22 jul 2025

La ira de los humillados, un nuevo caso de Kostas Jaritos


 

  Cuando empiezo con un caso de Kostas Jaritos, el policía creado por Petros Márkaris, sé lo que me voy a encontrar. En torno a un crimen se desarrolla, además de la trama policial, una crítica social. Cada libro de la serie aborda un tema diferente. 
  Márkaris tiene 88 años y continua publicando una novela casi al año. Es cierto que esa labor la facilita que sus personajes ya están perfilados y sabemos, los que le seguimos, quienes son cada uno de ellos. Además de Kostas Jaritos, ascendido a Jefe de Seguridad del Ática, está Adrianí, su esposa, que llegado el caso le pone en su sitio, es una excelente cocinera. Katerina es la hija de ambos, casada y con un hijo que hace las delicias de sus abuelos. Están los compañeros de Jaritos y un papel importante lo ocupa Zisis, comunista que dirige un albergue para necesitados. Sufrió persecución y cárcel durante la dictadura de los coroneles en Grecia y es un referente moral.
  En esta ocasión Jaritos y sus compañeros tienen que descubrir al asesino de un profesor de matemáticas en la Facultad de Económicas.  A partir de ese delito la novela aborda una cuestión que afecta a los jóvenes del mundo desarrollado, que no es otro que su futuro y como han evolucionado, no para bien, los planes educativos. Grecia, por lo que se ve, no se libra de este problema como tampoco lo hace España donde hemos tenido ocho leyes de educación desde la instauración de la democracia.
  Márkaris pone de relieve un tema que para muchos es crucial en la educación, las Humanidades. Así dice: «Los ciudadanos concienciados de cualquier democracia se forman, sobre todo, a través de los estudios generales y de humanidades. Cuando los estudios generales dejan de serlo y se orientan exclusivamente a preparar los estudios superiores y, al mismo tiempo, se reducen los estudios humanísticos, también se reduce el número de ciudadanos concienciados» (pág. 58). Estoy totalmente de acuerdo con él.
  La reducción de horas lectivas en asignaturas como la Historia provoca vacíos que la desinformación, bulos y mentiras se encargan de rellenar. Es un hecho comprobable en las redes sociales plagadas de fabulaciones que nada tienen que ver con la Historia. Otro tanto podemos decir de la Filosofía que nos enfrenta a la realidad del ser humano desde una perspectiva ética, de la que tan faltos estamos.
  Un problema recurrente en Grecia, que también se da en España, es el que sigue en boca de Petros Márkaris: «En los centros de enseñanza secundaria no mandan los directores, ni siquiera el Ministerio de Educación. Mandan las asociaciones de padres y tutores legales. Si un profesor pone una mala nota a un alumno, enseguida se enfrentan a la ira de los padres o del tutor. Se dan cuenta de lo que pasaría si el director de un instituto se atreviera a imponer un castigo a un alumno que hace bullying?» (pág. 126). Quienes tengan conocidos que se dedican a la enseñanza les confirmarán estas palabras. La «autoridad» del docente se la han cargado en aras de una supuesta «apertura» a la sociedad. Enorme mentira que deja a los profesores a los pies de las hordas de padres furibundos que piensan que tienen unos premios Nobel en casa cuando realmente tienen un ceporro.
  Zisis, ese personaje entrañable, solidario hasta más no poder, también se suma a las críticas de esta sociedad que no sabemos muy bien hacia donde se dirige, así dice: «Hoy en día reina la competitividad. Los jóvenes de ahora viven en una sociedad competitiva. Y la competitividad se fundamenta en la envidia del otro y su aniquilación. Sin envidia del prójimo, no hay competitividad» (pág. 126). Yo añadiría que además es fruto del individualismo que les han inculcado.
  No puedo estar más de acuerdo y firmaría cada una de estas citas.
  Para redondear termino con otra cita que deja bien claras la ideas del autor y aunque es un poco redundante con la primera creo que es necesario reafirmarse en ese pensamiento: «El conocimiento de la historia y de la civilización es la base sobre la que se sustenta una ciudadanía concienciada. La  reducción del interés o la indiferencia hacia estas materias podría tener consecuencias nefastas para la sociedad y para la política» (pág. 162).
  Perdonen por la insistencia, pero por deformación académica y convencimiento personal creo que estas palabras encierran una gran verdad. Las tensiones sociales sociales que sufrimos son fruto de la propaganda mal intencionada de la extrema derecha que asienta sus eslóganes, pues no son otra cosa, en jóvenes sin un mínimo conocimiento histórico o personas con nula capacidad crítica y que se dejan llevar por instintos primarios.
  Las Humanidades nos reconcilian con nuestro pasado y nos preparan para un futuro en el que seamos capaces de pensar por nosotros mismos. Petros Márkaris contribuye, desde la sencillez de sus novelas, a pensar en grandes problemas de nuestro tiempo.


 

 

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