Escuchamos con indiferencia los relatos de
las correrías del rey emérito, ya saben, Juan Carlos I «El Campechano». Al
principio, cuando se hizo pública su relación con Corina y sus chanchullos
fiscales daba la impresión de ser algo de última hora, pues en absoluto. Desde
hace muchos años, políticos, policías, servicio secreto, periodistas,
académicos conocían la vida disoluta que llevaba «Juancar». Al igual que sabían
que sus relaciones con Sofía eran solo para la galería y sospechaban que tenía
negocios oscuros. Con la boca pequeña hablaban de su intermediación en
contratos para empresas españolas más allá de sus funciones institucionales. A
la mayoría de los ciudadanos les parecía normal que el rey recibiese regalos de
grandes empresarios, incluidos barcos, o que utilizase para uso exclusivo el
Palacio de Marivent, en Mallorca.
Quien argumente desconocimiento, sobre todo
políticos y periodistas, mienten. En 2012 se estimó la fortuna del
emérito en un unos 2300 millones de dólares. La revista Forbes le
calculó unos 2000 millones. Resulta curioso que dan por buenas las cifras para
las grandes fortunas del mundo, pero nadie se preguntó de donde salían esas
cifras de «Juancar», que en absoluto se aproximan a los posibles ahorros
generados por la familia.
El silencio en torno a la vida de Juan Carlos
I fue algo vergonzoso. Su persona, la figura del rey, está protegida por la
Constitución: «La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a
responsabilidad». Con esto está todo dicho y no debe extrañar sus pasadas de
frenada. Hay algo muy relevante, también recogido en la Constitución del 78:
ostenta «El mando supremo de las Fuerzas Armadas». La carta magna establece que
la Corona de España es hereditaria. Desde el punto de vista democrático resulta
incomprensible, es una incongruencia con tintes autoritarios.
El intento de golpe de Estado del 23 de
febrero de 1981 y la actuación «real» marcó un antes y un después. Para unos El
Campechano se convirtió en el héroe que salvó la democracia española, para
otros tuvo un papel estelar en la intentona golpista. Es curioso que pasados
cuarenta y tres años se siguen manteniendo en secreto documentos de ese
momento.
Desde esas fechas políticos, periodistas y
demás se emplearon a fondo para articular una hagiografía panfletaria sobre la
figura del monarca.
Si acaso algún millennial o de la
generación Z llega a leer este artículo permítanme un pequeño repaso histórico.
El general Francisco Franco, a la sazón
dictador gracias a un golpe de Estado contra un gobierno democrático y legítimo
y una guerra civil se hizo con el poder y en él se mantuvo, con mano de hierro
y muchos muertos a su espalda, desde 1939 hasta 1975.
Con el acceso de Franco al poder enseguida
empezaron a redactar leyes a su medida y para su mayor gloria. Así, la Ley de
Sucesión, aprobada el 6 de julio de 1947, declaraba que el Estado español se
constituía en «Reino católico, social y representativo» y Franco era nombrado
Jefe del Estado y por lo tanto fue el encargado de «proponer a las Cortes la
persona que debía ser llamada en su día a sucederle, a título de Rey de España
o de Regente». El 22 de julio de 1969 el príncipe Juan Carlos fue designado por
Franco como su sucesor con el título de Rey.
No se debe olvidar que «Juanito» desde los
diez años estuvo viviendo bajo la tutela de Franco, «Pachu» como se le conocía
en Asturias al generalísimo, quien obligó a Juan de Borbón y Battenberg, padre
de don Juanito, a que le cediera a su hijo. Era 1948.
Ya mocín realizó la instrucción
militar en las escuelas militares españolas y, un detalle que no es baladí y
que con los años tendría mucha importancia – menudo misterio – ¿a que no saben
quien tuvo de tutor y preceptor? Pues ni más ni menos que Alfonso Armada. Militar
que el 23 F tendría un papel destacado en la intentona del golpe de estado.
