En octubre de 1922 los squadristas convergieron en Roma, fue la
traca final que permitió a Mussolini acceder al poder. Ese resultado no fue
fruto de la improvisación.
El movimiento fascista italiano
encontró en los ex soldados de la Primera Guerra Mundial los apoyos que
necesitaba. Unos gobiernos y políticos desastrosos, un país sumido en la
pobreza y una clase trabajadora muy motivada tras la Revolución Rusa fueron
ingredientes que coadyuvaron al advenimiento del fascismo.
Las escuadras de acción se
encargaron de amedrentar, apalear y asesinar a quienes se le ponían por
delante. La demagogia populista sentimental variable fue su único ideario
político. Caló en las clases más desfavorecidas a la par que se convirtió en el
ariete de empresarios y ricos terratenientes.
Con su llegada al poder
eliminaron las libertades individuales y cualquier atisbo democrático. Italia
se metió en la Segunda Guerra Mundial al lado de los nazis y la historia acabó
con Benito Mussolini y Claretta Petacci, su amante, fusilados, sus cuerpos
maltratados y colgados boca abajo.
Todo lo que hicieron fue en
nombre del pueblo italiano, por el honor de la patria y para devolver a Italia
a su esplendor pasado.
España tuvo sus imitadores en
José Antonio Primo de Rivera y la Falange Española de las JONS, aunque se les
adelantaron los militares con Franco a la cabeza.
En España el régimen autoritario
personalista con una impronta fascista muy marcada inició su andadura con la terrible
Guerra Civil, la no menos sangrienta postguerra y a cuarenta años de dictadura.
La dictadura franquista acabó con
las libertades individuales, políticas y sindicales. Una pequeña camarilla de
terratenientes, militares, curas y empresarios, a los que se sumaron los
pícaros advenedizos, convirtieron España en su latifundio particular.
Los franquistas no necesitaron
cacerolas con los fusiles tuvieron suficiente.
Franco murió en su cama.
Quienes sí dieron cacerolazos
fueron las mujeres y niños pudientes en Chile durante el gobierno de Salvador
Allende. En 1971 realizaron una marcha, cacerola en ristre, que se fue
extendiendo por el país, se las denominó las “marchas de las cacerolas”.
El final ya lo saben. Pinochet
dio un golpe de estado; Allende fue asesinado; se abolieron los partidos
políticos y los sindicatos; limitaron la libertad de expresión; las torturas y
los desaparecidos, miles, fue la norma para rebatir
a los adversarios.
En lo económico aplicaron las
recetas ultraliberales de Milton Friedman que puso en manos de las grandes
multinacionales la economía del país. Redujeron el gasto público, no
privatizaron el aire de milagro y el milagro chileno fue haciendo agua con el
tiempo.
Estos también dieron un golpe de
estado por el bien del país, por su honor y mayor gloria.
Augusto Pinochet murió en su
cama.
Ahora, en España, en plena crisis
sanitaria y en contra de toda racionalidad, los que llevan toda la vida
refunfuñando contra las protestas y manifestaciones de trabajadores, se están
echando a la calle. Hablan de libertad, de gobierno dictatorial… ver para
creer. ¡Lo dice la extrema derecha! Son muchos los que desde su ceguera,
desmemoria o ignorancia histórica están dando su apoyo a estas manifestaciones
antidemocráticas. Manifestaciones que tienen un único objetivo: cargarse un
gobierno democrático.
Por favor, no me vengan con
historias.
En ese manifiesto que circula
entre la extrema derecha y la derecha, firmado por varios intelectuales, quedan claras las intenciones de toda esta movida.
El escrito da idea del nivel intelectual de los firmantes, entre ellos está
Sánchez Dragó. Piden la “DIMISIÓN del Gobierno de Pedro Sánchez y encargo de la
Presidencia por S.M. el Rey a una personalidad independiente con respaldo de
todos los partidos constitucionalistas de las Cortes Generales. Gobierno técnico
y de gestión que haga frente a la crisis sanitaria y a sus terribles
consecuencias económicas y sociales. Convocatoria de elecciones nacionales un
años después”.
Esto me recuerda al golpe de
estado del 23 de febrero de 1981. Ah, claro, a los mayores se les olvidó y los
más jóvenes no saben de qué les hablo. Pues estudien la Historia de España. A
lo que iba. Aquel día se presentó el general Alfonso Armada en el Congreso para
hablar con Tejero y acordar un gobierno de concentración con políticos de todos
los partidos, eso sí, con Armada de presidente del Gobierno. En fin.
Además, esos intelectuales de
pacotilla flaco favor le están haciendo al Rey.
No tienen ningún empacho en
utilizar términos que les son totalmente ajenos. Tampoco es novedoso. Ya
Mussolini y José Antonio se nutrieron del vocabulario e ideas socialistas y
comunistas. No les duele hablar de lo mal que lo está pasando la clase media,
pero... ¿no habían desaparecido las clases?
Ignorantes y atrevidos.
Oír a la extrema derecha hablar
de libertad resulta irónico a la par que trágico. La extrema derecha es un
movimiento político autoritario que deviene dictadura. Sólo conocen el ordeno y
mando. Todos los desafectos con su causa son reprimidos con violencia. La
extrema derecha siempre acaba poniéndose al lado de los poderosos y acaba
siendo el brazo ejecutor del más extremo y corrupto capitalismo.
Esa gente, cuando alcanza el
poder político, lo utilizan para saltarse las leyes que ellos mismos crean y a
su sombra esquilman las arcas del Estado y realizan negocios sin control
alguno.
Absténgase de sacarme a colación
la dictadura estalinista, maoista o castrista. Estoy hablando de la extrema
derecha y los fascistas.
La extrema derecha, con el apoyo
de la derecha del PP, está, una vez más, polarizando el país. El lamentable espectáculo
que están ofreciendo es indigno, zafio, insolidario, chulesco y peligroso.
Es tragicómico ver como un
movimiento que se desplaza en coches de alta gama es aplaudido por los más
desfavorecidos y la clase media.
¡Más qué manifestaciones! by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario