La
posible amnistía a los independentistas catalanes está enfrentando, una vez
más, a los españoles. Tras el referéndum independentistas en Cataluña del 1 de
octubre de 2017, la huida del entonces presidente Puigdemont y varios
consejeros la vida política ha estado más «encabronada». Puigdemont huyó de
España, no sé si en el maletero de un coche o no, y lo hizo tras la declaración
de la independencia de Cataluña, que duró ocho segundos, y después que el
Consejo de Ministros decidiese aplicar el artículo 155 y cesar al Govern.
La Fiscalía había anunciado una querella por rebelión, sedición y malversación.
La huida indica que el president y los suyos eran conocedores, antes y
después, de que sus actos durante el denominado procés eran ilícitos.
La
democracia son leyes y formas. El incumplimiento de las leyes acarrea, si somos
pillados, una sanción. Se supone que todos somos iguales ante las leyes,
cuestión que está más que demostrada que no es así, pero eso no implica hacer
excepciones. Los ciudadanos tenemos el deber de acatar, respetar y cumplir con
la legislación vigente, aunque no estemos de acuerdo con ella; los políticos,
por desempeñar un cargo público, no pueden eximirse de esa obligación.
Hasta
el 23 de julio, fecha de las últimas elecciones generales, la posibilidad de
una amnistía no era posible ya que no tenía cabida en la Constitución, así lo
afirmaron los dirigentes socialistas, incluido Pedro Sánchez. Los resultados
electorales han modificado esa opinión. El presidente afirmó, ante el Comité
Federal del PSOE, que quiere tomar esa decisión «por el interés de España».
Apeló también a la convivencia entre los españoles, a la superación definitiva
del conflicto con Cataluña. Reconoció que no tenía previsto tomar esa medida en
estos momentos, es decir, que le vino impuesta por las circunstancias o lo que
es lo mismo, por los resultados electorales.
Van a
realizar una consulta entre sus afiliados, que está muy bien, pero la pregunta
es impresentable «¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr
el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?» De
pena.
Todos
esos argumentos quedaron en agua de borrajas cuando dijo «Hay que hacer de la
necesidad virtud. Es la única vía positiva para que haya Gobierno en España y
no haya repetición electoral».
Está
claro, para formar gobierno son necesarios los votos de los independentistas
catalanes, también los vascos, pero estos últimos tienen otra estrategia que no
pasa, hoy por hoy, por el frentismo directo y el gobierno a cambio de ese apoyo
tiene que amnistiar a todos los encausados por el procés. Junts per
Catalunya pide más, no puede ser de otra manera. La amnistía acarreará, así lo
exigen, que el acuerdo contenga una mención al 1 de octubre, al referéndum de
ese día, en la que se diga que no fue un delito. Esto no es suficiente, lo
comprendo. Si hacemos borrón y cuenta nueva hay que devolver los siete millones
de euros de las fianzas por el procés, así lo exige Puigdemont que
siguiendo su lógica tiene todo el sentido. Ya puestos a pedir nada de quedarse
cortos. Junts pide recuperar la alcaldía de Barcelona, lo que supone desalojar
al socialista Collboni. No puede faltar la cuestión de las «pelas». Exigen el
reconocimiento de la deuda histórica con Cataluña, que estiman en 450000
millones. Reclaman la condonación de la deuda que la administración catalana
tiene con el el fondo de liquidez autonómica (FLA), que estiman en 80000
millones de euros. Quieren recaudar todos los impuestos y alcanzar un pacto
fiscal a modo y manera de los vascos y navarros. Recordar que el desmadre del
«conflicto catalán» se produjo a raíz de la negativa de Rajoy a Más a conceder
ese pacto fiscal. Hay más. Piden el traspaso de cercanías de Renfe.
Esa
posible amnistía no solo afectaría a Puigdemont y sus consejeros, hay unas tres
mil personas encausadas por el procés.
Me
sigue sorprendiendo que los ciudadanos catalanes, los independentistas, se
crean que la independencia solucionará todos sus problemas. Es de una
ingenuidad absoluta. Convertirse en un minúsculo país es quedar en manos de las
grandes multinacionales y poderes financieros, aún más. Los ricos y poderosos
catalanes se harán más ricos y poderosos, pero serán marionetas de otros más
poderosos y ricos. No sé si estarán pensando en convertirse en un
Liechtenstein, Suiza no, que les queda muy grande, Mónaco o Gibraltar, vamos,
en un paraíso fiscal donde se puedan realizar todo tipo de desmanes fiscales,
pues nada, pero que sepan que los que hoy lo pasan mal seguirían igual o peor.
