Jovita González nació, en teoría, unos años antes que Pachín de Las Tabiernas. Aunque bien pensado, si Jovita es Pachín y Pachín es Jovita, ¿quién fue antes? Uno llega a la conclusión de que son dos en un solo cuerpo, pero con un buen corazón.
Esta tinetense, de El Espín, nacida allá por el fatídico 1936, parece que quiso conjugar esa fecha tan triste en la historia de España con un gran sentido del humor.
El mundo de la farándula parece que siempre le tiró y ella no deja de aprovechar la realidad para sacarle un poco de punta. Si no fuera así, menudo aburrimiento.
Pachín de Las Tabiernas, aunque apareció en escena allá por 1974, como tenía un buen bagaje y mucho trabajo a su espalda, se convirtió pronto en un vaqueiro famoso en todo el concejo y parte del mundo mundial.
Jovita nunca acaparó portadas de revistas, nunca se quedó ciega por los flashes, pero siempre ha sabido como arrancar una sonrisa a sus vecinos. Su presencia en las carrozas de San Roque siempre es esperada y en el recuerdo quedan ya algunas de sus apariciones estelares. Según se dice y comenta, sus andanzas tuvo por los carnavales, pero vayan ustedes a saber si eso es cierto, pues Pachín, el de las Tabiernas, es muy juguetón y le gusta el disfraz, sobre todo para metese con les muyeres.
La vida del cómico nunca fue fácil. Así, podemos recordar el Viaje a ninguna parte de Fernando Fernán-Gómez en el que unos comediantes recorren los pueblos de la triste España de posguerra con sus espectáculos, pero también con sus tristezas y pequeñas miserias humanas. Un relato y película enternecedores, pero que no estimulan demasiado a meterse en esa vida relajada y de pecado que es el teatro, como antes se decía.
Yo creo que si Pachín, o incluso Jovita, hubiesen leído ese libro o visto esa película de jóvenes no les hubiese importado. A pesar de los pesares, ambos seguirían deseando hacer reír a los demás. Soy de los que piensan que en la vida cada uno decide su camino: unos van de mártires y otros, aún sufriendo –que yo no sé si este es el caso- prefieren tomarse la vida con alegría.
Pero fijémonos un poco en Jovita-Pachín. Es una mujer, no mayor pero tampoco una nena, que se entusiasma con las tablas y que no aspira a ser estrella, solo quiere reírse de la vida con los suyos. Una mujer que se convierte en Pachín y al que no dejan de gustarle las mozas. Una mujer que se convierte en hombre y además en vaqueiru, ese grupo maldito durante muchos siglos. ¿No es una ironía de la vida? No se si ella es consciente, pero ha roto muchos moldes.
Grandes revoluciones ha tenido el mundo, Jovita-Pachín también hizo la suya. Aquí sigue y algunas veces, al tropezarse con ella por la calle, uno ve a Pachín y se pregunta ¿por donde andará Jovita?
No hay comentarios:
Publicar un comentario