Comentario para Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (19/03/2013)
Si nos hacen una encuesta y nos
preguntan: ¿qué es importante para usted? probablemente contestaremos: la
salud, el trabajo, la familia, y la educación. Y en eso estamos todos de acuerdo.
Con el tiempo cada uno vamos perfilando
nuestros gustos, entretenimientos y pasiones. Hoy voy a confesarles una las
mías. No es de ahora, tampoco lo es por cuestiones de trabajo, la tengo, y con
el tiempo se incrementa, desde niño: mi amor por la lectura y por extensión por
las Bibliotecas Públicas.
La chispa surge en el momento más
insospechado. No sabes la razón, ni el motivo, pero de pronto aparece y ya no
se va. Aún recuerdo la primera vez que entré en una Biblioteca. Fue la de
Roces, en Gijón. La que me marcó, mi gran Biblioteca, fue la Jovellanos, también
de Gijón. Desde entonces las Bibliotecas Públicas son mi casa.
No intento explicarlo ni
justificarlo. Es una realidad, mi realidad y me apasiona. Me gustan las
Bibliotecas y me entusiasma lo que
contienen.
Volviendo a esa hipotética
encuesta, la educación siempre estará presente en ella, pero ¿es posible
educación sin lectura? Mi respuesta es no.
La lectura es imprescindible para
adquirir conocimiento, también una de las formas más placenteras de
entretenimiento. Así lo creo.
Pues bien, las Bibliotecas
Públicas cumplen un papel fundamental como servicio público que permite el
acercamiento al conocimiento y al entretenimiento. No hay servicio más
democrático que las Bibliotecas Públicas. Entras, miras, usas y te vas. Así
de fácil. No es gratis. Las financiamos entre todos, pero su acceso universal, libre y directo no lo ofrece
ningún otro servicio público.
Todos los indicadores dicen que
allí donde más se lee y más se utilizan las Bibliotecas Públicas es donde la
sociedad es más libre y por ello más crítica, al tiempo que más avanzada a
todos los niveles.
Durante los años de la dictadura
franquista las Bibliotecas quedaron
reducidas a otro espacio de adoctrinamiento más y en muchos casos reservado a
una élite “intelectual” muy del régimen.
La democracia abrió sus ventanas
y las limpió de polillas. Se construyeron nuevos edificios, se les dotó de
personal adecuado y los ciudadanos las vieron con otros ojos y se acercaron a
ellas.
Hoy no voy a hablarles de sus
carencias y limitaciones. Hoy solo quiero transmitirles sus bondades, su
importancia.
Todos queremos tener un cuerpo
bonito y para ello no dudamos en ponernos a dieta, caminar o ir a un gimnasio y
eso está bien. Entonces ¿cómo es que no ejercitamos más nuestro cerebro? Los
libros ponen fina nuestra mente y nos
preparan para vivir de otra manera. Siempre con más vigor y consistencia.
Los padres llevan a sus hijos a
aprender a nadar, a clases de inglés, música y un sinfín de actividades, todas
ellas encaminadas a lo mismo: a que tengan mejor calidad de vida en su etapa
adulta. Entre esos desvelos no siempre se encuentran los libros.
La visita semanal a las
Bibliotecas Públicas creo que tiene que convertirse en un acto normal,
espontáneo, y nunca impuesto. La lectura nunca debe ser obligada, a no ser para
el estudio, claro, y la mejor forma que hay para que los niños lean es viendo
como sus padres, sus abuelos lo hacen. Diez minutos, quince, de lectura
familiar, sin televisión o cualquier otro artilugio contribuirán a que esos
niños se diviertan, aprendan y mejoren sus capacidades.
En gran medida, el fracaso
escolar es fruto de la falta de comprensión de lo que leen. No hay grandes
misterios en esto.
Los niños dedican a la televisión
varias horas al día o a jugar con una play o con el ordenador, solos, sin nadie
que los acompañe y, sin embargo, no son capaces de estar un rato con un libro.
Algo no funciona.
Les pido, por favor, que sus
niños les vean leer y ya verán como surte efecto. Será una de las mejores cosas
que les podrán ofrecer.
Disfruten de la vida y acuérdense
de las Bibliotecas Públicas y pongan una en su vida.
Pongan una Biblioteca en su vida por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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