Decidió cambiar su vida.
Conservar unas cosas y tirar otras. Conservará el tabaco, beber, acostarse con
todos los tíos que pueda, trasnochar hasta el amanecer, escribir. Tirará el
cinismo, el speed, cualquier pene de más de veinte centímetros, escuchar
consejos sexuales de tipos extraños en fiestas.
A partir de esta toma de decisiones
Johanna Morrigan - alias Dolly Wilde – se convertirá en otra persona. Johanna
es la protagonista de la novela Cómo se
hace una chica de Caitlin Moran.
De adolescente precoz, en todos
los terrenos, que ensaya con tabaco, alcohol, sexo, decide ponerse ella las
reglas, nada de dejarse llevar por otros. Es un aprendizaje vital y más cosas.
Su gestación como durísima crítica
musical de Indie – o lo que es lo
mismo, música independiente – no le va a la zaga de sus habilidades sexuales o
como bebedora consumada.
El comienzo del libro ya deja
claras las cosas. En la tercera línea la primera provocación al mojigato de
turno: “Yo tengo catorce. Estoy despierta. Me estoy masturbando”.
Johanna lo da todo en el sexo,
recibe poco. Sus encuentros sexuales acaban con el tipo de turno dormido y ella
haciéndoselo sola.
Quien busque solo masturbaciones y
sexo que vaya a otro lado. La sexualidad es parte del crecimiento de Johanna. ¿Acaso no lo fue de todos nosotros? No es
un libro pornográfico, en absoluto.
“No podemos seguir siendo pobres
y anónimos mucho tiempo. Los años noventa son una mala época para ser pobres y
anónimos”. Esta frase tal vez defina mejor lo que también es Cómo se hace una
chica. Una familia, que se quiere, sobrevive en Wolverhampton – región
occidental de Inglaterra - como puede.
No voy a despachurrar la trama.
La crítica social es continua:
“La ciudad se les murió delante de las narices, y eso les crea cierta sensación
compartida de culpabilidad. Las ciudades industriales moribundas huelen así: a
culpabilidad y a miedo. Los mayores se disculpan en silencio ante sus hijos”.
El Thatcherismo dejó la sociedad
británica hecha unos zorros, empobrecida y con mala leche.
“Depender de los actos de piedad
puntuales degrada la sociedad, Johanna”. Dolly Wilde, o Johanna Morrigan, tiene
un padre jodido – física y anímicamente – pero cojonudo. Su visión del mundo es
ácida, aunque no exenta de humor negro: “Lo esencial, Johanna, es que a nadie
le gusta que cuando va a comprar a la tienda de la esquina lo persigan unos
putos huérfanos tuertos que no paran de llorar. Es un coñazo social. Siempre
han existido pobres que sufren. El Estado del bienestar pagaba para que
desapareciera ese problema. Basta de niños congelados en las puertas de las
tiendas”.
Aquí tenemos a un buen padre
explicando la realidad económica y política a su hija adolescente. Me encanta.
Otra perlita: “Cuando la clase
media se pone vehemente hablando de política, está pensando en sus privilegios:
sus amnistías fiscales y sus inversiones. Cuando los pobres se ponen vehementes
hablando de política, están luchando para sobrevivir”.
Solo está frase da para una buena
discusión con gente liberal. Aunque bien
pensado, no merece la pena.
Aunque Johanna está muy de
acuerdo con su padre, discrepan en gustos musicales, ella tiene otra prioridad:
“Para mí, la cuestión de perder la virginidad es mucho más apremiante que el
declive industrial de Wolverhampton”. Las cosas como son. Hay cosas importantes
y otras que lo son menos.
Me reafirmo, no creo que a los
mojigatos les gusten estas afirmaciones, al menos a los que yo conozco.
El descreimiento, el desencanto
es consustancial a las nuevas generaciones. En situaciones de crisis social,
como la de ahora, esa indignación se traslada a todos los ciudadanos.
Johanna no es ajena a esa
tendencia universal: “En cuanto encuentre algo en lo que creer, voy a creer en
ello más de lo que nadie a creído jamás en nada. Me voy a entregar a ello en cuerpo y alma”.
Está visto que Dolly no tuvo la
oportunidad de conocer a la gente de Podemos. Abría acampado en la Puerta del
Sol.
Cómo se hace una chica rezuma feminismo. Me parece a mí que es un
feminismo cercano a Femen por lo que tiene de directo, sin tapujos. Eso también
me gusta.
En este sentido valga como
ejemplo “Oír a las mujeres cantando canciones sobre ellas mismas, y no a los
hombres cantando sobre mujeres, hace que de repente todo parezca maravillosamente
claro, y posible”. ¡Ahí queda eso!
A quienes le guste la música de
los 80 y 90, principalmente la independiente, en este libro encontrarán muchas
referencias. Menciona a grupos y músicos de los que yo jamás había oído hablar.
No tengo ni idea. Da igual, no me aturulló en absoluto.
Por descarnado que pueda parecer,
en algún momento, es un libro de superación personal de una mujer a la que le
gusta la música, que se afianza cada vez más como mujer, y que no deja de ser
una romántica: “Me pareció que en realidad era por eso por lo que a la gente le
gustaba tanto follar. Para llegar a ese punto. Para llegar a ese sitio diminuto
y tranquilo donde no había nada más que hacer que estar con el otro. Sólo ser
dos seres humanos que, durante un breve período, dejan de ansiar. Ése es el
hermoso destino final. El final de todo”. ¿Es romántica o no?
Me prestó leerlo. Mojigatos abstenerse.
Si eres una persona mojigata no leas Cómo se hace una chica by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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