Son niños, quinceañeros,
traficantes de drogas, extorsionadores y asesinos. De eso va La banda de los niños de Roberto Saviano.
“Tenían el rostro de los niños
que ya lo saben todo, hablaban de sexo y armas: ningún adulto, desde que los
habían parido, nunca habían creído que hubiera verdades, hechos y
comportamientos inadecuados para sus oídos. En Nápoles no hay vías de
crecimiento: se nace ya en la realidad, dentro, no la descubres poco a poco”. Y
ese Nápoles es el de la Camorra.
Los protagonistas son once
jóvenes que quieren llegar a ser alguien, dueños de sus vidas y “negocios”. No
les importa el medio. Asumen su muerte y la de los demás.
El dinero, la apariencia, la
ostentación es su vida y en el caso de Nicolas, alias Marajá, el poder. Nicolas
no duda en usar la violencia más extrema para infundir miedo y lograr sus
fines, incluso, si es necesario, sobre sus amigos.
Los ciclomotores, las armas y el
desprecio a la muerte son sus herramientas de “trabajo”. Se drogan o juegan a
la PlayStation.
Los límites de su deambular los marca el barrio - en este caso el de Forcella, uno de los más peligrosos de Nápoles: “Pero aquel era su barrio y todo su mundo, así que mejor hacer que les gustara aun a costa de negar la evidencia. Era una cuestión de pertenencia. La pertenencia es un rellano. La pertenencia es una calle, y las calles se convierten en el único espacio posible donde vivir”.
Los límites de su deambular los marca el barrio - en este caso el de Forcella, uno de los más peligrosos de Nápoles: “Pero aquel era su barrio y todo su mundo, así que mejor hacer que les gustara aun a costa de negar la evidencia. Era una cuestión de pertenencia. La pertenencia es un rellano. La pertenencia es una calle, y las calles se convierten en el único espacio posible donde vivir”.
Sus referencias son algunas
películas o series como American Sniper, Twilight o Breaking Bad y como modelo
les sirve el actor Ray Liotta en sus personajes de mafioso. Nicolas Fiorillo,
que ejerce como jefe de la banda, bebe de El Príncipe: “Para mandar, la gente
te debe reconocer, se tiene que inclinar, tiene que entender que tú estarás
siempre. La gente tiene que temernos, ellos a nosotros, y no nosotros a ellos
–concluyó Nicolas, parafraseando las páginas de Maquiavelo que tenía bien
grabadas en la memoria”. Ese es su bagaje cultural.
La violencia, la Camorra, forma
parte de Nápoles y a nadie extraña que los más jóvenes se
introduzcan en ella. Es lo normal. ¿Lo es? Pues sí.
Hace años ya se detectaron grupos
de jóvenes, como los protagonistas de La
banda de los niños, convertidos en sicarios que atemorizan las calles
napolitanas. En el año 2015 estimaban que ese “ejército” estaba integrado por
unos 2.000 jóvenes. Las informaciones periodísticas les atribuyen unos
comportamientos muy similares a los descritos en la novela. Al parecer Saviano
no ha tenido que imaginar nada, con la constatación de la realidad le sobró.
La mafia, en sus diversas
variedades, continúa formando parte de la vida italiana. Su penetración en
todos los niveles sociales, económicos o religiosos no ha disminuido, tal vez
lo hagan de forma más disimulada pero siguen estando ahí. El sur de Italia es
su paraíso.
La política italiana está
mediatizada por la Camorra, la Cosa Nostra, La ´Ndrangheta o la Sacra Corona Unita y por ello no forma
parte del debate político. Da igual que sea período electoral o no, los
políticos se acogen a la omertá.
La novela es sencilla. La acción
es lo importante. La crueldad de los actos, la simplicidad de la violencia y de
la vida de estos “baby killers” - así
los han denominado también en la vida real –
es la novela en sí.
Las informaciones periodísticas y
las películas ya nos acercaron a esta terrible realidad que narra Saviano. No
me sorprendió. Me parece que le falta profundidad a la hora de describir la
situación y los personajes. No sé, tal vez pueda ser algo buscado a propósito por
el autor. La violencia es básica, los instintos son básicos. Me faltó algo más.
Esa sociedad mafiosa, esos jóvenes violentos creo que necesitaban un puntito de
sal.
Se lee rápido y me entretuvo, sin
más. No me hagan caso, léanla. Háganse su propia opinión. La podrán encontrar
en su biblioteca pública o librería preferida.
Pequeños asesinos camorristas by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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