Hasta los más viejos recuerdan la ilusión y
nervios del día cinco de cada año, la víspera de Reyes. Ese nerviosismo
placentero con el transcurso de la vida se va convirtiendo en algo racional,
frío. Es la pérdida de eso que denominan la inocencia infantil.
Quienes han tenido la fortuna de ponerse en
la piel de un rey mago no puede olvidar como esas niñas y niños se acercan
cohibidos, casi sin atreverse a mirar al rey de turno. Cuando el rey los coge y
sienta en sus piernas, es obligado hacerlo, se nota el temblor de su cuerpo que
incluso les llega a paralizar y son incapaces de decir una frase. Esa tensión
que acumulan los niños la siente el rey como algo propio que le lleva a su
infancia. Es una de las experiencias más gratificantes que una persona puede tener.
Algunos niños dejan unas cartas enormes,
otros son muy prudentes, pero tanto unos como otros están ansiosos.
Creo en pocas cosas «sagradas», una de ellas
son los niños. No hay mayor «pecado» que maltratar, matar o violar a un niño.
Bueno, sí, que un cura viole a niños. Ni su dios ni ningún otro les perdonará.
Yo, que solo soy un hombre, no les perdono y maldigo eternamente.
Las fiestas religiosas se han convertido en
la excusa para el jolgorio y el gasto exacerbado, por mucho que le pese a los
curas. La festividad de los Reyes Magos es la muestra palpable de esto. Si no
que se lo pregunten a los sevillanos y sus cánticos al paso de la cabalgata.
Parece más la festividad de carnaval que un acto religioso.
Tras esa celebración religiosa hay algo más
importante, la pasión desbocada de los niños. A pesar de recibir regalos de
manera continuada la festividad del 6 de enero es especial, muy especial. Viene
cargada de una larga tradición que ha pasado al acervo de los pueblos
españoles. Siempre hay excepciones, en las casas, y ya en muchas se celebra la
llegada de Papá Noel, lo que no suele excluir a los Reyes, desde luego.
La primera cabalgata de Reyes Magos
documentada en España se hizo en Alcoy, Alicante, en 1885. No es una tradición
tan antigua, pero caló en la sociedad. Se convirtió no en el día de un niño,
aunque fuese un niño dios, según los católicos, si no en el día de todos los
niños. Se socializó la festividad. Los avispados mercaderes vieron en ello un
grandísimo negocio y siguen promocionándolo.
Independiente de lo dicho o lo que se pueda
decir, que es mucho, la emoción de los infantes, repito, no tiene precio,
bueno, sí que lo tiene pero en esta ocasión da igual.
Pueblos y ciudades se vuelcan con esta
festividad y organizan cabalgatas más o menos impresionantes, en función del
presupuesto, pero en todos los lugares la hacen lo mejor que pueden y le ponen
ilusión y cariño. Todo sea por los niños.
En Tineo, Asturias, se celebra una cabalgata
en la capital, también en Tuña y en Navelgas. La de Tineo, por se la capital
del concejo, solía ser la más vistosa. Un año con más participantes, otros con
menos, pero siempre con cierto decoro. Así fue hasta este año, 2025.
Lo que vimos, lo que vieron los niños, fue
una cabalgata desangelada. El tiempo no acompañó, llovió, lo que la deslució
aún más si eso era posible. Los tres Reyes en sendos caballos, cada uno de
ellos acompañados de unos pajes, a los que la lluvia apagó las antorchas y eso
fue todo. No todo, el coche de la policía local, con las luces de emergencia
abría la marcha y era lo único que daba colorido, por detrás otro vehículo,
este de emergencias, animaba la triste marcha con un altavoz.
Fue una cabalgata triste, de una tristeza
que encogió el corazón. Ni una buena noche la hubiera levantado. El
despropósito fue tan enorme que las críticas de los ciudadanos llenaron el
Facebook municipal, cosa nada corriente.
No tuvieron ni el detalle de lanzar unos
tristes caramelos. Es cierto que en el recibimiento que hicieron sus majestades
les entregaron un paquete de chucherías, pero eso no compensó el desaire. Los
más mayores saben que es costumbre que arrojen caramelos.
A sus majestades y a los pajes hay que darles
las gracias por venir a Tineo, y les pido perdón por la acogida tan lamentable,
así y todo se lo agradecemos enormemente y esperamos que no se hayan
acatarrado.
Al concejal de festejos no le voy a decir
nada, ¿para qué? La señora alcaldesa seguro que algo dirá, imagino que el tema
saldrá en el siguiente pleno municipal. Es muy echada para adelante y según
cuentan muy marimandona y encontrará justificación, no dudará en mentir, tiene
práctica en ello.
El año que viene tirará la casa por la
ventana, pues vale, pero no podremos olvidar el fiasco de cabalgata que
organizaron o no supervisaron.
Este gobierno tinetense está formado por PP y
Vox, ellos muy tradicionales, conservadores y lastrados a las tradiciones,
aunque sean tan terribles como los toros, no han sido capaces de dar una
satisfacción a los niños el día más
especial del año para ellos.
Se lo diré una vez más: la cabalgata de Reyes
del año 2025 ha sido un absoluto desastre y la culpa, en última instancia, la
tiene la alcaldesa, Monserrat Fernández Álvarez, del Partido Popular.
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