20 abr 2022

Ella entró por la ventana del baño, una narconovela

 

 

  La mayoría de las novelas negras o policíacas que leemos son bastante suaves. Pueden tener su dosis sangrienta pero por lo demás son políticamente correctas. En el caso de las españolas tenemos bastantes ejemplos de policías o bien correctos o un poco, poquito, rebeldes, pero en líneas generales nada que nos sobresalte. Otra cosa bien distinta son las narconovelas, entre las que se encuentra Ella entró por la ventana del baño, del mexicano Élmer Mendoza.
  El autor nació en Culiacán, Sinaloa, y en esa ciudad es catedrático de Literatura en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Lo explicito ya que eso implica que Mendoza nació, vive y trabaja en una de las zonas más peligrosas de México, territorio del cártel más importante del país, el Cártel de Sinaloa o Cártel del Pacífico y por lo tanto tiene un conocimiento directo de lo que es el narcotráfico y sus consecuencias.
  Élmer Mendoza está considerado el padre de la narcoliteratura, si no lo es demuestra ser un hijo con grandes dotes para el género.
  Ella entró por la ventana del baño, título que no me gusta nada, es la sexta entrega protagonizada por Edgar Mendieta, conocido por todos por el Zurdo Mendieta o el Zurdo.
  El Zurdo Mendieta es un detective de la Policía Ministerial del Estado de Sinaloa en Culiacán. En esta ocasión tiene que atrapar a un ex militar, Sebastián Salcido, el Siciliano, que tras pasar veinte años en la cárcel quiere vengarse del policía que lo encarceló. Paralelamente recibe un encargo extra y bien pagado para encontrar a una mujer, un antiguo amor de un empresario moribundo.
  Para la resolución de ambas historias, que acabarán convergiendo, el Zurdo tendrá la ayuda de su amiga Samantha Valdés, jefa del cártel del Pacífico. Las relaciones entre policías, militares, políticos y narcotraficantes no es cosa de las novelas, sabemos por las noticias que nos llegan desde México que es una realidad.
  La novela es muy realista. No hay medias palabras o insinuaciones. Tiroteos, balaseras, entre narcos, policías y militares, todos contra todos, al parecer forma parte de la vida mexicana y así se recoge. La corrupción de policías y militares se plasma sin estridencias ni juicios de valor. Está ahí, se cuenta y listo.
  Mendieta no se fía de casi nadie y por eso recurre a su amiga narco. Es una relación de camaradería en la que se juegan la vida frente a otros policías y militares corruptos. Desde luego el Zurdo no es una monja de la caridad, pero dentro de ese mundo putrefacto conserva unos «principios». Le ayuda un amigo, policía también, apodado el Gori. Es un torturador policial que disfruta haciendo su trabajo.
  La novela tiene su parte erótica. El empresario moribundo, Ricardo Favela, rememora la relación amorosa con una mujer desconocida veinte años atrás y de la cual nunca supo nada, es la que quiere volver a ver antes de morir.
  En Ella entró por la ventana del baño no hay grandes descripciones, no las necesita. La acción es rápida. Frases concisas, claras, van aportando todo lo que necesitamos los lectores para ponernos en situación. El lenguaje directo de la calle da aún más intensidad y realismo a la novela. A eso se suman los giros y expresiones mexicanas que en ocasiones nos hacen frenar en la lectura y tirar de diccionario, todo ello, imagino, con el fin de abundar en la verosimilitud de la narración.
  Lo dicho, nada que ver con nuestras novelas policíacas. Si les apetece leerla pueden poner como fondo musical un narcocorrido para entrar más en ambiente.
  Si quieren hacer este viaje acérquense a su biblioteca pública o librería más cercana.

 


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