5 nov 2013

Navelgas nos recrea una vida que ya no existe


Un rincón de Navelgas

No todas las tradiciones son buenas. Da igual que tengan cien o quinientos años de antigüedad. Unas son agradables y otras una barbaridad. Ejemplo de esto último es el Toro de la Vega de Tordesillas o los toros en general. Eso solo por citar una “animalada”.

Otras costumbres rememoran tiempos casi olvidados que entroncan con esa  historia más cercana. Hay trabajos o saberes en desuso que vistos hoy nos provocan ternura. Cuando contemplamos la recreación de esos quehaceres nos sorprendemos de las habilidades manuales de lo que hoy denominamos artesanos, pero que en su momento eran oficios. Trabajos duros, muy duros, en los que las personas se dejaban su vida. Hoy, pasado el tiempo, nos embelesan un rato pero afortunadamente quedaron atrás.

El próximo sábado, 9 de noviembre, en Navelgas (Tineo) se celebrará el XVIII Festival del Esfoyón y el Amagosto.
Allí podremos ver, en vivo, algunos de esos  trabajos casi olvidados. Al mismo tiempo seremos agasajados con algunas delicias gastronómicas.

Cuando llegue la noche, la penumbra de algunas luces y antorchas nos sumergirán, en las estrechas calles de Navelgas de Arriba, en un túnel del tiempo.

Podremos ver como unas manos hábiles entretejen un cesto. Oiremos el repicar de un martillo en la fragua y nos sorprenderemos como de un trozo de madera,  con un formón y la destreza de una persona, surge un juguete. Otras manos, estas de mujer, nos mostrarán como se tejía la lana o como se hacía la manteca.

Un poco más allá, en un humilde lagar, se exprimirán las manzanas y podremos probar el néctar extraído.

Una escuela, de las de hace un montón de años; un chigre, de los que ya no encontramos, o vayan ustedes a saber con que  nos sorprenden este año, podrán ustedes “degustar” en Navelgas.
Si se animan aprenderán a esfoyar.

Habrá música, como no. No pasarán ni frío ni hambre.

A la vuelta de cualquier esquina podrán encontrarse con un burro cargado con dos maniegos llenos de castañas recién asadas. No se preocupen, no se quedarán con ganas de ellas.

Con un poco de paciencia probarán un trocín de tocino recién frito o un frixuelo. Aquella manteca que vimos hacer a las mujeres no se desperdicia, les invitarán a comerla. Empanada, bollos, vino, orujo o anís de guindas serán ofrecidos sin complejos.

¿Y saben una cosa? Todo ello es gentileza de los vecinos de Navelgas. Al final, pasarán el sombrero y si ustedes tienen a bien, contribuyan con algunas monedas, serán bien recibidas y entre todos se hará posible que el año que viene se pueda volver a celebrar.

Habrá más cosas, esto es un anticipo. Acérquense y compruébenlo.

A mí me gusta esta celebración. Es sencilla, no necesita más aderezos, está llena de esas tradiciones que me conmueven. Los protagonistas son los vecinos de Navelgas. Altruistamente realizan las actividades, nos permiten el acceso a una parte de sus casas y  somos bien recibidos.

Todo lo que nos ofrecen es fruto de sus manos, de lo que aprendieron de sus mayores y que quieren conservar como testimonio de otros tiempos, que no fueron mejores, pero que ellos vivieron.
La Noche mágica de Navelgas tiene tal encanto que no deberían perdérsela. No les defraudará.

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Navelgas nos recrea una vida que ya no existe by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

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