4 sept 2019

Juez de Tineo en la Villa y Corte

Publicado en La Nueva España el 2 de septiembre de 2019

Quedamos a la hora más torera para tomar un café y charlar. La tarde, un poco gris, no nos intimida y nos sentamos en la terraza. No lo parece pero seguimos en agosto y el juez Daniel Prieto Francos (1987) disfruta las vacaciones en su Tineo natal. No perdona las fiestas de San Roque, son una cita obligada. Está en casa.

Ha tenido tiempo para pasar unos días en Galicia donde dejó buenos amigos en su etapa como juez en Cangas de Morrazo (Pontevedra).

Nos conocemos de toda la vida y la conversación discurre tranquila y en confianza. Dani o Daniel, cómo le llamamos todos en Tineo, sigue siendo una persona muy cercana.

En la actualidad tiene su plaza en el Juzgado nº 2 de lo Social en Ponferrada, pero de momento tiene una comisión de servicio y trabaja en Madrid como asesor de Planta del Ministerio de Justicia.
Se le nota que está a gusto en su destino.

Ante mi ignorancia lo primero que hace es explicarme que es eso de Asesor de Planta. Lo deja muy claro, es un puesto técnico. Se trata de un nombramiento discrecional, en este caso de la ministra de Justicia, Dolores Delgado.

Comparte trabajo con otras treinta personas: diez jueces, diez fiscales y diez secretarios. Asesoran jurídicamente al Ministerio de Justicia o a otros ministerios siempre y cuando los asuntos tengan relación con temas legales. Ejercen las competencias de Justicia en aquellos territorios que no tienen asumidas las transferencias.

Daniel Prieto desarrolla sus funciones en la Secretaría General de la Administración de Justicia, desde donde coordinan todo el engranaje del Ministerio.

A partir de ahí, faltaría más, hablamos de la situación de la Justicia en sus aspectos materiales.

Admite que existen deficiencias. La compatibilidad informática en todo el Estado sigue siendo un problema sin resolver. Respecto a la falta de personal y juzgados me informa que a pesar de la prórroga presupuestaria se van a poner en marcha más de cuarenta nuevos juzgados y se crearán trescientas plazas de jueces y fiscales. Afirma, convencido, que el Ministerio hace lo que puede.

La conversación discurre sin un orden preestablecido. Saltamos de un tema a otro sin problema alguno.

Se levanta un poco de aire. El café nos mantiene a la temperatura adecuada.

Repasamos algunos casos judiciales de actualidad y sale a relucir la desconfianza ciudadana hacia la Justicia. Lo asume. Reconoce la lentitud. Además de las carencias existentes, el juez Daniel Prieto argumenta que el derecho a la defensa, en los casos más complicados y mediáticos, suele ralentizar el desarrollo de las actuaciones judiciales. Traduzco esa defensa por entorpecimiento del proceso, sonríe.

A esto le suma la falta de jueces y sobre todo la mala distribución de los mismos. Me lo tiene que aclarar. Me explica que las demarcaciones judiciales son del siglo XIX y que es necesario hacerlas más racionales.
Entendido. Eso significa concentrar juzgados y eliminar los menos operativos, o dicho de otra forma, los que menos casos tienen que a su vez se asientan en los territorios más despoblados. Medidas poco populares, sin duda. Esto lo digo yo, Daniel me escucha.

Recalamos en la cuestión de la prisión provisional y ahí se muestra muy cauto. No es partidario de su aplicación sistemática. La cárcel es una pena muy dura y debe mediar una sentencia judicial.

Vuelvo al retraso de las sentencias y que pierden su sentido ejemplarizante. Me corrige. Las sentencias, argumenta, no tienen que ser ejemplarizantes. Tienen que ajustarse a la Ley. Podemos acabar siendo justicieros. No hace concesión al populismo. Se nota que es juez.

El frescor de la tarde no nos levanta de la mesa.

Sigo en mi línea y él me va aclarando las cuestiones que le planteo. Llegamos a los jueces que se pasan a la política y regresan a la judicatura.

Cree que no deberían existir trabas. Eso sí, matiza la respuesta. Considera que no es lo mismo volver al juzgado de un pueblo que a la Audiencia Nacional. En el caso de los organismos más sensibles, cómo los denomina, se podrían arbitrar mecanismos para retrasar su reincorporación.

En sentido estricto parece sensato pero a mí, como ciudadano, me quedan dudas.

¡Y, cómo no! hablamos del otoño caliente que se avecina. La referencia a la sentencia de los políticos presos era obligada. No conoce el veredicto, evidentemente. Tiene su opinión, que se guarda. Coincidimos, al igual que todos, en que va a influir en la vida política. Nos preocupan las consecuencias y de ello hablamos un poco. Pero eso queda en el ámbito de la confidencialidad.

La interinidad del Gobierno tiene repercusiones en todos los ámbitos. A pesar de la paralización legislativa el trabajo no les falta. Daniel Prieto se siente bastante orgulloso del trabajo que realizaron en el Decreto-ley de medidas urgentes en materia de vivienda y alquiler.

Una vez más pone luz en mis sombras.

Con ese decreto se intentó proteger más al arrendatario y se criticó que no hubiese una limitación al precio del alquiler. No es tan fácil, me dice. Se corría el riesgo de desincentivar el alquiler por un lado y, por otro, el derecho de la propiedad se podría ver afectado e incluso entrar en colisión con la Constitución. Esa limitación le resulta muy discutible.

Tengo que poner la cazadora. El aire empieza a ser un incordio. Los cafés hace un rato que nos los ventilamos. Daniel tiene una cita ineludible.

Acabamos con sus preferencias de destino, el actual o el juzgado. Le gusta ser juez, lo de ahora es muy distinto pero enriquecedor. En muchas ocasiones, afirma, hay que trabajar contra reloj. Pone cara de pillo cuando me dice “aquí no mandas, te mandan”. Ah, en principio no se ve trabajando para otro gobierno. Lo dejo estar, eso es cosa del futuro.

De momento, el juez Daniel Prieto Francos, tinetense, miembro de Jueces para la Democracia, continuará en la Villa y Corte. Más adelante se verá. De todas formas, la Sala nº 2 de lo Social en Ponferrada le guardará la ausencia.

Nos despedimos. Él a su cita ineludible: una partida de mus, yo a lo mío.

Como siempre, señoría, ha sido un placer charlar con usted. Que todo te vaya bien, Dani.

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