15 jul 2012

La España roja

Estas son las cosas que dan la holganza. Bajo la sombrilla 12 son varios escritos producto de los calores.

España es roja. Lo lamento por las gentes más conspicuas de la derecha pero eso es así. El día de la final de la Eurocopa – así, sin más explicación- las calles se tiñeron de rojo.

Las zonas de veraneo no fueron una excepción. Las playas se quedaron vacías antes; los balcones de hoteles y apartamentos se llenaron de banderas españolas (esto sí gusta a la derecha) y las terrazas de los bares y restaurantes se inundaron con la marea roja.
Ingleses y alemanes, en esta ocasión y sin que sirva de precedente, a aliaron con la Roja y los rojos. Los espaguetis eran el enemigo a batir.

Uno, dos, tres, cuatro. ¡España, España! ¡Oé, oé, oé! ¡Yo soy español, español! ¡Somos los mejores del mundo! El gobierno y adláteres ven con muy buenos ojos y mejores oídos esos gritos patrios. ¡Viva la Roja! Ceño fruncido.

Al día siguiente las playas mazarroqueñas - ¿se dice así?- eran monocromas, vamos que eran rojas. Sombrillas, cubos, toallas, bañadores, pulseras y hasta las uñas de pies y manos eran rojas. Cómo sería la cosa que los de salvamento estuvieron a punto de izar la bandera roja y eso que el mar estaba como un plato.
En las sillas y hamacas el personal devoraba los periódicos deportivos, plagados de fotografías que exaltaban aún más el fervor rojo.
El 2 de julio fue un día feliz para los españoles, claro que sí. Bueno hasta que escuchamos las noticias y entonces volvimos a la cruda y triste realidad.

Entre los entusiastas de la Roja seguramente estuvieron los mineros que se dirigen hacia Madrid, incluso los que están encerrados en los pozos. Ellos, seguramente, también gritaron cuatro veces ¡goool!
Qué poco dura la felicidad en la casa del pobre.

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La España roja por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

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