Ya puestos a recordar, hay un luctuoso
acontecimiento del que siempre hablan de pasada. Cuando el emérito tenía
dieciocho años él y su hermano pequeño, Alfonso, estaban en la residencia
paterna de Estoril y mientras «jugaban» con una pistola esta se disparó
provocando la muerte de Alfonso. Según la versión dada por la madre de Juan
Carlos su padre le habría preguntado «Júrame que no lo has hecho a propósito».
La duda es terrible y no necesita más comentarios. Ese
suceso no se investigó.
Otro detalle para no olvidar es que Juan de
Borbón era el heredero del trono de España, según las reglas monárquicas, pero
Juanito no tuvo ningún problema en aceptar la imposición de Franco para
nombrarle su heredero y rompen la tradición dinástica. Las relaciones entre
Franco y Juan de Borbón nunca fueron buenas. El Borbón no participó
directamente en el denominado «Contubernio de Múnich», 1962, pero si tenía allí
delegados.
Volviendo al nombramiento de Juan Carlos como
sucesor con el título de rey, el 22 de julio de 1969, juró las Leyes
Fundamentales Reino y los Principios del Movimiento Nacional. Así y todo, Juan
de Borbón no renunció a sus derechos sucesorios hasta 1977, Juan Carlos tras la
muerte de Franco, 20 noviembre de 1975, juró acatar los Principios del
Movimiento Nacional. Por lo tanto, y siguiendo la lógica monárquica, hasta 1977
tuvimos un heredero dinástico legítimo en Juan de Borbón y un intruso nombrado
por un dictador, Juan Carlos.
¿Cuantas veces escuchamos al Campechano hablar
de los valores de la familia?
Lo que se aprende de niño mal se olvida.
Juanito fue educado bajo el estricto control de un dictador y su carrera hacia
el reinado estuvo apoyada en una legislación dictatorial que él juró acatar.
Ya metidos en faena no viene mal recapitular
sobre quienes son estos Borbones.
La rama de los Bourbon-Anjou, llamados en
España Borbón con el fin de ocultar su origen francés, llegaron a nuestro país
con la proclamación de Felipe V como rey de España. Se trató de una de las
muchas guerras dinásticas habidas en Europa. No voy a referirme a las mentiras
independentistas catalanas sobre este acontecimiento.
La proclamación de Felipe V provocó la guerra
de sucesión española. No empezaron con buen pie.
Carlos IV fue un pelele en manos de su
esposa, María Luisa de Parma, y de su valido. Este inepto cedió sus derechos a
la corona a Napoleón Bonaparte. Si lo de este Borbón fue un desastre lo de su
hijo ya no tiene nombre. Fernando VII, «el rey Felón», fue un mal bicho en
todos los sentidos. Fulminó la Constitución de 1812, engaño a todo el mundo,
restauró el absolutismo y no dudó en pedir ayuda y por España se pasearon los
Cien Mil Hijos de San Luis, no hacían turismo. Fernando VII forma parte de la
historia más negra de este país.
A la muerte del «Felón», Fernando VII, y
siendo Isabel su heredera, que reinará como Isabel II, fue su madre, María
Cristina de Borbón, regente durante siete años. Fue una intrigante de cuidado,
corrupta de tomo y lomo. En más de una ocasión tuvo que irse de España. Se
dedicó al negocio de la esclavitud y a todo lo que le reportara beneficios. No
dudó en desviar dineros del presupuesto nacional a sus cuentas privadas. Muchas
joyas de la Corona desaparecieron. Los chanchullos de María Cristina dan para
una enciclopedia.
Fernando VII no tuvo hijos varones y para que
su hija, Isabel, pudiese reinar hubo que modificar la ley, esto sentó fatal a Carlos María Isidro,
tío de Isabel, y de ese cabreo surgieron las tres guerras carlistas. Las
disputas dinásticas siempre traen problemas.
