Publicado en La Nueva España el 28 de octubre de 2017
Tiene
en sus manos los que se consideran los bienes más preciados de las personas: la
libertad, el honor y el patrimonio. Es juez. Es de Tineo. Es Daniel Prieto
Francos (1987).
Conozco
a su señoría, a Daniel, desde siempre. Niño y hombre prudente. De carácter
sosegado, lo cual no quiere decir desapasionado. Según entendemos los que lo
conocemos es una buena persona.
No
se siente poderoso. En el día a día hace su trabajo y no piensa en eso: “cuando
tienes una comparecencia para prisión es otra cosa, ahí palpas aún más la
responsabilidad, no el poder”. Inmediatamente aclara que los jueces de
instrucción no pueden meter en la cárcel a nadie a no ser por petición del
ministerio fiscal o la acusación particular.
Daniel
Prieto realizó sus estudios en el Colegio Verdeamor y en el IES Concejo de
Tineo. Sus apetencias iniciales se dirigieron hacia la Historia y la Filosofía.
Así, en 2004, logró el segundo Premio de las III Olimpiadas de Filosofía,
organizadas por la Sociedad Asturiana de Filosofía. El título del trabajo que
presentó, publicado posteriormente, fue “Democracia y Socialismo: un intento de
clarificar sus conceptos y relaciones”.
Al
final se decantó por el Derecho, elección marcada, un poco, por criterios
utilitarios. Los estudios los realizó en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Oviedo.
El
juez Daniel Prieto lo tiene claro: “La educación pública no estropea a nadie”.
Su
carrera ha sido meteórica. Finalizó los estudios y en diecinueve meses preparó
el examen a la judicatura y lo aprobó. Eso sí, menos de siete u ocho horas
diarias de estudio nada. Permítanme una aclaración: la media es de cuatro o
cinco años de preparación para presentarse a esas plazas.
Su
primer destino le llevó a Torrelavega (Cantabria). En esta comunidad fue coordinador
de Jueces para la Democracia. Estuvo poco tiempo, dos años, después le
trasladaron a Cataluña, a Igualada, donde permaneció solamente tres meses. En
la actualidad ejerce en Cangas del Morrazo (Pontevedra).
Daniel
Prieto es uno de los jueces más jóvenes de su promoción y le espera una larga
carrera. ¿Hasta dónde quieres llegar? “Cómo a todos los jueces, creo, me
gustaría acabar en el Supremo”. Una pequeña parada y prosigue “pero eso es muy
complejo”. ¿Por? Cambia de conversación y se ríe. Lo dejamos así.
Le
pregunto, faltaría más, por los
problemas de la judicatura: “La escasez de medios. Si nos comparamos con el
resto de Europa no llegamos ni a la mitad de los recursos que ellos tienen”. Sigo con el tema. Vale, pero los ciudadanos
creemos que la Justicia es muy lenta. No duda en la respuesta: “No es lo mismo
los pleitos más sencillos, nada mediáticos ni políticos, que otros que están en
la mente de todos. Esos procedimientos, los que conocemos a través de los
medios de comunicación, son complejos y su instrucción es muy complicada. La
precariedad logística se nota aún más en esos casos. A todo esto hay que añadir
que los grandes despachos de abogados involucrados en estas causas pueden
llegar a complicar aún más los procesos”.
No
hay más preguntas en este sentido, señoría.
El
juez Prieto quiere aclararme las cosas: “Tienes que tener en cuenta que el
sistema es garantista y eso ralentiza la marcha del proceso. No tienes que
olvidar que la Justicia tiene que ser ejemplarizante, igual y garantista”. Se
lo cree y se le nota.
Sigo
poniendo pegas a la lentitud judicial. Él continua en plan didáctico y
explicativo: “Te voy a poner un ejemplo: cada comunidad autónoma trabaja con un
sistema informático distinto, así es muy difícil acceder a documentos procesales
lo que ralentiza los juicios”. Y por esos caminos anduvimos un rato más.
Es
un hombre bien informado. Sigue de cerca la actualidad social y política y sus
opiniones están bien fundamentadas. Es un joven juez atento a lo que sucede a
su alrededor.
Sí,
también hablamos de Cataluña pero eso se queda bajo secreto sumarial. Puedo
afirmar, sin cometer perjurio, que lo tiene muy claro, legal y personalmente.
Pero
el juez Daniel Prieto tiene otros intereses.
A
Dani, así le llamamos todos en Tineo, le encanta salir con sus amigos a tomar
un vino y si puede ser lo acompañan de una cena. No desdeña una conversación con
cualquier vecino y tampoco una partida de mus. ¿Qué tal juegas? “Soy un gran
jugador”. Suelta una risotada. No es difícil verle jugar en un bar de Tineo.
Discúlpeme
señoría pero lo voy a hacer público: a Daniel Prieto Francos le gusta la poesía.
El juez Prieto Francos es una persona sensible, en lo personal y en lo social,
tal vez por ello tiene especial predilección por el poeta Ángel González. En esto
de la literatura tiene otro ídolo: Gabriel García Márquez. Ha releído en varias
ocasiones Cien años de soledad.
Otra
de sus pasiones es la música clásica. La ópera y especialmente Beethoven
encabezan sus preferencias.
Su
señoría se despoja de la toga cuando viene a su pueblo y sigue siendo el Dani
de siempre. Su trato afable está recubierto por la sensatez y eso le hace ser
una persona cercana. Estoy seguro de que su responsabilidad, su compromiso
social y firme sentido del servicio público hacen de él un buen juez. Tal vez
un día lo veamos en el Supremo.
Daniel Prieto, un juez de órdago by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Soy Abogado, gallego, de Pontevedra, y pleiteo en Cangas con cierta asiduidad. este Juez ya me causó buena impresión desde el primer momento, tras leer la entrevista me parece todavía mejor.
ResponderEliminarMFD
un saludo