Publicado en La Nueva España el 29 de octubre de 2018
Sí tuviese que hablar del banco
más sobresaliente no sabría que decir. Pregúntenme que pienso de los bancos,
¡venga, pregúntenme! ¿Qué piensas de los bancos? Permítanme que les responda
con palabras de Mariano Rajoy: "Yo estoy a favor de los banqueros, todo
el mundo los crítica; yo, no". Lo
suscribo. ¿Cómo no lo voy a hacer? Los bancos son muy listos. ¡Qué bancos ni
qué leches! Los banqueros son listísimos. La han pifiado muchas veces y cada
vez que lo hacen apoquinamos nosotros. Eso sí, ellos cada vez pagan menos
impuestos, los bancos y los banqueros.
Oigan,
miren sí son espabilados que hacen negocio con nuestro dinero, no nos pagan
intereses, gestionamos nuestras cuentas a través de internet o cajeros
automáticos y encima nos cobran por casi todos los trámites que realizan. Ingresamos
dinero en una cuenta ajena que ellos administran y ¡nos cobran! Son más listos
que el hambre.
No
sólo eso, logran que las leyes se las hagan a medida. Cualquier político que se
precie – ¿hay alguno que no se aprecie? - negará esta afirmación. Las leyes las
hacen ellos en el Parlamento. Que sí, tienen razón. De vez en cuando los
bancos, nunca los banqueros, hablan con los partidos políticos de sus viejas, o
nuevas, deudas.
Los
bancos, y los banqueros, estaban encantados hasta que empezaron a llegar las
sentencias sobre las hipotecas. Un grano en culo. Unos mártires. Todo marchaba
dentro de lo razonable hasta que la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Supremo decidió responsabilizar al banco, y no al cliente, del impuesto que se
paga por las escrituras ante notario de las hipotecas.
Consecuencia
primera: júbilo ciudadano.
¡Basta!
¡¿Dónde piensan llegar?! Hay que actuar. Primera medida: fuertes caídas de los
bancos en Bolsa.
Consecuencia
segunda: convocatoria de un pleno del Supremo para revisar el criterio – sin
precedentes - de la Sala de lo Contencioso-Administrativo. Consecuencia
tercera: la banca comienza a cotizar al alza en Bolsa. Consecuencia cuarta:
cabreo ciudadano. Resultado final: la banca gana.
Sabemos
que "si no hubiera
banqueros la economía iba a funcionar muy mal", Rajoy dixit. ¡Ay, gracias!
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