21 abr 2020

Divagaciones coronavíricas (38)

  El silencio se rompe a las ocho de la tarde. El resto del día algún coche estropea la mudez. Los escasos viandantes son siempre los mismos. En las casas apenas se escuchan a los vecinos.

  Nunca conocimos nada igual. ¿Se nos estará entristeciendo la vida?

  Cuando llegue el deshielo una voracidad desconocida nos impulsará a arrancar placer a dentelladas. Y sin embargo, llevamos inoculado el miedo. Un futuro insondable nos remite a terrores milenaristas.

  La esencia del ser volverá a ser tema de estudio para unos pocos, la mayoría transitaremos desde el desconcierto a la desesperada inanidad. Discursos apocalípticos se enfrentarán a vanas utopías y mientras deambulamos entre ellos, la vida se nos va. Los cementerios están repletos de muertos que ya no esperan ni la muerte. No hay prisa. ¿Tú la tienes? Yo no. Abracemos un deseo y vivamos. Bebamos otro sorbo de esperanza.

  Salgo del ensimismamiento. Hace un rato que dejé de ver la calle. Otro vino. La botella está vacía. ¿Qué, hace otro vino? Hace. Me levanto por otra. Sirvo una generosa copa. Salud. Bebo. Sigo con lo mío.

Licencia de Creative Commons
Divagaciones coronavíricas (38) by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario