Pasados no sé cuántos días, he
dejado de llevar la cuenta, creo tener algunas certezas. Vamos, empiezo bien.
¿Tengo o no tengo certezas? No sé, creo tenerlas. Mejor lo dejo.
Primera. Todavía se desconocen
muchas cosas del Covid-19.
Segunda. No hay ninguna certeza
de cuándo se empezó a expandir por España y cómo.
Tercera. No se decidió el
confinamiento antes por cuestiones económicas. En todos los países ha sido así.
Cuarta. La sanidad pública no
estaba preparada para una pandemia de estas características. Aunque sus efectos
hubieran sido menores tampoco lo estaría. Años de recortes se han notado.
Quinta. Las residencias de
mayores tienen gravísimas deficiencias.
Sexta. España es un país
desindustrializado. La deslocalización empresarial resta capacidad de respuesta
a las necesidades del país.
Séptima. La apuesta desmesurada
por el turismo la estamos pagando y lo seguiremos haciendo.
Octava. La clase política
española, en su mayoría, no da la talla para gestionar los recursos públicos.
Novena. Médicos, enfermeras y
resto del personal sanitario no son héroes. Son trabajadores honestos y
responsables. Día a día se enfrentan a la enfermedad y la muerte. Sí ahora son
esos héroes entonces lo son siempre. Ellos no se creen tales, pero tampoco son
esos malvados cómo en ocasiones los han pintado muchos de los que hoy les
aplauden.
Décima. Las redes sociales
revelan la verdadera cara de muchos ciudadanos. La propagación de bulos y
mentiras demuestra la escasa cultura democrática que tenemos como sociedad e
individuos.
Undécima. Los medios de
comunicación, en número considerable, no distinguen entre noticia y opinión.
Sus dependencias y sometimientos son evidentes.
Duodécima. Las medidas económicas
tomadas por el Gobierno van a llenar las arcas de los desaprensivos.
Decimotercera. Los nacionalistas
carecen de empatía fuera de su mundo.
Decimocuarta. Los líderes de los
partidos políticos españoles tienen un ego desmadrado. Muestran una absoluta
incapacidad para dialogar, no digamos para llegar a acuerdos.
Decimoquinta. La extrema derecha
carece de cualquier tipo de ética.
Decimosexta. La probabilidad de
un cambio importante en nuestra forma de vida tras el confinamiento es escasa.
Decimoséptima. Los contagios
seguirán produciéndose durante mucho tiempo. La vacuna tardará en llegar.
Decimoctava. En las decisiones
que se están tomando cada día pesa más la economía.
Decimonovena. Tras terminar el
confinamiento nadie seguirá haciendo mascarillas en su
casa.
Vigésima. Tras el confinamiento
no habrá aplausos a las ocho de la tarde.
Vigesimaprimera. Toda la
solidaridad y buenismo se irá por la taza del váter.
Vigesimasegunda. Lo ahorrado en
el confinamiento se pulverizará en un pispás.
Vigesimatercera. En los meses de
diciembre y enero habrá un repunte de nacimientos.
Vigesimacuarta. Tras el
confinamiento desaparecerán todos los epidemiólogos.
Vigesimaquinta. La fiebre
futbolera rebrotará.
Vigesimasexta. El personal tendrá
que comprar ropa ya que la que tiene no le cabrá. Habrá colas en las
peluquerías y demás establecimientos de aseo personal.
Vigésima séptima. Los perros no
saldrán tanto a la calle.
Vigésima octava. Las ventas de
papel higiénico, lejía y harina disminuirán.
Vigésima novena. Seguiremos
votando a los mismos.
Trigésima. La desescalada
supondrá el contagio de muchas más personas. Es la única forma de inmunizarse.
Seguirá habiendo muertos, no todo el mundo lo soportará. No podemos estar
confinados permanentemente. La vacuna tardará en llegar. La presión sobre el
sistema sanitario ha disminuido y es hora de ir pasando a esa fase de
transmisión más o menos controlada. No hay que engañarse.
Podría seguir, estas son algunas de esas certezas que creo
tener. Ustedes tendrán las suyas así que pueden ir completando su listado. Al
final, igual ninguna se confirma. Bueno, de la trigésima estoy convencido.
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