9 oct 2023

No hubo tiempos pasados mejores

 

  No es extraño que me tope con alguien que argumente que antes con menos dinero se vivía mejor. Y esto lo dicen personas que superan los sesenta años, pero también gentes mucho más jóvenes. Recuerdan, los que las tuvieron en sus bolsillos, las pesetas con una añoranza que no se justifica desde la Historia. El paso del tiempo atempera lo malo, en los mayores, y en los más «nuevos» la publicidad engañosa, vamos los bulos y mentiras descaradas, les llevan a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pues no, rotundamente no. ¿Forma de comprobarlo? Acudan a los libros de Historia, a las estadísticas oficiales y dejen de lado lo que se dice en Facebook o Twitter, ahora X.
  Por una cuestión biológica todavía hay muchos ciudadanos que vivieron parte del franquismo y es curioso que hay quienes ven con nostalgia aquellos tiempos de dictadura. Puedo entender a quienes se beneficiaron de la corrupción sistémica del franquismo, no comprendo a quienes las pasaron canutas por proceder de familias trabajadoras y hoy miran con añoranza la opresión y el hambre que pasaron.
  Los más avispados, también los más ilusos y quienes no recuerdan o no quieren recordar, se limitan a unas evocaciones distorsionadas por el tiempo. Los mayores se centran en la etapa del desarrollismo franquista, años sesenta y setenta, grosso modo, cuando los empresarios adictos al régimen, junto a políticos y militares franquistas hicieron lo que les dio la gana. Especularon, robaron directamente, todo lo que quisieron y más. Los enormes pelotazos en la construcción y las incipientes industrias generaron monumentales riquezas que nunca se trasladaron al resto de los ciudadanos.
  Horarios interminables, sueldos míseros, en muchísimas ocasiones ni daban de alta a los trabajadores que firmaban el primer día de trabajo una hoja en blanco, ya sabemos lo que eso significaba. Con enorme esfuerzo personal los «curritos» se compraron una vivienda con enormes hipotecas. Se de lo que hablo, mi padre se hartó de hacer horas extraordinarias para poder acceder a una vivienda. Lo de la televisión fue también una sangría para la economía familiar y no digamos el primer coche, en el caso de mis padres fue el único que tuvieron, un R-5. Las mujeres, en las ciudades, no trabajaban, estaba mal visto o en su defecto eran «sirvientas», mal pagadas y explotadas por los señoritos.
  Esa vida es la que ensalzan, pero… ¿cuando iban de vacaciones? Nunca. ¿Cuántos pares de zapatos tenían, teníamos? Dos, uno para domingos y fiestas y otros para diario. ¿Y ropa? Poco más que el calzado. Siempre limpia, eso sí. ¿Salían a tomar algo? Contadas ocasiones. El hombre trabajaba y la mujer cuidaba la casa y los niños. No había tiempo ni dinero para tal cosa. Y así podría seguir ad infinitum. ¿Estaban contentos con su vida? ¡Sí por los cojones!
  Los nostálgicos comparan los precios de hoy de un café y ¡pasan su coste actual a pesetas de entonces!, creyéndose que el paso de los años no incrementaría los precios. Eso es mezclar churras con elefantes. Un pequeño repaso para ellos. La inflación en 1975 era del 14,10 %, en 1976 del 19,80 %, en 1977 del 26,4 %, en 1978 del 16,50 %, en 1983 del 12,20 %.
  Así era la vida a mi alrededor. Familias de trabajadores, emigrantes, desplazados por el hambre y la falta de expectativas en sus pueblos. En esa época comenzó el éxodo rural, fomentado por aquella criminal dictadura.
  Quienes ensalzan aquellos años me producen una terrible tristeza, a no ser aquellos privilegiados del régimen que no les hago ni puto caso.
  Y llegó la democracia. La Transición generó muchas expectativas que aún no se han cumplido, pero esa es otra historia. La situación económica de los trabajadores era mala, la inflacción seguía disparada y el dinero daba para poco por mucho que se estirase.
  Las huelgas fueron continuas en época de Adolfo Suárez, continuaron en la etapa de Felipe González, descendiendo su número, pero así y todo a los gobiernos de González les hicieron cuatro huelgas generales.
  La entrada de España en la Unión Europea fue un enorme revulsivo para la economía española. Curiosamente hay quienes reniegan de ella, de la UE, sin valorar lo que aportó a nuestro país. Poniendo en la balanza los pros y los contra no tengo dudas de que ganan los primeros.
