El
arte de expresar por escrito sentimientos, emociones, vivencias, anhelos,
realidades o invenciones puras y duras lo denominamos literatura – siempre que
esté bien escrito -. Hay escritores que conciben sus obras como un compromiso
social, otros como una expresión íntima y quienes crean con un puro afán de
entretener. Existen tantas motivaciones como creadores.
Kirmen
Uribe en La hora de despertarnos juntos decidió irse hacia el campo de la
idealización política. La novela se
publicó simultáneamente en cuatro idiomas: euskera, castellano, catalán y
gallego.
La
obra es un panegírico del nacionalismo vasco. Para ello se sirve de las figuras
de Txomin Letamendi, Karmele Urresti, Manu Sota o el lehendakari Agirre – los
más relevantes -. Sus hagiografías – de tal se pueden tildar – confluyen en un
objetivo: exaltar el nacionalismo vasco.
La
intensidad, la implicación del autor en el desarrollo de la novela hacia la
consecución de ese encumbramiento de lo vasco eclipsa las virtudes literarias.
Seguro que las tiene y muchas.
El
sentimiento de ser diferentes, de ser grandes luchadores por la libertad – la suya
– de ser íntegros, honrados, fiables, familiares, católicos inundan las
páginas. El franquismo tuvo en las gentes del PNV a su gran enemigo – eso se
desprende de la narración de Uribe -.
No
voy a recordar los movimientos opositores al franquismo en el resto de España –
pocos pero haberlos los había – y tampoco a los maquis que se mantuvieron por los
montes de la península hasta la década de los 50, algunos hasta los años 60.
Hubo más gentes que dieron su vida por la libertad y no eran nacionalistas.
No
entra en las divergencias políticas dentro del nacionalismo. Eso no importa. Si
menciona el nacimiento de ETA y la senda de sangre que deja tras de sí. Apenas
se toca.
“Poco
después regresaría a Euskadi, al comienzo de una complicada época que marcaría
a sangre y fuego los siguientes cincuenta años”.
Las
apelaciones al nacionalismo sobrepasan el aspecto literario y se convierte en
llamamiento político:
“Creo
que nosotros, los propios vasos, somos los que tenemos que empezar a caminar
solos, sin mirar tanto hacia fuera, creer en nuestras propias posibilidades
como pueblo”.
Literatura
al servicio de una causa política. Oigan, que me da igual. Kirmen Uribe
escribió y los lectores leemos e interpretamos La hora de despertarnos juntos
como nos da la gana.
Hay
una reflexión de Uribe que quiero recoger ya que me parece muy interesante:
“¿Cómo
fue posible que pasáramos de un clima propicio a un infierno de indiferencia?
¿También a las conciencias las atraviesan ejes que temblaron y transformaron nuestra
moral? ¿Por qué no supimos como individuos y como sociedad predecir lo que
ocurriría los siguientes cuarenta años? ¿Por qué no reaccionamos ante la
espiral de violencia y muerte? ¿Por qué no detuvimos a tiempo aquella inercia
sin sentido? ¿Por qué nos callamos? ¿Por qué negamos el sufrimiento ajeno? ¿Por
qué nos volvimos la mayoría un poco de piedra, como las estatuas medievales de
la iglesia de Ondarroa?
No
me siento capaz de contestar a ninguna de estas preguntas y creerme que mi
respuesta vaya a ser la correcta”.
Grandes
preguntas, sin duda.
Cuando
los pueblos se encargan de marcar diferencias, de señalar identidades
diferenciadas están levantando fronteras mentales. Cuando un pueblo se cree
elegido y se encomiendan a un dios o a un objetivo político sagrado acaba
enfrentándose a sus vecinos. Cuando un pueblo exalta sus virtudes siempre es en contraposición con otro pueblo.
Cuando
eso sucede los pueblos se vuelven insensibles. Nada es más importante que
ellos. Sus deseos, sentimientos y ambiciones están por encima de cualquiera.
Tal
vez esa sea una de las posibles explicaciones.
Las
guerras, los enfrentamientos entre los pueblos siempre se han disfrazado con
sentimientos nacionalistas. Se mata y se muere por una nación, un dios. ¡Qué
ironía! La realidad es que se mata y se muere por dinero.
¿Me
gustó? No puedo responder. Se lee bien pero la carga nacionalista es tan
potente que yo, que no soy nacionalista, no lo pude leer como una novela. Mi
lectura fue en clave también política y contrapuesta a la de Uribe.
Eso
sí, les recomiendo que lo lean y saquen sus conclusiones. Estas fueron algunas
de las mías.
Ya
saben, disponible en bibliotecas públicas y librerías.
Panegírico del nacionalismo vasco by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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