Lunáticos sí que hay en Lunario del Paraíso, novela de Gianni
Celati, traducida por Francisco de Julio Carrobles. Bueno, si no son lunáticos
sí que son raritos y no se salva ni Giovanni, el protagonista. Se publicó en
1978 y sigue teniendo buena acogida. Está considerada una de las obras más
importantes de los últimos años del siglo XX en Italia.
Narrada en primera persona realiza guiños continuos al lector: “Vosotros que me seguís, tened un poco de paciencia y no os durmáis”. Celati se nos acerca por medio del humor, la proximidad tanto en las formas como en las expresiones o la exageración provocadora.
Cuenta
las andanzas del joven Giovanni por Hamburgo - ¿se podría hablar de viaje iniciático?
-. A Giovanni lo acaban de soltar de la mili y sale un poco bastante
trasvolado. En una playa italiana se prenda de una joven jovencísima alemana y
sigue su rastro. Se planta en su casa y allí es asilado.
Antje, la joven jovencísima, no
le hace ni puñetero caso. La madre de Antje desasosiega a Giovanni y
Schumacher, padre de la joven jovencísima, nazi, amante de las bombillas acaba
cogiéndole gran cariño a Giovanni, tanto que cada vez que puede le tantea, soba
y manosea con gran ardor.
Cada paso de Giovanni le introduce
en nuevas situaciones disparatadas. Al final parece que entre los personajes
principales hay una conexión pero no llegamos a saber cual es. No pasa nada.
El marxista Giovanni es un
gorrón. Aunque eso de marxista le queda un poco grande, no tiene las ideas muy
claras. Oigan, lo dice él: “Bueno, si no colocaba de vez en cuando mis
embelecos propagandísticos, en aquellos tiempos, no me sentía nada bien,
siempre dispuesto a difundir la idea, es decir, a oír cómo se me daba la
razón”.
Hoy Giovanni sería puesto de
vuelta y media por su relación con la joven jovencísima Antje. Y no les cuento de
su relación con las niñas de Sierichstrasse, dos lolitas que le vuelven loco. Celati tampoco saldría bien parado. En
fin, voy a dejarlo.
Lunario del Paraíso está basado en hechos reales vividos por Gianni
Celati. El autor sí que se enamoro de una chica alemana, sí que viajó a
Hamburgo con el dinero de una colecta de sus amigos, como en la novela, y allí
estuvo nueve meses gracias al dinero que le enviaba su hermano, circunstancia
también novelada. Lo demás es una incógnita y está bien que lo sea.
Las peripecias de Giovanni se
narran con humor, absurdo en muchos casos – para los más puristas: por ello no
deja de ser humor -. Las circunstancias
estrambóticas en las que se ve envuelto son fruto, más que nada, de su aparente
pasotismo o dejarse llevar por la corriente que es la postura más fácil. El
trabajo no se cuenta entre sus prioridades. Vamos, que no da palo al agua y ni
ganas que tiene de darlo.
Esto me recuerda a conocidos míos
de juventud que cuando terminaban la mili regresaban con tales desarreglos
mentales que les costaba meses la adaptación a la realidad. Y no es broma ni
exageración.
Alemania fue uno de los destinos de
muchos emigrantes italianos, como lo fue de los españoles. Las condiciones de
vida en la década de los sesenta, del siglo pasado, no eran muy “cómodas”:
“Vivía en un campo de concentración para italianos: caserones con alambre de
espino alrededor, lejísimos del centro de la ciudad, en la otra punta”.
Esa realidad de la emigración, en
esos años, no era muy diferente en otros países como Francia o la pulcra Suiza.
Tengo familiares que se desplazaron a Helvetia a trabajar y los alojaron en
barracones. ¡Ah, eso se nos olvidó! También se nos olvidaron las condiciones de
vida de los vendimiadores españoles en Francia. ¡Qué frágil es la memoria!
En esa ciudad, Hamburgo, Giovanni
realiza descubrimientos musicales y de grupos que más tarde serían un poco
conocidos: “En aquel tiempo, los famosos cuatro de Liverpool (Inglaterra),
conocidos luego como The Beatles, tocaban en otro local, aproximadamente a
medio kilómetro de allí”. En ella se enamoraría de Shakespeare.
Vaya ¿entonces en qué quedamos?
No dio palo al agua o fue un Erasmus
bien aprovechado.
Permítanme que desvele el secreto
que le descubrió Schumacher a Giovanni:
“¡El Paraíso está aquí, aquí! Hier!” Pues eso. ¡Ah, se me olvidaba! Giovanni le contestó: "Capitán, le dije, creo que el Paraíso es América".
En su biblioteca pública o
librería preferida lo pueden encontrar. Los libros dan para mucho más, Lunario del Paraíso también. Léanlo y
verán cómo en eso están de acuerdo conmigo.
Lunáticos en Lunario del Paraíso by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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