15 dic 2017

Una de Cuentos del Lejano Oeste


Las películas y novelas del oeste - del país que gobierna Trump, faltaría más - siempre han tenido mucho tirón. Las televisiones autonómicas tienen una gran audiencia cuando programan pelis de vaqueros. Los hombres de la generación de la posguerra, española por supuesto, son adictos a ellas. En su momento las novelas de Marcial Lafuente Estefanía fueron éxitos de venta. ¿Marcial Lafuente Estefanía? Los más jóvenes no habrán ni oído hablar de él.

Unas pinceladas sobre Marcial Lafuente. Escribió más de 2.600 novelas, una a la semana. Tenían unas cien páginas con un formato de octavilla (papel de tamaño 11 x 16 cm). La mayoría eran novelas del oeste aunque también escribió rosas. En su producción literaria le ayudaron sus hijos y un nieto.

Lafuente Estefanía estudió ingeniería industrial. Durante la Guerra Civil española llegó a ser general de Artillería del Ejército Republicano. Fue encarcelado, al salir de prisión no le permitieron ejercer su carrera y se inició en el mundo de la literatura. Sus novelas son inconfundibles.

Tras este largo inciso quiero hablarles de un autor que es un descubrimiento para mí: Bret Harte.

Francis Bret Harte (1836-1902) fue un escritor estadounidense muy conocido por sus relatos sobre la vida de los pioneros en el período de expansión de Estados Unidos hacia el far west (el lejano oeste). 
Al parecer este hombre no era un dechado de virtudes: pegaba sablazos a todo el mundo, era un mal pagador y para rematar maltrataba a su mujer. Debía ser un bicho de cuidado.

Alba Editorial ha reunido en un libro, titulado Cuentos del Lejano Oeste, quince de sus cuentos. Son breves. Con ironía. Por ellos pasan buscadores de oro, maestras y maestros, borrachos, tahúres, pastores, indios pocos y hasta chinos. Una variada representación de aquellos que buscaban mejores oportunidades.

La vida que nos traslada, de forma realista, es ruda y, sin embargo, Bret Harte nos la narra de forma muy tierna, casi épica. Vamos, una vida de cuento. Te metes en la narración y todo transcurre sin excesivas tensiones, o las que surgen no parecen gran cosa. Casi me daban ganas de suspirar de manera melancólica. Son historias para escuchar a la luz tenue de una hoguera y luego acostarse bajo un cielo petado de estrellas.

Llego al final del primer cuento y... vaya. Vamos por el segundo. Bueno, sigue la misma línea. Y el final… vaya, vaya. Cuando empiezo el tercer tengo ganas de llegar al final. Puñetero. Y así con todos ellos.

Oigan, si quieren saber cómo acaban no les quedará otro remedio que leerlo.

Dicen los entendidos en esto de la literatura que Harte era, es, un buen escritor. Tanto que hasta tuvo su influencia sobre Borges. Si es que le dicen “el Dickens de los pioneros”. No seré yo quien diga lo contrario, faltaría más.

A mí me gustó. Se leen bien y sonreí. Un encuentro agradable.

Ya saben, no me crean ni una sola palabra. Vayan a su biblioteca más cercana, o en su caso librería, y léanlo. Es una del oeste.

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