Publicado en La Nueva España el 30 de enero de 2018
Los
españoles no somos grandes lectores. Lo dice el informe PISA, los libreros, los
bibliotecarios. Los editores nos cuentan otra cosa. Anunciaron, hace unos días,
que los índices de lectura en España han mejorado. Y no es una afirmación gratuita.
La
Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) se basa en el Barómetro de
Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2017. Realizaron 5.000 entrevistas en
toda España y los resultados les indican que el número de lectores se
incrementa. Me alegro.
Alguna
aclaración tengo que hacer. Consideran lectores frecuentes a las personas que
leen por los menos alguna vez a la semana y si a estos se suman los que
declaran leer al menos una vez al mes tendremos los lectores habituales.
Pues no me parece mucha lectura, la
verdad.
Según
este barómetro – será mi fuente de datos – el 65,8 % de la población española
lee libros, un 59,7 % por ocio en su tiempo libre y un 28,1% por trabajo o
estudios. Los lectores leen una media de trece libros al año.
Me
parecen unas cifras discretas.
Los
lectores frecuentes (les recuerdo que son aquellos que leen al menos
semanalmente) son un 47,7%.
Este
dato me parece aún más discreto, muy discreto.
Lo
más relevante es que un 40 % de la población continúa sin leer libros. Y esta
cifra sí que no es nada discreta. Quienes no leen es por falta de tiempo, al
menos así lo afirman.
En
este momento no está de más recordar que el borrador del informe anual de
Barlovento Comunicación sobre el “Análisis Televisivo” nos informa que el
consumo de televisión por persona es de cuatro horas diarias.
Cada
uno ocupa su tiempo como le da la gana. Faltaría más.
Todo
lo anterior se refiere al libro en papel, la lectura en soportes digitales
tiene su apartado.
El
incremento de “lectura digital” no se traduce en un incremento de la lectura
total, lo que puede indicar un trasvase desde la lectura en papel. Aumentó el número personas que leen en
formato digital libros, periódicos, blogs, etc. Me imagino que todos los que
vamos por la calle mirando el móvil es que estamos enfrascados leyendo un
libro.
Indican
los editores que el 80 % de los libros digitales leídos se obtienen de forma
gratuita. ¿Será que muchos lectores consideran elevados los precios en versión
digital? Me parece a mí que va a ser que sí. Aunque no se puede desechar que
está muy extendida la idea de que todo lo digital tiene que ser “gratis”.
Las
compras de libros a través de internet siguen creciendo y paralelamente
disminuyen en librerías y hasta en los grandes almacenes.
Un
cariñoso recuerdo para la librería Ojanguren de Oviedo.
Y
en esto de la lectura ¿cómo les fue a las bibliotecas públicas? Pues ni bien ni
mal, sino todo lo contrario.
El
31,9 % de los entrevistados acudió el año pasado a una biblioteca. No es para
dar saltos de alegría. Y eso que los ciudadanos otorgan una nota media alta a
ese servicio público. Las bibliotecas asturianas son de las mejor valoradas.
Muchas gracias.
Mientras
la valoración de las bibliotecas aumenta, disminuye el uso del servicio de
préstamo. Y por si esto fuera poco también se reduce el número de usuarios
frecuentes. Para rematar han observado como a partir de los catorce años se
hace un menor uso de las bibliotecas públicas y también se produce un descenso
en la participación en actividades escolares relacionadas con la lectura.
No
es un panorama muy alentador.
La
competencia de lo digital está ahí y ese no es el problema. La cuestión es que
a pesar del uso de soportes digitales tampoco se incrementa, de manera notable,
el número de lectores. Lo importante es leer, lo de menos es el medio.
¿Los
libros son caros? ¿Comparado con qué? ¿Leer es importante? Para mí desde luego
que sí. ¿Las administraciones contribuyen a fomentar la lectura? Rotundamente
no.
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