Leonardo Padura iba para pelotero pero acabó siendo escritor. Su
relación con la literatura, con La Habana -su ciudad- y con Cuba -su país- se
recoge en Agua por todas partes.
Se trata de una recopilación de artículos escritos a lo largo de los últimos
años. En ocasiones este tipo de libros me llegan a cansar, con Agua por todas partes la cosa estuvo
bien. Su engranaje me gustó y solo la tercera parte me resultó más lenta. En
ella, en esa última parte, analiza El siglo
de las luces de Alejo Carpentier y la obra de Virgilio Piñera y algo me
frenó. Todo iba muy bien con las páginas anteriores y ahí…
Cuba y La Habana son un constante, es más, protagonizan el libro. Las novelas de Padura
no serían lo que son sin esos escenarios en los que se mueven sus personajes.
Mario Conde, su detective, sin La Habana estaría desarbolado.
Ciudad y país son un sentimiento pero también una realidad que vive el
autor con intensidad. Es una relación de amor que ni la política ha podido
romper. Padura y su mujer se enfrentan a la vida cotidiana de forma muy similar
a la del resto de los cubanos. Siempre nos preguntamos cómo se las apañan y
Leonardo Padura nos da la respuesta: “¿Cómo logran sobrevivir los cubanos? Pues
gracias al arte de “resolver” y a la práctica del “invento”, esas eufemísticas
denominaciones de las más diversas y enrevesadas estrategias de supervivencia,
legales o ilegales”.
Mantilla –su barrio- el Malecón y La Habana son su mundo novelesco y el
del día a día, a pesar de que la ciudad va camino de otra cosa: “La Habana
Vieja adquiere unos colores de Benetton que nunca tuvo y funciona como un
parque temático de lo que fue la Cuba colonial y es la Cuba socialista de la
postmodernidad, la postsovieticidad y quizás de otras posterioridades”.
La Habana que él vive es otra muy diferente a la que vemos los turistas:
“… la falta de respeto al derecho ajeno, la violencia cotidiana, la indolencia
más insultante con que se comportan y viven muchos de sus habitantes [de la Habana]
y que hoy se pueden constatar (al menos y las puedo constatar) con un simple
paseo por los recodos menos iluminados y turísticos de la ciudad, mientras que
en esos otros (los turísticos e iluminados) vemos persistir desde hace unos
años una degradación social que parecía definitivamente extirpada de la isla:
la prostitución”.
Padura se mueve por el mundo y sabe que esos problemas también están muy
presentes en España, Europa y en todos los países. No tienen la exclusividad.
Son lacras universales, aunque en su caso les habían prometido una Arcadia que
nunca llegó ni llegará. Bueno, aquí tampoco es muy distinto. Cada partido nos
ofrece soluciones mágicas que nunca llegan.
Sus críticas son tan ajustadas a la realidad que nadie las puede
contradecir, incluidos los dirigentes cubanos: “¿cómo explicar una economía
doméstica donde los salarios nunca alcanzarían para sufragar la comida,
electricidad, ropa y transporte, sin contar con los previsibles imprevistos (la
taza del inodoro que se rompió, el refrigerador que dejó de funcionar, los
zapatos del niño que duraron menos de lo esperado)?”.
Señor Padura, le puedo hablar de los trabajadores pobres españoles. Personas
que se desloman a trabajar por salarios miserables, sin ningún derecho y
pagándose autónomos. Desgraciadamente parece que nos estamos acercando a
ustedes cuando debería ser al contrario y mire, señor Padura, aquí fue un
gobierno de derechas, del PP, el que obtuvo los “mayores” logros en ese
acercamiento.
Página tras página nos desvela esa vida cotidiana que algunos no quieren
ver pues su mundo utópico se les caería en pedazos: “¿A qué hora y dónde
trabaja toda esta gente que pulula por las aceras y conversa indolente en las
esquinas, asesinando sin remordimientos lo mejor de su vida: el tiempo?”
Hermosa frase para describir una situación terrible.
El béisbol es otra de las grandes pasiones de
Padura: “El hijo mayor de mi padre lo sabría todo o casi todo lo que se puede
saber sobre el béisbol, lo disfrutaría y sufriría por él el resto de su vida,
pero tendría que aparcar su gran deseo de ser un jugador notable en el sitio
oscuro y cálido de los buenos sueños frustrados. Porque ni los empeños de mi
padre, ni el ambiente social y cultural más propicio, ni la milagrera Virgen de
la Caridad del Cobre, consiguieron hacer de mí un buen pelotero”.
Padura se siente un escritor comprometido: “La realidad me obliga a
lidiar con un tiempo en el cual, como escritor, cargo una responsabilidad
ciudadana y una parte de ella es (sin tener por ello que ser adivino, sin tener
que alejarme de las gentes entre las que nací y crecí) dejar testimonio,
siempre que sea posible, de arbitrariedades o injusticias cuando estas ocurre,
y de pérdidas morales que nos agreden, como seguramente también hace Paul
Auster cuando los periodistas lo abocan a tales temas: porque es un verdadero
escritor y porque también él debe tener una conciencia ciudadana”.
Reconoce que las historias de Mario Conde, con mayor o menor carga
policial, tienen siempre intenciones de novelas sociales y reflexivas que le
sirven para esbozar una crónica de la vida cubana.
Literatura comprometida versus
estética. Polémica poco productiva así que paso.
Los recorridos literarios y vitales por El hombre que amaba a los perros y por Herejes fueron muy entretenidos e ilustrativos. También me
resultaron interesantes las motivaciones que llevan a escribir una novela. En
este apartado hace referencias a otros autores y libros.
El propio Padura explica que es Agua
por todas partes: “Ser cubano. Ser un escritor cubano. Ser un escritor
cubano que vive en Cuba. Creo que a estas alturas resulta evidente que tal es
la divina trinidad entre cuyas condicionantes se ha movido y se mueve toda mi
vida y alrededor de las cuales, de una forma u otra, giran todos los textos que
he recogido en este volumen, escritos en un período de casi quince años…”
Me gustó, pero eso no significa nada. Lo mejor que pueden hacer es
leerlo y así opinan. El libro da para mucho más. Me gusta como escritor y me
cayó muy bien cuando lo pude escuchar en directo.
Lo encontrarán en su biblioteca pública o
librería preferida.
El pelotero-escritor y la literatura by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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