31 oct 2023

Amnistía ¿para qué?


  La posible amnistía a los independentistas catalanes está enfrentando, una vez más, a los españoles. Tras el referéndum independentistas en Cataluña del 1 de octubre de 2017, la huida del entonces presidente Puigdemont y varios consejeros la vida política ha estado más «encabronada». Puigdemont huyó de España, no sé si en el maletero de un coche o no, y lo hizo tras la declaración de la independencia de Cataluña, que duró ocho segundos, y después que el Consejo de Ministros decidiese aplicar el artículo 155 y cesar al Govern. La Fiscalía había anunciado una querella por rebelión, sedición y malversación. La huida indica que el president y los suyos eran conocedores, antes y después, de que sus actos durante el denominado procés eran ilícitos.
  La democracia son leyes y formas. El incumplimiento de las leyes acarrea, si somos pillados, una sanción. Se supone que todos somos iguales ante las leyes, cuestión que está más que demostrada que no es así, pero eso no implica hacer excepciones. Los ciudadanos tenemos el deber de acatar, respetar y cumplir con la legislación vigente, aunque no estemos de acuerdo con ella; los políticos, por desempeñar un cargo público, no pueden eximirse de esa obligación.
  Hasta el 23 de julio, fecha de las últimas elecciones generales, la posibilidad de una amnistía no era posible ya que no tenía cabida en la Constitución, así lo afirmaron los dirigentes socialistas, incluido Pedro Sánchez. Los resultados electorales han modificado esa opinión. El presidente afirmó, ante el Comité Federal del PSOE, que quiere tomar esa decisión «por el interés de España». Apeló también a la convivencia entre los españoles, a la superación definitiva del conflicto con Cataluña. Reconoció que no tenía previsto tomar esa medida en estos momentos, es decir, que le vino impuesta por las circunstancias o lo que es lo mismo, por los resultados electorales.
  Van a realizar una consulta entre sus afiliados, que está muy bien, pero la pregunta es impresentable «¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?» De pena.
  Todos esos argumentos quedaron en agua de borrajas cuando dijo «Hay que hacer de la necesidad virtud. Es la única vía positiva para que haya Gobierno en España y no haya repetición electoral».
  Está claro, para formar gobierno son necesarios los votos de los independentistas catalanes, también los vascos, pero estos últimos tienen otra estrategia que no pasa, hoy por hoy, por el frentismo directo y el gobierno a cambio de ese apoyo tiene que amnistiar a todos los encausados por el procés. Junts per Catalunya pide más, no puede ser de otra manera. La amnistía acarreará, así lo exigen, que el acuerdo contenga una mención al 1 de octubre, al referéndum de ese día, en la que se diga que no fue un delito. Esto no es suficiente, lo comprendo. Si hacemos borrón y cuenta nueva hay que devolver los siete millones de euros de las fianzas por el procés, así lo exige Puigdemont que siguiendo su lógica tiene todo el sentido. Ya puestos a pedir nada de quedarse cortos. Junts pide recuperar la alcaldía de Barcelona, lo que supone desalojar al socialista Collboni. No puede faltar la cuestión de las «pelas». Exigen el reconocimiento de la deuda histórica con Cataluña, que estiman en 450000 millones. Reclaman la condonación de la deuda que la administración catalana tiene con el el fondo de liquidez autonómica (FLA), que estiman en 80000 millones de euros. Quieren recaudar todos los impuestos y alcanzar un pacto fiscal a modo y manera de los vascos y navarros. Recordar que el desmadre del «conflicto catalán» se produjo a raíz de la negativa de Rajoy a Más a conceder ese pacto fiscal. Hay más. Piden el traspaso de cercanías de Renfe.
  Esa posible amnistía no solo afectaría a Puigdemont y sus consejeros, hay unas tres mil personas encausadas por el procés.
  Me sigue sorprendiendo que los ciudadanos catalanes, los independentistas, se crean que la independencia solucionará todos sus problemas. Es de una ingenuidad absoluta. Convertirse en un minúsculo país es quedar en manos de las grandes multinacionales y poderes financieros, aún más. Los ricos y poderosos catalanes se harán más ricos y poderosos, pero serán marionetas de otros más poderosos y ricos. No sé si estarán pensando en convertirse en un Liechtenstein, Suiza no, que les queda muy grande, Mónaco o Gibraltar, vamos, en un paraíso fiscal donde se puedan realizar todo tipo de desmanes fiscales, pues nada, pero que sepan que los que hoy lo pasan mal seguirían igual o peor. Ni la independencia, al igual que una república, solucionan nada por si mismas.
