30 jun 2018

África, la vida desnuda una hostia en la cara


El periodista Alberto Rojas nos da una hostia en la cara con África, la vida desnuda. Rojas trabaja para El Mundo y ha viajado a África unas veinte veces, y no de vacaciones.

Realiza un recorrido por Níger, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, Ruanda, Guinea, Liberia, Costa de Marfil, Somalia, Monte Gurugú (Marruecos), Lago Chad y República Centroafricana. Es un recorrido de guerra, muerte, enfermedades, hambre, violaciones, fanatismo. Y siempre con un denominador común: la guerra como negocio.

No son crónicas periodísticas al uso, el reportero toma parte activa y sus pensamientos, sus sentimientos, los hace visibles. Los artículos dan una visión del país y del conflicto de turno, pero además, y sobre todo, se centra en las personas que sobreviven en esas situaciones dramáticas. Alberto Rojas nos pone frente a la muerte, la vida es casi un milagro en esos países.

El autor no esconde sus miedos. Miedo a que le peguen un tiro, miedo a que le secuestren, miedo al ébola. ¡Cómo para no tenerlo! En Guinea Rojas fue capaz de entrar en una sala donde había muertos por ébola: “Mentiría si dijera que no se pasa miedo”.

En todo momento busca los restos de humanidad en las situaciones más terribles. Siempre los encuentra, aunque la muerte acabe arrastrándolos casi siempre.

Mujeres violadas, niños que se mueren de hambre… pero todos tienen un nombre, una cara y Alberto Rojas los ha mirado de frente. No pretende, no puede, salvarles, solo quiere acercarse a ellos y luego contar sus historias. A través de estos retazos de vida desgarradas y destrozadas nos muestra la faceta más terrible de los seres humanos. No debemos olvidar que a África la han convertido en lo que es por una sola razón: el dinero.

Nosotros, desde la comodidad de nuestra plácida existencia, tenemos tiempo para discutir sobre banderas, naciones, hipotéticos agravios y gilipolleces similares. Sin vergüenza alguna hay quienes despotrican como energúmenos contra esas mujeres y hombres que llegan a nuestras costas. Les recomendaría que tuviesen los cojones u ovarios de leerlo y luego seguir diciendo las barbaridades que dicen. Mejor aún, que acompañen a una ONG y se den una vuelta por esos países. Si no lo hacen tengan la decencia de callarse y no despreciar a esos seres humanos.

Alberto Rojas reconoce la imprescindible labor que realizan las oenegés. Gentes como los que integran Médicos Sin Fronteras, y otras muchas, están en primera línea y ponen su vida en riesgo de muerte todos los días. Estas personas nos lavan la cara, si eso es posible, a los que nunca haremos algo así.

África, la vida desnuda no se convertirá en un gran éxito editorial pero yo les recomiendo que lo lean. Gracias a Alberto Rojas por mostrarnos la parte humana de ese mundo inhumano.

Es necesario que la xenofobia y el racismo no siga avanzando. Leer este libro no cambiará el mundo pero igual alguien se replantea sus opiniones. Si es así el esfuerzo de Alberto Rojas habrá valido la pena.

Lo podrán encontrar en su biblioteca pública o librería preferida.


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