Publicado en La Nueva España el 7 de diciembre de 2016
La
economía española va bien. Ya nos explicó el ministro de economía, Luis de
Guindos, que creceríamos en 2016 un tres por ciento del PIB, e incluso que
podría llegar al tres y medio.
Pues
nada, como eso está muy bien llegó el momento de disfrutar.
En
plenas vacaciones, los datos de ocupación turística han sido magníficos,
llegaron las rebajas de verano. El día 1 de julio arrancaron. Ni cortos ni
perezosos, con el pantalón corto, camiseta y chancletas, inundamos los comercios
para aprovecharnos de las magníficas oportunidades que nos ofrecieron.
Hay
que reconocer que algunos casi sufrieron lipotimias probándose abrigos en plena
canícula. Todo sea por una buena rebaja.
Si
es que la bonanza se palpaba ya. Más gente en los hoteles, restaurantes... Lo
normal. ¿Quién no necesita unas vacaciones?
El
verano quedó atrás y el síndrome posvacacional hay que superarlo. Se anima al
personal para que goce de su saneada economía. Pues nada, ahí tenemos Halloween. Un
disfraz por aquí, una fiesta por allá. Y cuando nos dimos cuenta, la cartera se
resintió un poco. No hay de qué preocuparse.
Muchos economistas, y
medios de comunicación afectos al régimen, no dejan de informarnos que crecemos
más rápido que nuestros vecinos. ¡Si es que cuando nos ponemos!
La Navidad se otea en
los escaparates. Las calles de las ciudades se engalanan de vistosos juegos de
luces. Va a ser todo un espectáculo pasear por ellas cuando se iluminen.
Oigan, perdón ¿pero
eso gastará mucho? Bueno, un poco, pero son fechas para celebrar y disfrutar.
¡Es una vez al año! Además, vamos bien. Estamos creciendo a más de un tres por
ciento. Ah, siendo así pues nada. Disculpen.
Calentando motores
llegamos al Black Friday. Estoy seguro que más de uno celebró también el día de
Acción de Gracias.
¿Alguien dejó de
aprovechar semejante ganga? Imposible. Descuentos del 20, del 30 por ciento.
¡Cuántas alegrías ofreció ese día! Gracias por ello. Las cajas registradoras
echaron humo. Cuando las cosas van bien se nota.
Llegados a estas alturas
del año deleito la vista. No hay nada, pero nada de nada, como entrar en un
gran centro comercial y empezar a ver estanterías repletas de delicias
navideñas. Turrones de mil sabores, polvorones, mazapanes, panettones,
peladillas, frutas escarchadas, tortas, yemas. ¡Qué rico todo!
Oigan, perdón pero es
que queda más de un mes para las fiestas navideñas. No importa, es una vez al
año y hay que disfrutarlo. Bueno, siendo así disculpen.
En pocos días
tendremos que ponernos las gafas de sol por la noche para andar por las calles.
La música nos acompañará por las zonas comerciales, y no solo villancicos,
también clásica. Es una preparación para el concierto de Año Nuevo desde Viena.
Está todo calculado.
El espíritu navideño
nos invade mes y medio antes. ¡Qué bonito! Estamos contentos. ¡Hay tantas cosas
que comprar! ¡Está todo tan iluminado! La paga extra está a la vuelta de la
esquina. ¿Se puede desear más?
Aunque vamos bien no
debemos dejar de tentar a la suerte. Compramos lotería. Mucha. ¿Y si toca?
Seguimos comprando. Los anuncios loteros cada año son más tiernos, tanto que
todos mojamos el ojo. ¡Qué bonito!
Y llegan las cenas de
empresa, de amigos…Comemos y bebemos. Bebemos y comemos. No importa. Cenas a
treinta – mínimo - treinta y cinco euros. No una, varias. Paga extra cerca, muy
cerca.
Hacemos acopio de
viandas. Todo indica que una desgracia se avecina. Compramos comida, como para
dos meses. Los precios se encarecen un poco. No importa. Es una vez al año. Cena
de Nochebuena; comida de Navidad. Restos para quince días y los sobrantes a la
basura.
El Gobierno nos dice
que hay que continuar por este camino. La economía mejora a un ritmo
envidiable. Volvemos a ser ejemplo para el mundo.
Eso sí, no podemos
olvidarnos de Papá Noel.
Y despedimos el año.
Cena de gala. En casa o en restaurante. ¡Será por dinero! Ese día el precio de
las copas no importa. El año solo se despide una vez y el que viene… pues ya
veremos.
Estamos embalados y
llegamos a Reyes. Por favor, que dolores de cabeza ¿Qué regalo a fulanito? ¿Y a
menganita? Es un sinvivir.
Recordamos haber
cobrado una paga extra. Llegó con gusto y se fue con placer.
Aún quedan fuerzas
para reponernos: las rebajas de enero. Por favor, no dejan de pensar en
nosotros. Saben cómo hacernos felices. Lo intentan y lo consiguen.
Podemos estar
tranquilos. Llegarán los carnavales, la Semana Santa, empezaremos a pensar los
destinos de vacaciones.
Tenían que habernos
avisado antes de que España iba bien. Lo que nos hemos perdido en los últimos
años.
Señores del Gobierno,
no se preocupen que no les voy a recordar los 3.764.982 parados, según el
Servicio Público de Empleo en octubre. No se me ocurrirá mencionarles que el
Salario Mínimo Interprofresional está en 655 euros al mes. No les mentaré que
la deuda pública en España, en el tercer trimestre, ascendía a 1.104.936
millones. Menos aún, estamos casi en Navidad, les voy a traer a colación que el
Fondo de Reserva de la Seguridad Social tiene fecha de defunción. Tranquilos,
no se me ofendan, la pusieron ustedes señores del Gobierno: diciembre de 2017.
Ni hablar de desahucios, pobreza energética o hambre infantil. ¡Me niego! ¡La
economía española va bien y se acabó!
¡Venga! que el
espíritu navideño nos colme. Por cierto ¿qué cosa es esa?
¡Felices Navidades!
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