18 ago 2018

¿Por dónde anda la coherencia y el conocimiento en las redes sociales?

Cada uno se informa y toma sus referencias de dónde le da la gana, faltaría más. Hay quienes leen y escuchan, luego lo pasan por su tamiz para formar opinión; otros directamente copian, pegan y se acabó. Pues bueno.

Las redes sociales nos permiten conocernos mejor. Sí, ya sé que en ellas se miente, se exagera, da igual, son clarificadoras. ¿Por qué se disculpa mentir en Facebook, Twitter o Instagram…? ¿Alguien me lo puede explicar? No me sirve eso del anonimato o que se dan por supuestos los engaños. Tampoco admito los fingimientos. ¡Dioses, cuánto ilustrado hay del corta y pega!

Las redes sociales se utilizan como diversión, y está muy bien. Fotografías de viajes, comidas, cosas curiosas, vídeos graciosos… me parece bien. Antes esas cosas las contábamos de palabra y ahora lo soltamos al mundo mundial. Pues vale. También podemos ponernos más “intelectualoides” y colgar cosas más sesudas y trascendentes. También me parece bien. Reconozcamos que somos exhibicionistas, algunos han llegado a stripers.

¿Las redes nos aportan algo? Al parecer sí. La dedicación de tantas horas por parte de millones de personas será por algo.

Hasta no hace mucho nuestro protagonismo se circunscribía al que nos permitían los libros que leíamos, las películas que veíamos y, cómo no, los sueños que teníamos. Hoy en las redes somos los “prota”, aunque sea a base de falsificar, fingir, mentir o inventar. Todo sea por unos “me gusta” más. Por fin hay personas que tienen “vida”.

Un argumento muy escuchado es que gracias a las redes la gente lee más. Pues bien, pero habría que diferenciar entre información y conocimiento, cosas muy distintas.
   
Imagino que no será necesario hablar de las fake news. Son tantas que ya hay cantidad de páginas que se dedican a desmentirlas. En política están al orden del día y son compartidas con total alegría. No vale argumentar desconocimiento. Si no están seguros de la veracidad de una noticia ¿para qué las comparten?

Por cierto, en español hay una palabra que define a la perfección fake news: bulo. Fíjense que utilizando el término en inglés parece que suavizamos su significado, dicho en español no nos cabe duda: un bulo, tal y como lo define la RAE (Real Academia Española), es una noticia falsa propalada con algún fin.

Tengo claro que ni Facebook ni Twitter o similares nos conducen al conocimiento, ni siquiera a la información veraz.

Luego está lo de la coherencia. Ya saben, eso de ser consecuentes y lógicos con los principios que decimos tener. Esto es muy bueno. Sólo hay que darse una vuelta por “face” o “tuiter” para ver las contradicciones. Muchos de aquellos que se dicen educados, demócratas y defensores de la libertad de expresión a la que les llevan la contraria saltan furibundos contra todo dios. Insultan, desprecian y dicen barbaridades sin sonrojarse. Se comportan como verdaderos energúmenos. Unos lo hacen desde el anonimato otros a cara descubierta, pero todos sin ser conscientes del alcance de lo que dicen. Oigan, es que no lo dirían a no ser que… sean gilipollas perdidos.

Antes, se sigue haciendo, a los babayos (término asturiano) en las charlas de los bares era fácil pararlos, ahora en internet andan desbocados.

Después están esos tan íntegros ideológicamente, sobre todo entre gentes que se dicen de izquierdas, que no dudan en utilizar noticias, informaciones, bulos de la derecha más rancia para apoyar sus argumentos contra “compañeros”. Bueno, eso era así hasta ahora, ya hemos visto como en las primarias del Partido Popular valió todo. Es que hay cosas que unen.

Cada uno sabemos lo que hacemos en esa “vida” digital. Todos estamos muy satisfechos de nuestras aportaciones pero que no se nos olvide que en ellas estamos totalmente expuestos y sometidos a críticas, y desgraciadamente a insultos.

De momento cojamos la lámpara para buscar la coherencia y el conocimiento en las redes.

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