A Isabel le impusieron el matrimonio con su
primo Francisco de Asís y Borbón. El bodorrio fue un desastre, entre otras
cosas porque Francisco de Asís era homosexual. El populacho, siempre tan cruel
(ironía, expresión en desuso que poco se practica) le llamaban Paquita, Paquita
Natillas o Paquito Mariquito. ¡Qué malos eran!
Isabel II se metió en la arena política y la
influencia de su confesor y de la famosa sor Patrocinio no fue nada edificante.
Los pronunciamientos estuvieron a la orden del día al igual que los amantes que
tuvo la soberana. En 1868 se le acabó el chollo con la Gloriosa que la
desalojó del trono.
Tras la caída de la Primera República los
Borbones regresan al poder de la mano de Alfonso XII, hijo de Isabel II y de
padre incierto. Su reinado no llegó a los once años, murió a los 28 años de una
tuberculosis. Como buen Borbón tuvo una agitada vida nocturna.
Con su prematuro fallecimiento el trono quedó
vacante. María Cristina de Habsburgo-Lorena, esposa de Alfonso XII, se hizo
cargo de la regencia. En su contra lo tenía casi todo, extranjera, apenas
conocía España y los españoles no la conocían a ella. Ante el vacío de poder
los líderes del Partido Conservador, Antonio Cánovas, y Práxedes Mateo Sagasta,
por el Partido Liberal, se reunieron para otorgar la regencia a María Cristina
y repartirse el cotarro. Serán los protagonistas de la Restauración, conservadores
y liberales se alternan en el poder. En ese período los nacionalismos catalán y
vasco toman fuerza. Por otro lado, el 98, 1898, fue un mazazo colectivo. La
Guerra de Cuba y la Guerra con Estados Unidos fueron un auténtico fiasco. De
ahí surge un sentimiento colectivo de pesimismo que se canalizará a través del
denominado regeneracionismo que supone una reflexión sobre España y
especialmente del «desastre del 98».
Más sintético imposible. La Historia de
España del XIX y hasta la Guerra Civil es muy interesante, a la par que triste.
Alfonso XIII no conoció a su padre, falleció
antes de nacer él. Accedió al trono el 17 de mayo de 1902, a los dieciséis
años. Fue un auténtico botarate. De raza le viene al galgo. Era un mujeriego,
lo del sexo desbocado lo llevan en los genes esta dinastía. Alfonso XIII fue,
si no el primero de los primeros, promotor de cine porno. No es un bulo, está
contrastado y es riguroso. Fue responsable directo del Desastre de Annual,
en la Guerra del Rif, en donde murieron unos trece mil soldados españoles. Hay
mucha información disponible sobre Annual. Se inmiscuía en la vida política
continuamente. Durante su reinado la violencia llegó a las calles y los
asesinatos, incluidos políticos, estaban a la orden del día. La crisis política
y social era de tal envergadura que el 13 de septiembre de 1923 el capitán
general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado con el
beneplácito del Alfonso XIII. ¿Esto no les recuerda algo… 23 F 1981? No, no hay
ninguna comparación. Soy un mal pensado. Se dice que apoyó el golpe para evitar
la publicidad del llamado Expediente Picasso que investigaba lo sucedido en
Annual. También me recuerda algo.
Los desmanes políticos, la vida díscola del
monarca, la polarización política así como los acontecimientos internacionales
con el auge del fascismo y del comunismo, dicho grosso modo, hicieron
posible la llegada de la República el 14 de abril de 1931.
La historia ya sabemos, o deberíamos saber,
como sigue y lo que vino después fue una dictadura cruel.
Llegado a este punto, les emplazo a lo dicho
más arriba y las circunstancias por la que llegó al trono Juan Carlos.