  Una petición satisfecha es la de utilizar el catalán, euskera y gallego en el Parlamento español. El Gobierno en funciones está intentando que esas lenguas se puedan utilizar en el Parlamento Europeo. Nuestro Gobierno está dispuesto a correr con los gastos que esa medida puede acarrear. Ese ofrecimiento me parece muy significativo, parecen decir señores eurodiputados necesito que aprueben esto que las copas las pago yo, es decir, nosotros.
  Hay países de la UE que tienen tesituras similares. Hay está Reino Unido y Escocia - estos están fuera pero también les afectaría- Bélgica y Flandes, el nacionalismo padano de las regiones del norte de Italia, por ejemplo, ¿qué dicen? De momento nada de nada, al menos en público. Imagino que estarán mirando con preocupación lo que sucede en España y la repercusión que pueda tener en sus países.
  Esto es lo que piden los nacionalistas catalanes, que yo sepa y recuerde, pero puede haber más. Las negociaciones son secretas, faltaría más. No necesito que me cuenten lo que hablan a cada momento, sí quiero conocer el acuerdo final en su totalidad. Me queda una duda ¿que ofrecen los nacionalistas? Es una negociación en la que las partes tienen que ceder en algunas de sus pretensiones, ¿a qué renuncian los independentistas? De momento a nada. La amnistía es el primer paso, el referéndum vendrá más adelante. El propio Sánchez dijo en el Comité Federal de su partido que esa medida supondrá «el reencuentro total» pero «no es un fin en si mismo ni es el final del camino», «es un medio para avanzar en la convivencia». Estas palabras tienen una enorme importancia. Si no es el final del camino ¿cuál es? Las incógnitas que introduce son muchas.
  En varios de mis artículos de este blog manifesté una idea, o si quieren una sospecha, que algunos tienen en su cabeza transformar nuestro estado autonómico, cuasi federal, o sin el cuasi, en uno confederal. Visto lo visto cada vez me convenzo más de ello. Si se trata de eso díganlo y debatamos sobre ello.
  Pase lo que pase tenemos por delante tiempos muy convulsos y encrespados. Si hay gobierno con las condiciones que exigen los nacionalistas, sobre todo catalanes, la legislatura pasada nos va a parecer una broma. Será una bronca permanente muy subida de tono, como nunca. Los nacionalistas seguirán exigiendo para mantener el apoyo, no parece que con eso se den por satisfechos. En caso de no lograrse iremos a unas nuevas elecciones y la cosa no va a mejorar.
  Los nacionalistas se han mostrado insaciables. No están dispuestos a negociar, solo admiten el cumplimiento de sus exigencias.
  El PSOE toma esta deriva en contra de los que eran sus principios. Con la amnistía están dando por buena la conducta y los actos ilegales de unos cargos políticos. No lo asumo.
  El último acto, de momento, fue la entrevista del número tres del PSOE, Santos Cerdá, con Puigdemont en el Parlamento Europeo. La escenificación del lavado de la imagen del prófugo ha sido total. Tras todos estos movimientos del Gobierno no sabemos que están dispuestos a conceder, a aceptar, los independentistas. Todos sus movimientos son una provocación, no rebajan la tensión ni un milímitro. En esa reunión en Bruselas Puigdemont tuvo a su espalda una enorme fotografía de  unos ciudadanos llevando una urna, lo cual es una reivindicación del referéndum del 1 de octubre. Un auténtico desafío y un desprecio hacia el visitante, lo que representa y lo que se está negociando. Nos están diciendo: vale, darnos todo lo que pedimos, pero queremos más y no vamos a parar.
  Hay temas que es necesario poner en la agenda política, entre ellas una fundamental, la financiación autonómica. Si se aceptasen las demandas catalanistas poco iba a quedar para el resto de las autonomías. En ese caso me temo que Asturias no saldría muy bien parada, lo cual tampoco sería extraño ni novedoso.
  El acuerdo parece estar listo, aunque… Nos espera una legislatura terrible. El PSOE no saldrá bien parado de esta. La potra de Sánchez creo que está llegando a su fin.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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