Comentario para Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (12/03/2013)
Siguen igual: de culo, cuesta
abajo y sin frenos. Me refiero a los socialistas.
El caso de Ponferrada ha sido el
último desatino. Ahora da igual lo que se diga. No importa que Samuel
Folgueral, el nuevo alcalde, sostenga que “se están dirimiendo otras cuestiones dentro del partido” y que “han escogido como escenario Ponferrada” Eso suena a
disculpa mala.
De todos aquellos que estaban
preparando la moción de censura ¿a ninguno se le ocurrió pensar que apoyarse en
un condenado por acoso sexual era una barbaridad? Además van y celebran el
pleno el Día Internacional de las Mujeres. ¡Con un par! Nunca mejor dicho.
El Secretario de Organización del
PSOE, Óscar López, tampoco se inmutó al manifestar: “desde hoy hay un acosador menos en política”. El fin justifica los medios.
Silencio. Desastre.
Rectificación. Desdén ciudadano.
Que Folgueral deje o no deje el
PSOE poco importa ya. El daño está hecho.
La profundidad del pensamiento
hueco es tal que ya no sorprende, simplemente duele.
El anquilosamiento del partido
socialista es de una magnitud que, a pesar de todas las que está montando Rajoy, no es capaz de
transmitir credibilidad y confianza.
Cuestiones como el nacionalismo y los pactos de los socialistas con estos han causado muchos rechazos. Pero daban
igual los resultados electorales, claro indicador de que las cosas no iban
bien. Una y otra vez los socialistas en Cataluña y País Vasco se empeñaban en competir
con los nacionalistas en su terreno. Una y otra vez se quedaban compuestos y
sin novia.
Cuando algunos socialistas
abrazaron con fervor de converso las posturas más liberales de la economía y
llegaron a decir que bajar impuestos era de izquierdas, muchos ciudadanos se
rascaron la cabeza desconcertados. Hubo quien aplaudió la supresión de la ley
de patrimonio, la aprobación de los 2.500 euros para todos los nacidos, etc.
etc.
Mientras más ocurrencias aprobaban
más solos se quedaban.
Muchos ciudadanos, muchos
militantes socialistas, piden cambios profundos pero no acaban de llegar. El
agotamiento de los cargos públicos y orgánicos es notorio. Además, con eso de cerrar filas, no dar
argumentos al adversario y monsergas similares el inmovilismo es total.
El desapego con los socialistas
no va a ser cuestión de cuatro días. Los cambios de actitud, la claridad de ideas,
la imagen pública que den, son pilares sobre los que los socialistas podrán
labrar su futuro o en caso contrario su ruina.
El cabreo social es tan grande que
la ciudadanía va por un lado, los partidos políticos por otro y los socialistas…
pues ahí siguen.
Marasmo socialista por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 Unported.
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