Ni la independencia, al igual que una república, solucionan nada por si mismas.
Una
petición satisfecha es la de utilizar el catalán, euskera y gallego en el
Parlamento español. El Gobierno en funciones está intentando que esas lenguas
se puedan utilizar en el Parlamento Europeo. Nuestro Gobierno está dispuesto a
correr con los gastos que esa medida puede acarrear. Ese ofrecimiento me parece
muy significativo, parecen decir señores eurodiputados necesito que aprueben
esto que las copas las pago yo, es decir, nosotros.
Hay
países de la UE que tienen tesituras similares. Hay está Reino Unido y Escocia
- estos están fuera pero también les afectaría- Bélgica y Flandes, el
nacionalismo padano de las regiones del norte de Italia, por ejemplo, ¿qué
dicen? De momento nada de nada, al menos en público. Imagino que estarán
mirando con preocupación lo que sucede en España y la repercusión que pueda
tener en sus países.
Esto
es lo que piden los nacionalistas catalanes, que yo sepa y recuerde, pero puede
haber más. Las negociaciones son secretas, faltaría más. No necesito que me
cuenten lo que hablan a cada momento, sí quiero conocer el acuerdo final en su
totalidad. Me queda una duda ¿que ofrecen los nacionalistas? Es una negociación
en la que las partes tienen que ceder en algunas de sus pretensiones, ¿a qué
renuncian los independentistas? De momento a nada. La amnistía es el primer
paso, el referéndum vendrá más adelante. El propio Sánchez dijo en el Comité
Federal de su partido que esa medida supondrá «el reencuentro total» pero «no
es un fin en si mismo ni es el final del camino», «es un medio para avanzar en
la convivencia». Estas palabras tienen una enorme importancia. Si no es el
final del camino ¿cuál es? Las incógnitas que introduce son muchas.
En
varios de mis artículos de este blog manifesté una idea, o si quieren una
sospecha, que algunos tienen en su cabeza transformar nuestro estado
autonómico, cuasi federal, o sin el cuasi, en uno confederal. Visto lo visto
cada vez me convenzo más de ello. Si se trata de eso díganlo y debatamos sobre
ello.
Pase
lo que pase tenemos por delante tiempos muy convulsos y encrespados. Si hay
gobierno con las condiciones que exigen los nacionalistas, sobre todo
catalanes, la legislatura pasada nos va a parecer una broma. Será una bronca
permanente muy subida de tono, como nunca. Los nacionalistas seguirán exigiendo
para mantener el apoyo, no parece que con eso se den por satisfechos. En caso
de no lograrse iremos a unas nuevas elecciones y la cosa no va a mejorar.
Los
nacionalistas se han mostrado insaciables. No están dispuestos a negociar, solo
admiten el cumplimiento de sus exigencias.
El
PSOE toma esta deriva en contra de los que eran sus principios. Con la amnistía
están dando por buena la conducta y los actos ilegales de unos cargos
políticos. No lo asumo.
El
último acto, de momento, fue la entrevista del número tres del PSOE, Santos
Cerdá, con Puigdemont en el Parlamento Europeo. La escenificación del lavado de
la imagen del prófugo ha sido total. Tras todos estos movimientos del Gobierno
no sabemos que están dispuestos a conceder, a aceptar, los independentistas.
Todos sus movimientos son una provocación, no rebajan la tensión ni un
milímitro. En esa reunión en Bruselas Puigdemont tuvo a su espalda una enorme
fotografía de unos ciudadanos llevando
una urna, lo cual es una reivindicación del referéndum del 1 de octubre. Un
auténtico desafío y un desprecio hacia el visitante, lo que representa y lo que
se está negociando. Nos están diciendo: vale, darnos todo lo que pedimos, pero
queremos más y no vamos a parar.
Hay
temas que es necesario poner en la agenda política, entre ellas una
fundamental, la financiación autonómica. Si se aceptasen las demandas
catalanistas poco iba a quedar para el resto de las autonomías. En ese caso me
temo que Asturias no saldría muy bien parada, lo cual tampoco sería extraño ni
novedoso.
El
acuerdo parece estar listo, aunque… Nos espera una legislatura terrible. El
PSOE no saldrá bien parado de esta. La potra de Sánchez creo que está llegando
a su fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario