Con toda propiedad, aunque sea de
forma coloquial, se puede denominar como tocho a La octava vida (para Brilka) ya que tiene 1002 páginas. Y lo califico de tocho por su extensión, para otros significados tendrán que leerlo y adjudicárselos ustedes si les parece oportuno. La autora
es Nino Haratischwili (Tiflis, Georgia, 1983), la traducción del alemán es de Carlos
Fortea. La escritora vive en Alemania desde 2003.
La mercadotecnia tiene mucho que
ver en la venta de libros, aunque hay quien carga las tintas un montón. He
leído sobre este libro que tiene “cierta dosis de realismo mágico”. Más aún,
“mágica como Cien años de soledad,
intensa como La casa de los espíritus,
monumental como Ana Karenina”. Y no
se ponen colorados. Para alguno es “una voz aguda e irónica que evita el
sentimentalismo y la complacencia narrativa” e incluso llegan a decir que
“compone un tapiz histórico fascinante en el que se mueven inolvidables
personajes tolstoieskianos”.
Bueno, si llaman realismo mágico
a eso de que un personaje, en su vejez, tenga percepciones fantasmales y una
receta de chocolate sea muy adictiva y genere sensaciones intensas pues… Acepto
lo del chocolate, no necesita recetas secretas, es mágico sin más.
Pues vale. ¿Qué habré leído yo?
No tengo ni idea.
Son 1002 páginas que dan para
hablar de una saga familiar georgiana plagada de desventuras. Una de las
protagonistas, Niza, se convierte en la narradora de las cuitas familiares y de
la historia de la imperialista Rusia. Haratischwili recorre parte de la
historia europea del último siglo en relación con Rusia y el bloque de la URSS.
Comienza poco antes de la Revolución Rusa y llega hasta el otro día. Por allí
aparecen Lenin; los sanguinarios Stalin y Beria, ambos georgianos;
Gorbachov y la Perestroika; Shevardanadze, otro georgiano conocido en
occidente; la KGB; la caída del Muro… Los escenarios van desde la Georgia de los
protagonistas pasando por Moscú, Viena, Londres y otros lugares europeos.
A los comunistas rusos, a Rusia,
les da unas hostias como panes. Aunque realmente no discrimina: parte de que el
comunismo es malo allá donde exista. La verdad es que la Historia no deja bien
parada esa realidad política. El genocidio de Stalin, Mao, Pol Pot y los
Jemeres Rojos, etc. desbordan de sangre la praxis comunista.
La historia de la saga familiar
me resultó un poco peñazo. Son expertos en meterse en líos. No se paran a pensar
en las consecuencias de sus actos. Da igual las situaciones en que se
encuentren, ellos tiran para delante. Sus decisiones provocan desgracias en
otros. Son tragedias sobrevenidas por la inconsciencia de los Dzhashi.
Ni
se lo recomiendo ni lo contrario. No se queden con la copla de que son 1002
páginas. En los libros no importa el tamaño. Es una gran obra... en páginas. No
se me ocurriría asemejarla a Cien años de
soledad en ningún aspecto, tampoco a Ana
Karenina o La casa de los espíritus.
La
podrán encontrar en su biblioteca pública o librería preferida.
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