20 abr 2020

Divagaciones coronavíricas (37)

  Hay quienes opinan desde la suficiencia, otros lo hacemos desde la duda. Unos lo hacen, opinar, para convencer,  otros para reflexionar. Algunos sentencian sin apelación, otros criticamos desde la incertidumbre, la perplejidad y la desconfianza en nosotros mismos.
  Qué quieren que les diga, eso de la infalibilidad no es una de mis cualidades. Así y todo tengo la osadía de opinar.

 En ocasiones recelo de mis apreciaciones sobre los políticos. ¿Soy mejor que ellos? ¿Más inteligente? Nunca he vivido de la política, eso al menos me diferencia. Lo de la inteligencia depende de con quién me compare. 

  La situación que estamos viviendo y las actitudes de los políticos no contribuyen a que mejore mi opinión sobre ellos. No encuentro donde asirme. La prevalencia de la política partidista, e incluso personal, destaca sobre cualquier otro aspecto. Lo público, en este caso nuestra salud, la siguen supeditando a sus intereses.

  Miren, les voy a poner dos ejemplos.

  Sánchez y Casado tuvieron hoy una entrevista telemática. No eran capaces de ponerse de acuerdo en la hora. Uno que a las once, el otro a las doce. ¿No es ridículo a la par que vergonzoso? Se comportan como niños caprichosos.  

  Segundo ejemplo. Maritxell Budó, portavoz del Govern catalán, dijo que “con una Cataluña independiente no habría habido ni tantos muertos ni tantos infectados”.

  Este es el pan de cada día. ¿Cómo podemos transigir ante tanta imbecilidad?

  Ahora que lo pienso, viendo lo que ronda por las redes sociales tampoco me extraña. Paralelamente, hay personal supermajo. Hay mogollón de ciudadanos inteligentes, atinados, que a poco que se busquen se topan. Hay que desbrozar las redes, los medios y la política. Hagamos un esfuerzo y a todos nos irá mejor.

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