Comentario para el programa Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio ( 10/01/2012)
Ya se sabe, después de Reyes: las
rebajas. La cosa tiene su gracia. Todos hemos visto como el día de inicio de
esa orgía consumista muchas gentes se apelotonan, estrujan y achuchurran a la puerta de los grandes
almacenes para ser los primeros en gastar. Por haber hay quien se posiciona la
noche anterior, no vaya a ser que alguien le quite el privilegio de ser los primeros. Los síntomas son claros: mirada
fija en la puerta, ojos inyectados en sangre, codos armados para disuadir
cualquier intento de colarse, dinero el justo y unas ganas locas de encontrar
el chollo de su vida. Bien por nosotros.
También hemos podido ver otras
situaciones más estrambóticas pero no por ello menos reales: gentes en ropa
interior a la puerta de determinadas tiendas y los primeros que entren salen
vestidos gratis. Estos en el fondo son modelos frustrados. No les importa
enseñar los michelines, una ropa interior cutre o cualquier otra peculiaridad.
El caso es hacerle una propaganda total a la tienda de turno, la recompensa bien
lo merece. En estos casos no hay sentido de la vergüenza ni nada que se lo
parezca.
En estos días, hasta las tiendas
que cuidan más la presentación de sus mercancías se convierte en un rastro. Mezclas de estilos, colores y
prendas hacen de estos centros un lugar perfecto para pasar una tarde
divertida, como espectador, se entiende.
Caras desencajadas, mirada ávida,
sudor, mucho sudor y una peste a naturaleza muerta son los componentes básicos
de estas rebajas. 40, 50, 70 % de descuento. La repanocha. ¿A que estamos esperando? ¡Dejemos lo que estamos
haciendo! Carguemos la familia en el coche, soportemos las caravanas y luego…
luego un cabreo monumental para encontrar sitio para aparcar. Lo queremos ver
todo. Probar hasta lo que nunca nos gusto, pero claro, está muy barato y nunca
se sabe.
Ellas introducen sus manos en el
amasijo de ropa, nosotros a los dos minutos cabreados como monos. Las chispas
saltan cada dos por tres. Así media tarde, hasta que llega el momento kit kat: anda, vamos a mirar por ahí y
haber si encontramos algo para ti. La fiera que llevamos dentro se tranquiliza
por unos momentos. Más tarde… la leche que le dieron, una cola enorme en la
caja para pagar. Todo dios lleva unos brazados enormes de trapos. La maquinitas
para pagar con tarjetas van a pedales, ya se sabe “las líneas están
colapsadas”. ¿Pero no estábamos en crisis?
Por cierto, todos sabemos que los
comercios ganan mucho dinero con las rebajas ¿no? Teniendo en cuenta que muchas
cosas las rebajan más de un 50 %, entonces ¿eso quiere decir que el resto del
año nos están estafando? No se pero me da a mi que eso puede ser.
Estas rebajas son lo importante,
lo demás cuento. No importa que nos hayan rebajado el sueldo, las prestaciones
sociales, la calidad de vida, las ilusiones. No, eso no parece molestar a
muchos. Tampoco molesta, a algunos, no las rebajas, sino las subidas del IRPF,
el agua, el IBI, la edad de jubilación, o el IVA, y este último más que lo van
a subir.
Nada, hay que salir de la crisis
y aunque todo nos lo hayan rebajado, lo más importante son las rebajas del
Corte Inglés, Zara, Springfield, Desigual o pónganles ustedes nombre. Venga,
vamos a darle candela a la tarjeta.
Rebajas por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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