Un rincón de Navelgas
No todas las tradiciones son
buenas. Da igual que tengan cien o quinientos años de antigüedad. Unas son
agradables y otras una barbaridad. Ejemplo de esto último es el Toro de la Vega
de Tordesillas o los toros en general. Eso solo por citar una “animalada”.
Otras costumbres rememoran
tiempos casi olvidados que entroncan con esa
historia más cercana. Hay trabajos o saberes en desuso que vistos hoy
nos provocan ternura. Cuando contemplamos la recreación de esos quehaceres nos
sorprendemos de las habilidades manuales de lo que hoy denominamos artesanos,
pero que en su momento eran oficios. Trabajos duros, muy duros, en los que las
personas se dejaban su vida. Hoy, pasado el tiempo, nos embelesan un rato pero
afortunadamente quedaron atrás.
El próximo sábado, 9 de
noviembre, en Navelgas (Tineo) se celebrará el XVIII Festival del Esfoyón y el
Amagosto.
Allí podremos ver, en vivo,
algunos de esos trabajos casi olvidados.
Al mismo tiempo seremos agasajados con algunas delicias gastronómicas.
Cuando llegue la noche, la
penumbra de algunas luces y antorchas nos sumergirán, en las estrechas calles de
Navelgas de Arriba, en un túnel del tiempo.
Podremos ver como unas manos
hábiles entretejen un cesto. Oiremos el repicar de un martillo en la fragua y
nos sorprenderemos como de un trozo de madera,
con un formón y la destreza de una persona, surge un juguete. Otras
manos, estas de mujer, nos mostrarán como se tejía la lana o como se hacía la
manteca.
Un poco más allá, en un humilde
lagar, se exprimirán las manzanas y podremos probar el néctar extraído.
Una escuela, de las de hace un
montón de años; un chigre, de los que ya no encontramos, o vayan ustedes a
saber con que nos sorprenden este año,
podrán ustedes “degustar” en Navelgas.
Si se animan aprenderán a
esfoyar.
Habrá música, como no. No pasarán
ni frío ni hambre.
A la vuelta de cualquier esquina
podrán encontrarse con un burro cargado con dos maniegos llenos de castañas
recién asadas. No se preocupen, no se quedarán con ganas de ellas.
Con un poco de paciencia probarán
un trocín de tocino recién frito o un frixuelo. Aquella manteca que vimos hacer
a las mujeres no se desperdicia, les invitarán a comerla. Empanada, bollos,
vino, orujo o anís de guindas serán ofrecidos sin complejos.
¿Y saben una cosa? Todo ello es
gentileza de los vecinos de Navelgas. Al final, pasarán el sombrero y si
ustedes tienen a bien, contribuyan con algunas monedas, serán bien recibidas y
entre todos se hará posible que el año que viene se pueda volver a celebrar.
Habrá más cosas, esto es un
anticipo. Acérquense y compruébenlo.
A mí me gusta esta celebración.
Es sencilla, no necesita más aderezos, está llena de esas tradiciones que
me conmueven. Los protagonistas son los vecinos de Navelgas. Altruistamente
realizan las actividades, nos permiten el acceso a una parte de sus casas y somos bien recibidos.
Todo lo que nos ofrecen es fruto
de sus manos, de lo que aprendieron de sus mayores y que quieren conservar como
testimonio de otros tiempos, que no fueron mejores, pero que ellos vivieron.
La Noche mágica de Navelgas tiene
tal encanto que no deberían perdérsela. No les defraudará.
Navelgas nos recrea una vida que ya no existe by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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