Publicado en La Nueva España el 3 de marzo de 2018
Los gustos y la preparación de
las comidas van cambiando. En ocasiones los platos alcanzan tal nivel de
sofisticación que no están al alcance de cualquiera. Y a pesar de todo hay
guisos que perviven a lo largo del tiempo. Uno de ellos es el pote de berzas.
Las berzas son unas verduras
pobres, desgarbadas y feas. Su escaso, por no decir nulo, atractivo ni siquiera
insinúan los placeres que pueden llegar a depararnos. Es más, quienes no
conocen esta planta y la ven por primera vez piensan que es alimento para el
ganado. Pues también.
Hay verduras que nada más cocidas
y con un refrito están deliciosas, eso no pasa con la berza que es muy golosa.
Necesita más. Las berzas hay que cocinarlas con patatas, unas pocas de fabes – no son obligatorias -, morcilla,
chorizo, tocino entreverado, lacón, huesos de butiello (huesos de rabadal y costillar)
y por Tineo algunos le ponen también chosco. Tiene que hacerse lentamente. Este
pote no quiere prisas.
Con ese compango la berza adquiere
otro color y sabor. Se empapa con los jugos de esas carnes y el resultado es grandioso.
No he encontrado, todavía, a nadie que
no le guste. Ni siquiera esas personas que están a dieta permanente se
abstienen cuando les llega el olor que desprende y los ojos se les llenan de un
arco iris de colores. ¡Cuántas claudicaciones he visto! Quién lo prueba repite.
El pote de berzas es un plato
contundente. No admite dudas o temores. Habrá quién diga aquello de “yo probaré
las berzas”. Sí, sí. Ya están atrapados. Se comen las berzas sin dejar de mirar
para el compango. Al final saltan con eso de ¡un día es un día! y ahí
dan comienzo el asalto al chorizo, morcilla, los huesos y el chosco.
Prueban, saborean y repiten.
Ahora me vienen a la cabeza las
presentaciones de las jornadas gastronómicas del pote de berzas que los
hosteleros tinentenses hacían en Oviedo.
Hace unos treinta años, no
recuerdo exactamente, los hosteleros tinetenses empezaron a realizar unas
jornadas del pote de berzas. Aún las celebran. La presentación se hacía en
Oviedo. Se emitían invitaciones y la llamada del pote de berzas atraía gran
cantidad de personas. Uno de los años se realizó en el Centro Asturiano de
Oviedo. ¡Ay, dioses! Aquello fue… La pasión qué despertó el pote entre los
asistentes fue tal que hubo hasta avalanchas.
En Navelgas, Tineo, llevan quince
ediciones de su festival del pote.
El pote de berzas o pote
asturiano alcanza su máxima expresión – cómo se dice por ahí – en el
suroccidente asturiano. En Tineo, Allande o Cangas el Narcea hay restaurantes
que lo bordan. Sin que se me ofendan los demás tenemos a Casa Emburria y Casa
Lula en Tineo (en El Crucero), La Nueva Allandesa en Allande o el Bar Blanco
Restaurante en Cangas del Narcea. Estos son los buques insignia pero en los
demás también se prepara magníficamente.
Pues ahora van y hacen un
concurso para determinar cual es el mejor pote de berzas de España, sí de
España. Se presentan 85 establecimientos y diez de ellos están ubicados fuera
de Asturias. Ha sido una idea redonda. Las abuelas seguro que no sé lo creen.
El pote de berzas sigue siendo un
plato que se come de forma habitual en las casas del suroccidente y ¡cómo no!
en cada una se hace el mejor del mundo. De momento van a dilucidar cual es el
restaurante que mejor lo prepara.
Acérquense a degustarlo al
suroccidente asturiano y podrán participar en el concurso. Y no se preocupen
por nada, estamos en invierno y un día es un día.
La deliciosa sencillez del pote de berzas by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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