Publicado en La Nueva España el 2 de diciembre de 2017
Preguntas
sencillas pueden tener unas respuestas que no están a nuestro alcance, por lo
menos al mío. ¿Qué estás leyendo? Respuesta: “Reaktionen an festen
Oberflächen, autor Gerhard Ertl (Premio Nobel de
química, 2007)”. ¿Qué, cómo les queda el cuerpo? Lo ha leído recientemente para
utilizarlo como base para sus clases en la Universidad.
El autor de esta respuesta es Gonzalo Prieto González (Eiros, Tineo, 1981)
ingeniero químico.
El doctor Gonzalo Prieto trabaja en el Instituto Max Planck, en la ciudad
alemana de Mülheim, donde dirige un equipo de siete personas dedicado a la
investigación en catálisis.
Me estoy adelantado mucho.
Gonzalo estudió en el Colegio Público de Pola de Allande, el Instituto
Concejo de Tineo e Ingeniería Química en la Universidad de Oviedo.
Su pasión por la ciencia le viene, tal vez, del interés que les transmitió
a él y sus hermanos el veterinario Jesús Linde, que atendía la ganadería de sus
padres en Eiros, por la micología. “Quizás ahí empezó a forjarse un
científico”.
La catálisis le empezó a interesar mucho y pronto. Como comprenderán esto necesita
una explicación, que nos la dará el doctor Prieto: “La catálisis es un campo de la química que persigue
desarrollar nuevos catalizadores, materiales que son capaces de acelerar y
dirigir reacciones químicas a los productos de interés. Algo así como obligar a
las moléculas a transformarse en otras que nosotros queremos, más que en
aquellas en las que a ellas les apetece. Este tipo de materiales son
responsables, entre otras muchas cosas, de que los combustibles que usamos en
nuestros coches tengan las propiedades requeridas, o de que dentro de unos años
nuestros coches puedan funcionar con otro tipo de combustibles no contaminantes”.
Fue la
catálisis la que le llevó a Valencia, a realizar sus tesis doctoral en el
Instituto de Tecnología Química del CSIC, centro de vanguardia mundial en este
campo de la química dirigido por el profesor Avelino Corma, Premio Príncipe de
Asturias de Investigación en 2014.
Gonzalo Prieto
recibió el Premio Nacional de Ingeniería Química y a la mejor tesis doctoral
por la Sociedad Española de Catálisis.
Ya como doctor
trabajó en la Universidad de Utrecht, Holanda, y como investigador invitado en
EEUU, en la Universidad de Lousiana, para el Departamento de Energía de los
Estados Unidos. Desde hace casi cuatro años trabaja en Instituto Max Planck,
donde dirige un grupo de investigación en el departamento de Catálisis
Heterogénea.
Nuevamente requiero su ayuda y le pido que me lo de “migadito”: “El
apellido “Heterogénea” indica que los materiales que investigamos y
desarrollamos como catalizadores son sólidos, sin duda el tipo de catalizadores que más relevancia
tecnológica tienen, puesto que el 80 % de los procesos industriales para los
que se ha desarrollado un catalizador eficiente y económico, éste es un
material sólido”.
El Instituto Max Planck no es cualquiera. Tiene una
larga tradición, ha sido el nicho de procesos químicos muy relevantes como la
reacción de Fischer-Tropsch o la polimerización de Ziegler-Natta, responsable
de la mayoría de los plásticos que usamos en nuestra vida cotidiana, y por la
que el antiguo director del centro, Karl Ziegler, recibió el premio Nobel.
Comprenderán que esto me lo cuenta Gonzalo Prieto y
mejor no le pregunto qué significa. Le pido perdón por ello pero creo que me
pueden entender.
Como se pueden imaginar llegar hasta aquí es fruto del
trabajo y esfuerzo con los que se ha labrado una trayectoria exitosa.
Lleva publicados cuarenta artículos en revistas y
libros científicos, dos de ellos en Nature. Les recuerdo que Nature es una de las revistas
científicas más prestigiosas del mundo en la que resulta muy difícil publicar,
tanto que rechazan en torno a un 95 % de los artículos que les envían.
