Estoy aplaudiendo en la terraza.
Son las ocho de la tarde, como cada día. Hemos olvidado de donde procede esta
costumbre. No importa. El BOU (Boletín Oficial Universal) 2451-11345 nos instruye sobre nuestras nuevas obligaciones
y conmina a continuar con esa ancestral tradición.
Mi balcón es modesto. Tiene pocos
metros, una mesa y dos sillas. Todos los que me rodean son parecidos. Vivo en
un barrio modesto. Desde hace más de cien años, está documentado en Google, las
viviendas del orbe tienen un mirador. La orden fue promulgada, en aquellos
tiempos, por el Collegium Pontificum
y ahí sigue. Aquel Collegium, por ese
motivo, tiene un monumento dedicado en cada pueblo y ciudad del planeta.
La verdad es que no tengo envidia
a esos ricachones que tienen en la terraza una montonera de papel higiénico,
otra no menor de harina y garrafas de lejía. Se lo pueden permitir y además sus
galerías son como todo mi piso.
No debo quejarme. Me podrían
multar.
Hay muchos súbditos obsesionados
por poseer una más grande. Lo entiendo. Los comisarios de barrio eligen entre
las mejores la ubicación de la megafonía que nos alegra cada tarde. Es un
privilegio que otorga reconocimiento social y beneficios. Genera muchas
envidias y rencores vecinales.
No aspiro a nada de eso.
Soy un mal ejemplo. Lo saben mis
vecinos y cualquier persona lo puede comprobar. Solo tienen que acceder a mi
biografía en la RMTI (Red Mundial de Telecomunicaciones Integradas) y
comprobarán que no he recibido, jamás, ni una sola mención honorífica. Debo
estar entre los ciudadanos peor valorados.
Tengo pocas posibilidades de
ascender socialmente.
En mi SIyCP (Servicio de
Información y Control Personal) recibo todas las semanas un informe exhaustivo
de mis actividades en el que se me insta a mejora mis aptitudes y actitudes
cívicas.
Estoy preocupado, tengo que
mejorar.
Me gusta trabajar en casa. No
necesito, como otros, desplazarme a la granja de trabajo. Con motivo de alguna
fiesta oficial me acerco, pero no soy capaz de establecer relaciones duradera s.
¡Hasta mis contactos sexuales son
esporádicos! Los físicos, el sexo virtual se me da bien, tengo varias parejas
fijas.
En los últimos meses han empezado
a requisar los documentos en papel, que son una rareza en manos de
coleccionistas y pocos más. Heredé de mis ancestros unas novelas, así las
llamaban, que están consideradas peligrosas. Son mi tesoro. Tengo que reconocer
que son historias inimaginables, horrendas y comprendo la preocupación del Collegium Pontificum. No es bueno
difundir determinadas ideas. Solo les voy a decir que cuentan unas historias
sobre una enfermedad mundial y sus consecuencias. Es un material muy peligroso,
aunque sea fruto de la imaginación de nuestros antepasados. No resisto la
tentación y de vez en cuando releo algún capítulo. Resulta incómodo hacerlo, es
bastante aparatoso hacerlo, según se transmitió en mi familia los llamaban
periódicos. Tienen también cosas muy graciosas. Poseían una gran imaginación.
En el barrio tenemos un comisario
muy enrollado. Creo que me ha conseguido permiso para unas vacaciones. ¡Una
semana en un balneario! Y no he tardado tanto en lograrlo: cinco años. Mi padre
tardo dieciocho años en conseguir su primer permiso vacacional. Estaría contento
conmigo.
A los setenta años lo trasladaron
a una granja de recogimiento. Una vez a la semana teníamos una videoconferencia
y estaba muy contento. Al año se produjo el apagón. Lo llevo en mi corazón.
De mi madre no puedo decir mucho.
A los tres años de mi nacimiento desapareció. Mi padre me contó muchas veces
que era una luchadora, que decía lo que pensaba y que por eso tuvo que irse. No
lo entendía y nunca quiso explicarme más.
Estoy contento de vivir en estos días. No me falta de nada. El Collegium Pontificum cubre mis necesidades. Soy feliz con mi vida. Alguna vez pienso en mi futuro. Dentro de tres años cumpliré los setenta. Ya tengo adjudicada granja de recogimiento.
Estoy contento de vivir en estos días. No me falta de nada. El Collegium Pontificum cubre mis necesidades. Soy feliz con mi vida. Alguna vez pienso en mi futuro. Dentro de tres años cumpliré los setenta. Ya tengo adjudicada granja de recogimiento.
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