Repito que era vox populi que la vida
«social» de El Campechano no era nada modélica, y no es que yo vaya de
moralista, allá él y su pareja, pero siempre que hablaba, sobre todo en el
mensaje navideño, introducía mucha moralina que él se pasaba por el forro. Es
un hipócrita. Había sobradas sospechas de negocios turbios. Tenía un testaferro
mezclado en negocios no muy claros,
Manuel Prado y Colón de Carvajal y muchos amigos empresarios, incluidos
árabes sospechos, por ser suaves, de ser traficantes de armas. Algunas de esas
amistades resultaron ser muy peligrosas y mezcladas en turbios negocios. Me
vuelvo a remitir a lo dicho por el The New York Times y la revista Forbes
sobre su fortuna personal, que pasó sin pena ni gloria. Es normal, desde
luego, los medios de comunicación no se enteraron y mucho menos los gobiernos
de turno. Desde luego.
Tras el accidente en Botsuana, donde se
rompió la cadera tras una noche de copas, todo le fue de mal en peor. Ya, pero
que le quiten lo bailado y lo que sigue bailando, o lo que es lo mismo, hace lo
que le sale de la entrepierna con total impunidad e inmunidad. Salió a la luz,
cosa ya sabida, su relación con Corina y la pasta que le dio. Se conocían
también su relación, de años, con Marta Gayá. La relación que está dando más
juego, incluso que la de Corina, es la que mantuvo con Bárbara Rey. La
publicación de conversaciones privadas entre El Campechano y Bárbara Rey
producen sonrojo. Hablan también de grandes cantidades de dinero que el emérito
repartía entre sus queridas, que fueron muchas, y contribuía a mejorar sus
economías.
Los hijos de Juancar y Sofía tampoco han
tenido unas actuaciones muy honrosas. Lo de Elena y Marichalar fue la risión. A
Marichalar lo desaparecieron de la vida pública por problemas «físicos» y de
la Casa Real, por motivos varios. Según se comentaba en los mentideros tenía
recurrentes problemas en la nariz. Eso decían. Elena era, no sé si sigue siendo
asidua del Chas (Club Hípico de Asturias) de Gijón, y estaba muy corrido que la
infanta tenía tenía unos apetitos desmesurados. Muy borbónica ella, a todos les
gusta comer… de todo.
Lo de Cristina y Urdangarín no tiene un pase.
El yerno pensó que tenía la inmunidad e impunidad del suegro y no fue así. No
fue un buen alumno.
Felipe VI está rodeado del secretismo,
silencio y exaltación que rodeó a su padre. Supimos algo de sus amores de
juventud, siempre truncados, según dicen, por la madre madrona.
Ya nos están empezando a machar con las
virtudes de la heredera, Leonor.
Conociendo la historia de esta dinastía no
entiendo como hay quienes aún defienden la institución monárquica y a Juan
Carlos I. Los Borbones no han aportado nada a España, todo lo contrario, la han
saqueado y metido en disputas dinásticas que lo único que aportaron fueron
muertos. Estos reyezuelos se han inmiscuido en la vida política del país
provocando daños irreparables. Son gentes de apetitos desmesurados e incapaces
de controlarse.
Es necesario que conozcamos la vida de los
actuales monarcas, nos deben dar explicaciones de todo lo que hacen ya que
viven como reyes a costa de todos los españoles. Su vida regalada es pública.
Las cuentas, los dineros que atesoran tienen que ser públicos y conocer en que
se gastan, de forma detallada. Tendrían que aprender de la corona inglesa. El
secretismo sobre sus actividades ya hemos visto para lo que sirve, para
chanchullear, hacerse con un patrimonio inmenso, fornicar y ser unos amantes de
la buena mesa bien regada. Ese ha sido el modo de vida hasta este Felipe, pero
para que no caigan en tentaciones tienen que tener una transparencia máxima.
Con este hay un factor con el que no contaban los demás, una consorte de armas
tomar.
La última de Juancar ha sido la creación de
una fundación junto con sus dos hijas. Pues más de lo mismo, silencio.
El Campechano ha sido un crápula y un
comisionista, además de un pedigüeño sin escrúpulos de ningún tipo. Pasará a la
Historia como un mal rey, ¿hay alguno bueno? No le salvará de la crítica los
elogios y panegíricos que le han dedicado. El tiempo y los hechos mostrarán, ya
lo están haciendo, su verdadera cara. Me avergüenza.
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