Será por influencia
de nuestra etapa de estudiantes, pero cuando hablamos de pícaros pensamos en el
Lazarillo o el Buscón, los hayamos leído o no, yo lo hice y se
los recomiendo, son muy divertidos. No es de ellos de quien quiero hablarles si
no de Lugar seguro de Isaac Rosa, editado por Seix Barral que obtuvo el
Premio Biblioteca Breve 2022.
Lugar seguro
es una novela picaresca actual o lo que es lo mismo una novela satírica con una
gran carga de crítica social. Retrata tres generaciones de una misma familia,
hombres los tres, que tienen el mismo nombre, Segismundo. La aspiración de
todos ellos es vivir muy bien con el menor esfuerzo posible, para ello no dudan
en engañar, mentir y lo que sea necesario para lograr ese fin. Son dignos
representantes de la cultura del pelotazo. ¡Manda narices! llamar
cultura a ese saqueo. Esa pretensión la manifiesta Segismundo I, los denominaré
con un numeral para diferenciarlos, cuando dice: «Quiero lo mejor para mi
nieto. Que la tercera generación consolide lo peleado por los anteriores. Que
llegue donde nosotros, pero sin tanto esfuerzo. Que lo alcanzado se consolide y
se vuelva natural, no rechine, no tenga la sospecha del advenedizo» (pág. 54).
Desde luego eso de «sin tanto esfuerzo» lo llevan a rajatabla.
Segismundo I montó
una cadena de clínicas dentales de precios low cost. Segismundo II, que
es el narrador, vende búnkeres a bajo precio en barrios populares o lo que es
lo mismo en barrios de clase baja. Como no hay dos sin tres, Segismundo III se
dedica al trapicheo con apuestas deportivas. La suerte no está de su lado. Al
primero lo encarcelan por estafa y fue engañado por sus socios. Para mayor
desgracia está demenciado, a su cuidado está Yuliana, objeto de deseo de
Segismundo II. El término objeto en el sentido que lo utilizaba el
psiquiatra y psicoanalista Jacques Lacan.
Al segundo no le
conceden un préstamo para construir sus búnkeres, las deudas y los deudores le
persiguen. Por cierto, hay un montón de empresas en España que se dedican a
construir esas ratoneras. No es broma. Hay mucha gente que está obsesionada con
un apocalipsis, que puede ser provocado por los dioses inclementes o por
políticos dementes. Este grupo de personas son los «prepas», esos
preparacionistas apocalípticos que se hacen refugios y llenan de alimentos, armas… Hace años que viven profetizando ese final
que no acaba de llegar. ¿Estaremos más cerca ahora con Trump?
El tercer Segismundo
está amenazado por el corredor de apuestas para el que trabaja.
Las andanzas de los
personajes están inmersas en una crítica social muy clara. El trío quiere
aprovecharse del sistema imperante sin cambiar nada, al contrario que los
«botijeros», como Isaac Rosa los denomina. Estos «botijeros» aspiran a cambiar
el mundo, sin prisas pero sin pausas, por su comportamiento pueden parecer unos
ilusos, unos bichos raros, pero ¿lo son? Veamos lo que quieren:
«Redistribuiremos la riqueza mediante una fiscalidad justa. Reescribiremos la
Constitución, era una constitución ecologista, feminista, bajo principios de
igualdad social. Viviremos en una democracia participativa, descentralizada,
popular» (pág. 182). Vaya, pueden parecer unas propuestas locas, pero ¿no les
gustaría vivir en esa sociedad? Bueno, estoy seguro que los machirulos, los de
la derecha extrema y la extrema derecha no querrían. Allá ellos con sus
demonios.
¿Lugar seguro es
una novela política? Pues también, los «botijeros» ven un futuro a veinte o
treinta años en el que «Habremos logrado el autoconsumo energético, y la
generación distribuida, todo renovable, y con más eficiencia tras adaptar las
viviendas y el transporte. También la soberanía alimentaria, recuperando el
medio rural y con las ciudades produciendo sus alimentos básicos. Miles de
cooperativas, junto a empresas públicas con gestión democrática, nos proveerán
de la mayor parte de las necesidades, bienes y servicios a precios justos y con
dignidad laboral» (pág. 181) Toda una declaración de intenciones. Seguro que
muchos de esos deseos, pues tal son, les suenan, otra cosa es que el mundo, el
capitalismo, tal y como hoy lo conocemos lo permita. Las grandes
multinacionales están fagocitando cualquier iniciativa y, como siempre hace,
las convierte en nuevo negocio para ellas.
Al ser una utopía colectiva es mucho más difícil de alcanzar si antes no
nos desprendemos del individualismo liberal, ese que dice que con esfuerzo
cualquiera puede alcanzar sus objetivos. Se trata de una de las grandes
mentiras de este tiempo que ha calado en gran parte de los ciudadanos,
incluidos los más jóvenes que al ver que sus aspiraciones no se cumplen acaban
frustrados y son presa fácil de los populismos de extrema derecha. Isaac Rosa
lo explica muy bien, vean lo que dice de la educación elitista, y de pago, por
supuesto: «Excelencia académica. Formación en valores. Oratoria. Inteligencia
emocional. Educación empresarial en inglés desde primaria. Estimular el afán de
superación. Toda esa palabrería tranquilizadora que facilita que las familias
den por bien empleada la inversión, para que no piensen que habría sido lo
mismo, o incluso mejor, invertir todo ese dinero en patrimonio inmobiliario que
rentase a sus hijos de por vida. Para que crean en el esfuerzo y el mérito y
las oportunidades y no parezca lo que en realidad siempre fue: que sus hijos
vienen ya triunfados de casa» (pág. 55).
El trato, el maltrato
a los inmigrantes viene de la mano de Yuliana, la cuidadora de Segismundo I.
Interna en su casa. Le pagan 600 euros mensuales por un trabajo que la mayoría
de los españoles no aceptaríamos.
Lugar seguro
es una novela divertida, me produjo esa diversión un poco, o bastante, amarga
que ofrecen las novelas picarescas. La crítica social está ahí, como también lo están posibles alternativas a este desquiciado mundo que aunque parezcan imposibles no por ello hay que dejar de anhelar y luchar por una vida mejor. No
podemos dejar nuestro futuro y el de las generaciones venideras en manos de
tantos orates como hay por ahí. Otro mundo es posible.
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