11 ene 2024

Legislatura endiablada


  Los resultados de las elecciones generales del 23 de julio de 2023 dejaron un panorama político harto complicado para la formación de un gobierno. Feijóo estuvo mareando la perdiz cuando estaba claro que no iba a conseguir los apoyos necesarios. Llevar como compañero de viaje a la ultraderecha fue un obstáculo insalvable, no fue menos relevante todos los insultos que profirieron al resto de los partidos por su apoyo al PSOE de Pedro Sánchez. Ni corto ni perezoso Alberto Núñez Feijóo tiró la toalla diciendo aquella estupidez de que él no fue presidente porque no quiso.
Llegó Sánchez y empezó a hacer encaje de bolillos. Los números estaban claros, Puigdemont y su partido, Junts per Catalunya, iban a tener la sartén por el mango. Las perspectivas no eran buenas y enseguida se confirmaron. Ellos pidieron y el PSOE les concedió todas sus peticiones. La que más trascendencia tuvo, tiene, es la concesión de una amnistía para todos los implicados en el «procés». Los socialistas hicieron de tripas corazón y pactaron con Junts y Bildu, tan denostados hasta esos momentos. Junts tenía además el lastre de Puigdemont, un prófugo de la Justicia. Bildu es ETA, eso dice la derecha extrema y la extrema derecha.
  Las justificaciones socialistas no han sido aceptadas por una gran parte de los ciudadanos. Han basado su decisión en que si no pactaban con los nacionalistas Vox, la ultraderecha, entraría en un gobierno del Partido Popular.
  Desde la firma de los acuerdos todo ha ido de mal en peor. Las concesiones del gobierno se suceden una tras otra. Han llegado al extremo que hasta los presidentes autonómicos socialistas pusieron el grito en el cielo con el tema de la condonación de la deuda catalana, luego aplicada a todas las autonomías, lo que ha significado un desequilibrio mucho mayor.
  Las gentes de Junts no engañaron, desde el primer momento dejaron muy claro que ellos solo tenían un interés, el de los catalanes, lo cual solo tiene de verdad un poquito. Defienden lo suyo, lo personal, y lo de unos determinados intereses empresariales vinculados principalmente a Pujol y al tres por ciento.
  PNV y Bildu son más discretos en sus exigencias, guardan más las formas, por contra ERC y sobre todo Junts están desbocados. Las elecciones autonómicas las tienen a la vuelta de la esquina y cada partido marca su territorio. Les importa un pito lo que pensamos y decimos los no nacionalistas. Tienen un plan trazado desde hace años y en estos meses han conseguido muchos de los objetivos que tienen marcados.
  Y como éramos pocos Podemos entra al juego de desequilibrar. No perdonan ni a Yolanda Díaz ni a Pedro Sánchez que les separase del poder. El dogmatismo del que hacen gala les va minando elección tras elección, parecen abocados a ser un partido residual e incluso desaparecer.
  Con todo este cacao el Gobierno no aprende. Sigue tirando de decretos ley sin pactarlos con los grupos que le apoyan y están que trinan. A Sánchez se le llena la boca con negociar pero a la hora de la verdad se le olvida. Lo sucedido con la aprobación de tres decretos ley por los pelos, broncas incluidas, debería ser un aviso para el Gobierno, no creo que les vuelvan a pasar otra.
  El Gobierno tiene que satisfacer las demandas de un montón de partidos, excepto PP, VOX y UPN. Un sin dios. ¿Merece la pena? Visto lo visto, como ciudadano no nacionalista, como asturiano que vive en una zona deprimida como es el suroccidente, creo que no. No es solo que las desigualdades se van a incrementar aún más, es que además tenemos que aguantar la chulería de algunos de esos nacionalistas.
  Entiendo que la organización de un país no puede ser monolítica y que las aspiraciones de todos los ciudadanos tienen que ser contempladas, pero no a cualquier precio. Si eso supone desequilibrios, desigualdades, insolidaridad inter autonómica nos va a ir muy mal.
  Por mucho que se empeñe el Gobierno no está negociando, está comprando votos y el precio que ponen por cada voto se dispara más que el precio de los alimentos.
  Al PSOE no le queda coherencia ni integridad política. El poder es lo trascendente, como se llega y como se mantiene en él no tiene importancia. Si pienso en Feijóo de presidente y Abascal de vicepresidente tiemblo. Me dan miedo.
  No sé lo que esta legislatura puede durar, lo que tengo claro es que el cabreo ciudadano va a seguir creciendo y están abonando la llegada de la extrema derecha.

 

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