  España se adhirió a la UE en 1985 y su entrada efectiva se produjo en 1986, desde entonces la economía española no sufre los vaivenes anteriores y la economía corre paralela a la del resto de los países integrantes. Unos datos de la inflación: en 1984 era del 9,00 %, en 1987 del 4,60 %, en 1988 del 1,40 %, en 2013 del 0,30 %, en 2019 del 0,80 %, en 2021 del 6,50 % y en 2022 del 5,7.
  Voy con más datos, necesarios vistas las mentiras y deformaciones que se argumentan. Quien lo desee puede consultar libros, estadísticas o buscar por internet, en sitios fiables, las informaciones. Aquí van.
  En 1985 el salario mínimo interprofesional era de unas treinta y siete mil pesetas mensuales, unos 222 euros, unas quinientas veinte mil pesetas, en euros 3125 anuales. Según el Ministerio de Hacienda el salario medio era de 1400000 pesetas, pasándolo a euros serían 8414.
  La tasa de paro llegó al 21 %. El tipo hipotecario en los años 80, del siglo pasado, estaba alrededor de 17%, repito, del diecisiete por ciento. En esos años un piso de 80 metros costaba unos 3,5 millones de pesetas, en euros serían 21035. Según los datos del Ministerio de Hacienda a un trabajador le suponía como mínimo el salario de tres años.
  Un televisor, por ejemplo, de veinte pulgadas tenía un precio de 69900 pesetas, 420 euros de hoy.
  Hay muchos más datos, pero creo suficientes estos para hacerse una idea.
  Durante el gobierno de Aznar crecían los billetes en los árboles. Ironía. Tal cosa nos hicieron creer, el tiempo nos demostró la cruda realidad. La liberalización del suelo contribuyó al desarrollo de la burbuja inmobiliaria que después nos estallaría. En esos momentos muchos jóvenes abandonaron su formación para irse a trabajar. La construcción absorbía ingentes cantidades de trabajadores y con ella los sectores afines. La enorme demanda de viviendas hizo que los empresarios pagasen aceptablemente y con las horas extraordinarias los sueldos eran muy apetecibles. La locura de especular con la viviendas, fomentada por los bancos concediendo hipotecas del altísimo riesgo cerró el círculo. Hubo quien se creyó que España era el no va más. Ya, ya.
  El genio económico de Aznar, el señor Rato, acabó abandonando el Fondo Monetario Internacional por «problemillas» relacionados con el blanqueo de dinero y con posterioridad acabó en la cárcel en España. Ese era el nivel del gobierno «aznariano».
  Llegó la crisis del 2007-2008 y todo patas arriba. Pérdida de empleos, contención salarial y rebajas para funcionarios, empresas de la construcción a la quiebra, embargos de viviendas por impagos, rescate bancario… ralentización de la economía en general y mayores gastos para el Estado.
  Desde luego es un repaso muy general, pero no por ello deja de ser real.
  Toda aquella euforia se fue al garete. Desde ese momento se incrementaron las campañas mediáticas de intoxicación. No era nada nuevo. Las redes sociales contribuyeron de forma clara y desde los grupos de extrema derecha y la derecha más recalcitrante no pararon de desinformar, cuando no de mentir. En los años siguientes la cosa empeoró.
  La mala gestión de los primeros embates de la crisis se llevó por delante al gobierno de Zapatero, quien había desbancado al PP tras las mentiras de estos sobre los atentados del 11 de marzo de 2004. La actitud en ese momento - también en los posteriores, llegando incluso hasta hoy – del Partido Popular fue… me cuesta trabajo encontrar un calificativo.
  La política española y la economía española no mejoró con la llegada de M. Rajoy a la presidencia. El apoyo a la banca que afirmaron, por activa y pasiva, que no iba a costar nada a los españoles fue una de las muchas mentiras que contaron. Con M. Rajoy «El PP es el partido que más subidas de impuestos ha realizado en la historia fiscal de este país, mayor volumen recaudatorio y en menos tiempo. Esta voracidad por obtener ingresos, sin importar su procedencia, se extendió también a una inusual amnistía fiscal por la que sólo se obtuvo la mitad de la caja prevista». El entrecomillado por supuesto no es mío, ¿saben de quien es? de el periódico El Mundo de 24 de noviembre de 2013.
  Con M. Rajoy llegó el referendum independentista catalán lo cual supuso inestabilidad política y económica.
  Las cosas desde el 2007 fueron complicadas, los indicadores económicas no eran buenos y lo que es peor, la economía de los ciudadanos se resentía gravemente. Como en toda crisis hubo personas, grupos empresariales y bancos, que hicieron pingües beneficios, mayores que nunca, así siguen.