Su salida de España fue una decisión consciente:”Tuvo como objetivo el de ampliar horizontes, tanto como
profesional como en el plano personal. Conocer nuevos países, idiomas, formas
de trabajar, formas de educar y hacer ciencia, ingredientes que considero
indispensables en el desarrollo de cualquier profesional, y quizás aún más de
los científicos y académicos en general. El proceso de inventar, de imaginar y
desarrollar algo innovador, es muy complicado, pero seguro que el hecho de
haber experimentado muchos ambientes de trabajo y formas de pensar diferentes ayuda.
Yo tuve la suerte de poder moverme tanto, también con mi novia que es química y
que también ha trabajado en Holanda y Alemania, lo que permitió conciliar la
movilidad en lo laboral con la estabilidad en lo personal”.
Lo tiene claro, muy claro. Fíjense: “Una de las cosas
que más valoro, y por la que más responsabilidad siento, es la de guiar a
chicos jóvenes en sus proyectos de tesis de investigación y en su formación como
profesionales”.
Esa es la otra faceta de Gonzalo, la de docente. Imparte
clases en la Universidad de Bochum, Alemania, a más de 700 estudiantes de
primer curso. Son alumnos de muchas
titulaciones a los que enseña química fundamental. Hay que destacar un
“pequeño” detalle: son 700 a la vez. Como lo leen. Todos juntos. Otra
peculiaridad, las da en alemán, pero no el de la calle, el científico. Tengan
en cuenta que su idioma diario de trabajo es el inglés.
La cuestión me llama la atención y le pido que me cuente
cómo se las apaña: “Es necesario usar micrófono, dos pantallas de tamaño cine
en lugar de las clásicas pizarras y en un aula que recuerda más a un estadio de
fútbol que a una clase”.
Me gustaría verlo. Me parece que en España esto es
inimaginable.
Esto de la docencia le resulta más fácil en Oviedo.
Una o dos semanas al año da clases en el programa bilingüe de máster de
Ingeniería Química de la Universidad de Oviedo: “Es un placer volver de vez en
cuando a las mismas aulas donde yo fui alumno”.
Lo de volver a España lo tiene un poco más cerca.
“Estoy estoy en proceso de trasladar el grupo de
investigación a España. Será progresivo y llevará algún tiempo, pero se
concretará. El CSIC me ofrece una posición estable, la posibilidad de hacer
investigación en mi área al más alto nivel, y en mi país de origen. Buenos motivos
para el regreso”.
Vuelvo a la lectura. “Hoy en día, también leo mucho. Sobre todo, claro
está, literatura científica. Por mi trabajo es muy importante estar al día de
lo que hace otra gente en su campo, y también en otras disciplinas. Es más
fácil que la inspiración llegue de leer qué se innova en otros campos y tratar
de trasladar ideas o conceptos al tuyo. En mi tiempo en Tineo visitaba la
biblioteca municipal, más durante el verano. Me encantaban las novelas de
intrigas judiciales y devoraba historias de John Grisham”.
También tiene muy claro el tema de la
educación pública: “Esencial, y
por lo que yo pude experimentar, de alta calidad didáctica y humana. Tengo muy
buenos recuerdos. No sé cuánto se fomenta hoy en día la movilidad del personal
docente, sobre todo al extranjero, pero yo estoy convencido de que éste es un
ingrediente hacia el éxito. Mentes abiertas enseñan mentes abiertas, y eso es
lo que necesitan las sociedades modernas”.
Gonzalo Prieto se informa sobre la actualidad política de España: “La sigo, claro, con
bastante pena recientemente. Soy europeista. Gracias a la UE yo nunca me he
encontrado una frontera, ni en lo laboral, ni en lo personal. ¿No es algo
genial?”.
Le pido un apunte más sobre Europa: “La mejor de las ideas políticas en mucho tiempo. Sé
que a nivel local ha podido tener implicaciones negativas para alguna gente,
por ejemplo en el sector primario, pero ha facilitado y promovido la movilidad
de profesionales, y esto es un elemento enriquecedor que da y dará sus frutos”.
Tal vez Puigdemont y los euroescépticos debieran
hablar con personas como Gonzalo.
En su tiempo de ocio sigue el fútbol. Ve
por televisión los partido del Sporting y el Oviedo; con la boca pequeña me
cuenta que “un poco del Madrid también soy”. Juega al fútbol.
Su preocupación por su equipo de
trabajo, por los alumnos, por la sociedad en general hace de su trabajo algo
aún más interesante. Gonzalo Prieto pone las moléculas al servicio de la
sociedad.
Gonzalo Prieto, poniendo moléculas al servicio de la sociedad by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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