El control y la crítica política al
gobierno son algunas de las obligaciones de la oposición política en una
democracia. No hay excusa para que no lo hagan, es su derecho y obligación.
España no es una excepción a esa
regla democrática. Otra cosa bien distinta es el uso que realiza la oposición
en este país. Y no me refiero a todos los partidos, existen diferencias
apreciables entre ellos. Partido Popular, la extrema derecha, JxCat y la CUP se desmarcan por su beligerancia. Su
comportamiento bronco y agresivo se ve reforzado por la utilización espuria de
redes sociales y medios de comunicación afines.
No, los demás no son unos
dechados de virtudes, incluido el Gobierno. Visto lo visto les están haciendo
buenos esos aguerridos defensores de la libertad, la democracia y la verdad.
Oigan, y no se les llena la boca a esa gente de extrema derecha y sus
adláteres.
El Gobierno español la ha
fastidiado en muchas cosas. La crisis sanitaria, y lo que venga, es nuevo para
todos. Con esto no quiero decir que haya que tener manga ancha con Sánchez y su
gobierno, para nada. ¿Podemos comparar con otros países? Pues sí. Hay
que partir de un par de realidades: las medidas han llegado tarde en la inmensa
mayoría de los países del mundo y han estado supeditadas a la economía. En
segundo lugar, no hay una receta única para hacer frente a la pandemia.
Podemos fijarnos en Boris Johnson
y en algunas de las medidas que tomó su gobierno. El primer ministro británico
hizo caso omiso a las indicaciones de los expertos. Johnson era partidario de
la inmunidad colectiva. En la segunda quincena de febrero comunicó a los
británicos que debían estar tranquilos, que todo estaba controlado. Tan claro lo
tenía que se fue con su chica quince días a una mansión campestre en Kent.
Los sanitarios británicos
denunciaron la falta de equipos de protección. Mientras eso pasaba, las
empresas del país vendían equipos de protección a Alemania, España e Italia. El
ejecutivo británico rechazaba sus ofertas de ayuda.
Al final el propio Boris se
infectó y parece que ahora ve la situación de otra manera.
Echemos una ojeada a la actuación
de Trump en Estados Unidos. La última ocurrencia fue la inyectar desinfectante o aplicar luz solar en el cuerpo para vencer la Covid-19.
Perdonen, pero ¿se imaginan a cualquier presidente o primer ministro de la UE
diciendo eso? Anteriormente había propuesto el uso de cloroquina, aún sin saber
sus efectos. El desprecio de Donald Trump a la ciencia es notorio.
Sin ningún pudor afirmó que en
abril, con la llegada del calor, el virus moriría.
El presidente Trump es
especialista en echar balones fuera. No dudó en culpar de mala gestión a la
OMS.
En todo momento antepuso, y así
sigue, la economía. Son los diversos estados los que están tomando las
decisiones de confinamiento y las medidas a tomar.
El virus se está cebando entre
negros y latinos. Tardaremos en saber el número de fallecidos. En estos
momentos compruebo que ya han contabilizado 50000 muertos.
Como pueden ver son pequeños
detalles. Pasemos a Suecia. En ese país han optado por tomar unas medidas
radicalmente opuestas. Han mantenido abiertas las escuelas, cafeterías, bares,
restaurantes, etc. El Gobierno ha pedido a los ciudadanos actuar de manera
responsable y mantener la distancia social. El número de fallecidos es el más
alto de los países nórdicos. Hay una pequeña diferencia con respecto a otros
países. Suecia tiene poca población; más de la mitad de los hogares suecos
están habitados por una sola persona y además en Suecia trabajan más personas
desde casa que en cualquier otro lugar de Europa. Bueno, hay otro detallito:
son disciplinados. Igual que los españoles o italianos ¿a que sí?
Vayamos a Brasil. El presidente
Jair Bolsonaro se pasa el virus y el confinamiento por el arco de triunfo.
Desde el primer momento se negó al aislamiento social, son los Gobernadores los
que lo decretan según su criterio.
Bolsonaro sale a la calle, se
fotografía con todo bicho viviente y se da baños de multitudes. Todo sea por la
economía. No se hacen pruebas ni hay datos de fallecidos.
Destituyó a su ministro de
Sanidad, de profesión médico, porque no le gustaban sus propuestas de
confinamiento.
Subamos hacia México. Allí Andrés
Manuel López Obrador pidió a los mexicanos que lleven consigo amuletos y
estampitas de santos y vírgenes para evitar el coronavirus.
Obrador llegó a decir que el
coronavirus le vino al país "como anillo al dedo" para afianzar
los objetivos de su gobierno. Recomienda el encierro voluntario.
Estas pinceladas ilustran las
cualidades de los dirigentes de esos países.
Un hombre de firmes
determinaciones es el presidente filipino Rodrigo Duterte. Decretó una estricta
cuarentena y dio un aviso: "Mis órdenes a la policía y a los militares es que si hay problemas y hay algún momento en el que deben responder y sus vidas están en peligro, tiren a matar".
¿Será del gusto de la extrema
derecha española esa medida? Mejor no contesto.
Un caso muy alabado es el de
Corea del Sur, similar al de Singapur, Taiwán, Japón o Hong Kong. En Corea los
ciudadanos se compran el test y si dan positivo se lo paga el Gobierno.
Es cierto que también desde el sistema sanitario se hacen un número de test muy
importante.
La población tiene sus
movimientos controlados ya que están monitorizados y al parecer resulta muy
eficaz para controlar los contagios. ¿Lo aplicamos en España? Pues no sé yo.
Las broncas que hay ahora mismo con el recorte de libertades, la intromisión
del gobierno en la vida privada de los ciudadanos, la censura y no sé cuántas
cosas más que dicen la derecha y extrema derecha, no lo veo yo muy claro.
Miren, los asiáticos están
acostumbrados a usar mascarillas y a la distancia social, por aquí ni de coña.
No me digan que escasean. Ni los que las tienen las ponen. Por otro lado, ya
tienen experiencia en epidemias: en 2003 anduvo suelto el Sars y en 2015 el
MERS.
Podríamos hablar de la cobertura
sanitaria de España y la de esos países. No, lo dejamos.
El Gobierno podría ir poniéndose
las pilas de una puñetera vez. La han jodido un montón pero la oposición del PP
y la extrema derecha es inaceptable, impresentable, e improcedente.
Ahora saquen a relucir esto,
aquello y lo demás allá. Sigan demostrando su patriotismo propagando bulos,
mentiras y diciendo que somos la mayor mierda del mundo.
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