El periodista Alberto Rojas nos
da una hostia en la cara con África, la
vida desnuda. Rojas trabaja para El Mundo y ha viajado a África unas veinte
veces, y no de vacaciones.
Realiza un recorrido por Níger,
Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, Ruanda, Guinea, Liberia,
Costa de Marfil, Somalia, Monte Gurugú (Marruecos), Lago Chad y República
Centroafricana. Es un recorrido de guerra, muerte, enfermedades, hambre,
violaciones, fanatismo. Y siempre con un denominador común: la guerra como
negocio.
No son crónicas periodísticas al
uso, el reportero toma parte activa y sus pensamientos, sus sentimientos, los
hace visibles. Los artículos dan una visión del país y del conflicto de turno,
pero además, y sobre todo, se centra en las personas que sobreviven en esas
situaciones dramáticas. Alberto Rojas nos pone frente a la muerte, la vida es
casi un milagro en esos países.
El autor no esconde sus miedos.
Miedo a que le peguen un tiro, miedo a que le secuestren, miedo al ébola. ¡Cómo
para no tenerlo! En Guinea Rojas fue capaz de entrar en una sala donde había
muertos por ébola: “Mentiría si dijera que no se pasa miedo”.
En todo momento busca los restos
de humanidad en las situaciones más terribles. Siempre los encuentra, aunque la
muerte acabe arrastrándolos casi siempre.
Mujeres violadas, niños que se
mueren de hambre… pero todos tienen un nombre, una cara y Alberto Rojas los ha
mirado de frente. No pretende, no puede, salvarles, solo quiere acercarse a
ellos y luego contar sus historias. A través de estos retazos de vida
desgarradas y destrozadas nos muestra la faceta más terrible de los seres
humanos. No debemos olvidar que a África la han convertido en lo que es por una
sola razón: el dinero.
Nosotros, desde la comodidad de
nuestra plácida existencia, tenemos tiempo para discutir sobre banderas,
naciones, hipotéticos agravios y gilipolleces similares. Sin vergüenza alguna
hay quienes despotrican como energúmenos contra esas mujeres y hombres que
llegan a nuestras costas. Les recomendaría que tuviesen los cojones u ovarios
de leerlo y luego seguir diciendo las barbaridades que dicen. Mejor aún, que
acompañen a una ONG y se den una vuelta por esos países. Si no lo hacen tengan
la decencia de callarse y no despreciar a esos seres humanos.
Alberto Rojas reconoce la
imprescindible labor que realizan las oenegés. Gentes como los que integran
Médicos Sin Fronteras, y otras muchas, están en primera línea y ponen su vida
en riesgo de muerte todos los días. Estas personas nos lavan la cara, si eso es
posible, a los que nunca haremos algo así.
África, la vida desnuda no se convertirá en un gran éxito editorial
pero yo les recomiendo que lo lean. Gracias a Alberto Rojas por mostrarnos la
parte humana de ese mundo inhumano.
Es necesario que la xenofobia y
el racismo no siga avanzando. Leer este libro no cambiará el mundo pero igual
alguien se replantea sus opiniones. Si es así el esfuerzo de Alberto Rojas
habrá valido la pena.
Lo podrán encontrar en su
biblioteca pública o librería preferida.
África, la vida desnuda una hostia en la cara by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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