Mis comentarios de libros no son
tal pues poco comento de ellos. Me centro en las sensaciones que me producen o
los caminos por los que me conducen, para lo otro están los críticos
profesionales o gentes con más conocimientos.
Hoy les voy a hablar de un libro
hermoso. No, no es una novela gráfica. No, no tiene una encuadernación
especial. Es un libro que cuenta de forma hermosa una historia triste. Es un
libro escrito con gran ternura. Es un libro… vale pero ¿de qué libro hablas? Lo
diré, de Panza de burro de Andrea
Abreu. Insisto, es un libro guapo. Me conmovió. Todo él me introdujo en el
mundo de los recuerdos, de las añoranzas, con una sonrisa melancólica.
Situémonos. Norte de una isla
canaria, probablemente Tenerife. Un pequeño pueblo que vive ajeno al mundo
turístico, que sólo aparece como lugar de trabajo y explotación laboral. Las
nubes bajas y grises dan carácter al paisaje y paisanaje. La pobreza lo
impregna todo. El hambre es un actor más.
Dos personajes principales, Isora
y la narradora, su fiel amiga y de la que desconocemos el nombre. Dos niñas que
se encuentran a un paso de la adolescencia.
A estos añadimos los habitantes
del pueblo, otros niños y a las abuelas y ya tenemos ese pequeño espacio que es
todo un mundo.
Con estos ingredientes básicos
Andrea Abreu construye una novela, lo diré una vez más, hermosa.
No pasa nada especial y sin
embargo Panza de burro me atrapó. Conocí
la vida de esas niñas, qué comen, la dieta permanente a la que someten a Isora,
cómo se divierten, su despertar a la sexualidad o las canciones del grupo
Aventura, lo dicho, nada nuevo pero se produjo esa compenetración entre el
lector y la novela. Me reí, sonreí, unas veces por lo jocoso de la situación,
otras con una tristeza cómplice. Panza de
burro rezuma ternura hasta en las descripciones más crudas. La dureza está
envuelta en un amor que la atenúa y conmueve. Andrea Abreu demuestra una gran
sensibilidad.
La autora rompe en muchas
ocasiones con las normas gramaticales e introduce construcciones particulares isleñas
y traslada a la escritura la fonética canaria. No es que sea una novedad, pero
viene como anillo al dedo para dotar a la historia de un toque especial que la
acerca al lector y no entraña ninguna dificultad su lectura.
A lo largo de las 172 páginas de
la novela Andrea Abreu concentra muchos temas que en ningún momento desentonan.
La homofobia, la pobreza, las clases sociales, la ignorancia, la sexualidad, el
hambre o el machismo fluyen con naturalidad y forman parte de ese pequeño
microcosmos en que el vive Isora.
Aunque parezca imposible, y a
pesar de la insularidad, la playa es un deseo casi inalcanzable para las niñas.
Nadie tiene tiempo, ni ganas, para darles acercarlas y darles esa satisfacción.
Cuando el milagro se produce… se acaba la novela.
En la última página de Panza de burro escribí: «Una pasada de
libro» Eso me pareció y así se lo digo. Su lectura me provocó cosquillas en el estómago y dejó
buen sabor de boca. Les recomiendo que lo degusten, tendrán un manjar agridulce
en sus manos y la sobremesa será muy placentera.
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