  La vida política se enmierdó por obra de la ultraderecha, Vox, y el PP hasta niveles impensables con anterioridad a la llegada de Pedro Sánchez al gobierno. El primer gobierno de coalición molestó a la derecha extrema y la extrema derecha. La caza del hombre había comenzado cuando Sánchez obtuvo los suficientes apoyos para desplazar a M. Rajoy de la presidencia mediante una moción de censura. Estos movimientos políticos no previsibles tienen una repercusión económica ya que las empresas y inversores quieren paz y tranquilidad en sus patios. A pesar de las presiones, los bulos y las mentiras, la economía continuó a buen ritmo, pero llegó lo impensable, la pandemia de la COVID-19. Tras más de dos años duros, empezando por la muerte de miles de ciudadanos, en los que la sociedad en su conjunto se resintió, no solo la española, la mundial y cuando parecía que la vida se normalizaba la guerra contra Ucrania, iniciada por Putin, nos volvió a sumir en otra crisis. Así seguimos. Nuevamente los bancos, empresas, financieros y quienes mueven los mercados nacionales e internaciones se están haciendo de oro, por supuesto a costa de los ciudadanos.
  Estas realidades las hemos podido sobrellevar gracias a las iniciativas del gobierno de coalición socialcomunista bolivariano - ¿les suena la expresión? - que inyectó a todos los sectores económicos miles y miles de euros. Nunca en la Historia de España hubo tal cantidad de apoyos a los ciudadanos. No, esto no es sacar la cara por el Gobierno, es una realidad mensurable y contrastable.
  Las cosas van muy bien para las empresas de todos los sectores, se quejan porque nunca tienen bastante, son insaciables. Preguntan a los ciudadanos y responden que la economía va mal, cuando a continuación les preguntan por la suya, la familiar, responden que bien. No es nada nuevo. En la década de los 2000, Javier Jareño, economista del Banco de España realizó un estudio sobre esto, la opinión de los españoles sobre la economía, y llegó a la conclusión que vaya mal o bien la economía los españoles siempre dirán que va mal. En esa opinión negativa tiene mucho, casi todo, que ver con las mentiras y los bulos interesados que cuentan determinados medios de comunicación que cuentan con la colaboración de las redes sociales, hervidero putrefacto de odio y oscuros intereses.
  A pesar de los follones que montan desde la derecha y extrema derecha, la economía se ha comportado relativamente bien en este 2023. El mercado de trabajo bastante estable junto con las políticas fiscales nacionales han amortiguado el impacto de la inflación sobre las rentas familiares.
  La regulación, dentro de lo posible, de los precios de la electricidad y carburantes, contribuyeron a que el efecto de la inflación fuese menor en las clases más bajas.
  Los precios de la compra se han disparado sin razones claras, al menos nadie las encuentra. Las grandes superficies, que son las que marcan la pauta, han querido resarcirse de la contención durante la pandemia.
  Las cosas no es que vayan maravillosamente, para nada, nunca es así, pero esperan que el PIB crezca en 2023 a una tasa del 2,3%, lo cual no está mal. Ahora la cuestión es que la inflación subyacente baje lo más posible.
  Venga, los últimos datos. Según las Estadísticas de Hipotecas del Instituto Nacional de Estadística (INE) las hipotecas fijas durante agosto rondaban el 3,464 %. El Idealista por su parte informó que en agosto 2023 el precio del metro cuadrado de las viviendas estaba en 2004 euros. Según esto una vivienda de 80 metros costaría unos 160000 euros, pasándolo a pesetas serían 26621760 pesetas.
  Háganse un favor, no se crean que cualquier tiempo pasado fue mejor. Hoy disfrutamos en este país de bienes y servicios impensables hace sesenta años. Siempre queremos más, pero no nos dejemos engañar. Por mucho que se empeñen las cosas fueron como fueron y no como se las cuentan o se imaginan.
  Un último favor, no sigan comparando en pesetas y euros el precio de los productos. Repito, ¿son tan ingenuos de pensar que los productos en pesetas no hubieran subido en todos estos años?
  En fin, si se quieren engañar…
  El reparto de la riqueza en España es desigual. Las diferencias entre los de arriba y los de abajo se han incrementado de forma notable. Tenemos un sistema fiscal que beneficia a los más ricos y el mayor peso recaudatorio recae sobre los asalariados y pequeños empresarios. Esta realidad, es fácil de comprobar, no impide que muchos ciudadanos de clase baja y media exijan la retirada de los impuestos de sucesiones, donaciones y patrimonio. ¡Hay que joderse!

 

 

 

 

 

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