La
muerte no es lo que era. Menuda gilipollez. La muerte es lo que ha sido
siempre, una putada inevitable.
Antes
la muerte era un acto social. En la mayoría de los casos el muerto nunca había
congregado tanta gente a su alrededor. Es más, nadie había hablado también de
él. Más aún, los muertos lograban que pusieran cara de pena hasta los que se
alegraban de su tránsito. Hoy con unos tuits van sobrados.
La
muerte no es lo que era.
Hasta
no hace mucho los velatorios se hacían en las casas. La habitación dónde se
producía el óbito se despejaba rápidamente y se convertía en escaparate. No
faltaba la comida y las bebidas, sobre todo en las largas noches de invierno. Era
el momento propicio para los recuerdos, las lágrimas y las risas. A más noche y
bebidas más recuerdos y risas. Al final solo quedaban las risas.
Los
niños se despedían de sus muertos. Ahora se les esconden. Se acercaban serios,
con un poco de miedo a dar el último adiós. Una miradita rápida y tal vez un
beso en la distancia y salían a jugar con sus familiares. De vez en cuando unas
risas infantiles ponían el contrapunto a los lloros. ¡Chsss! ¡No deis tantas
voces!
¿Quién
se acuerda de los responsos caseros?
Ahora
los tanatorios hacen de la muerte a una cuestión aséptica. El muerto se ve
desde un cristal que recuerda a una gran pantalla de televisión. A las diez de
la noche se cierran y es en ese momento cuando el muerto se da cuenta de su
soledad.
La
muerte no es lo que era.
Las
campanas tocaban a muerto. Su lenta, lastimosa letanía se adueñaba de los
pueblos y las gentes bajaban la voz. Hoy las campanas se han quedado reducidas
a un reclamo turístico.
Se
había perdido la costumbre de tocar a muerto, en Tineo también. Desde hace poco
han retomado esa práctica y la han cogido con ganas.
Ahora
las campanas me retrotraen a un tiempo en el cual la muerte era muy real e
impregnaba gran parte de la existencia de los vivos. Su tañido sigue siendo
triste. Hay quienes siguen haciendo de la muerte y la tristeza el epicentro de
su existencia. No se han enterado que la muerte es un agujero negro que se lo
traga todo.
Cada
vez que oigo las campanas tocar a muerto pienso en los vivos.
Tocan a muerto by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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