24 ene 2012

En defensa de lo público



Comentario  para el programa Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (24/01/2012)

No me cabe la menor duda de que cuando ustedes van a un hospital no le dicen al cirujano que les va a operar: me alegro de que le hayan bajado el sueldo y aumentado la jornada laboral. Tampoco se lo dicen a la enfermera que les cura, a ustedes o a los suyos, a las auxiliares o los celadores. No, no se lo dicen.

Cuando nuestra casa se está quemando esperamos que los bomberos lleguen lo más rápido posible y salven lo nuestro. En este caso estoy seguro de que no les decimos: sois unos vagos  que os pasáis el día sentados ¡qué bien vivís!

Todas las mañanas, al ver a la maestra o maestro que está educando a nuestros hijos no se nos ocurre soltarles aquello de menuda jeta, ya te puedes quejar con las vacaciones que tienes. Nadie se lo dice, entre otras cosas, porque se acuerdan de que al cuarto día de las vacaciones escolares los padres echan de menos la escuela. Amén de que están formando a sus hijos.

Cuando sufrimos un accidente esperamos ansiosos a que llegue la Guardia Civil para auxiliarnos. No, a estos tampoco les decimos aquello de solo estáis  para cazarnos.

Si nos roban, nos pegan o algo peor, ahí está la Policía y quisiéramos que estuviesen a nuestro lado y que cuando menos detengan al culpable.  No les decimos ¿estabais tomando un café? No servís para nada.

Si tenemos un conflicto con un vecino, normalmente, no lo solucionamos a tortas. Vamos al juzgado y un juez dictará sentencia. ¿Quién es el guapo que le dice a su señoría?: la justicia es una mierda y ustedes no trabajan nada. Estoy seguro de que nadie lo hace.

Al llegar la hora de que los jóvenes accedan a la universidad lo primero que hacen es decirle al jefe de departamento:  su servicio es un nido de enchufados y  ya veremos que preparación me van a dar. Amén, claro está, de espetarle: la beca que me dan es una porquería. ¿A que no? Pues no.

Todas las mañanas, cuando nos tropezamos por las calles con los trabajadores del servicio de limpieza no les soltamos aquello de: mueve esa escoba con ganas que para eso te pagamos. Por supuesto que no. No se lo decimos entre otras cosas por que está limpiando la mierda que nosotros dejamos.

La cantidad de ejemplos podría ser muy amplia, desde luego. Estas situaciones no suelen darse en el día a día de nuestras vidas, sobre todo por que sabemos que todas esas personas están trabajando para la colectividad y entre ellos habrá como en botica, de todo, pero son necesarios. Entonces ¿a que viene eso de insultar?  Que ganan con alegrarse de que a los trabajadores de las administraciones públicas nos bajen el sueldo o nos aumenten la jornada laboral.  De verdad ¿no se dan cuenta de que están tirando piedras contra su propio tejado?

Llevamos mucho tiempo aguantando que se desprestigie la función pública. Ya hay ciudadanos que recuerdan los tiempos en que no existían becas, donde el vuelva usted mañana era lo normal o donde había que pagar un igualatorio médico. De la justicia o los agentes del orden público no voy a hablar de cómo eran hace 40 o 50 años.

Ni los trabajadores de lo público, ni los sindicatos –sí los sindicatos- son responsables de los desaguisados de los gestores de lo público. El que nos rebajen el salario, nos aumenten la jornada no va a ayudar a este país a sacarnos de la crisis. Eso sí, está muy bien que existan chivos expiatorios, mientras hay quienes se están encargando de laminar todo lo público. Todo ello bendecido, estimulado y apoyado por quienes se han encargado de empufar, malgastar y se han corrompido hasta las trancas.

¡Ah! Un pequeño recordatorio: si a los trabajadores de las administraciones públicas nos hacen lo que nos están haciendo ¿qué no harán en las empresas privadas? Ya saben y recuérdenlo: cuando las barbas de tu vecino…
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En defensa de lo público por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

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