelencia académica. Formación en valores. Oratoria. Inteligencia emocional. Educación empresarial en inglés desde primaria. Estimular el afán de superación. Toda esa palabrería tranquilizadora que facilita que las familias den por bien empleada la inversión, para que no piensen que habría sido lo mismo, o incluso mejor, invertir todo ese dinero en patrimonio inmobiliario que rentase a sus hijos de por vida. Para que crean en el esfuerzo y el mérito y las oportunidades y no parezca lo que en realidad siempre fue: que sus hijos vienen ya triunfados de casa» (pág. 55).
  El trato, el maltrato a los inmigrantes viene de la mano de Yuliana, la cuidadora de Segismundo I. Interna en su casa. Le pagan 600 euros mensuales por un trabajo que la mayoría de los españoles no aceptaríamos.
  Lugar seguro es una novela divertida, me produjo esa diversión un poco, o bastante, amarga que ofrecen las novelas picarescas. La crítica social está ahí, como también lo  están posibles alternativas a este desquiciado mundo  que aunque parezcan imposibles no por ello hay que dejar de anhelar y luchar por una vida mejor. No podemos dejar nuestro futuro y el de las generaciones venideras en manos de tantos orates como hay por ahí. Otro mundo es posible.

 

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