15 abr 2020

Divagaciones coronavíricas (34)

  Ya ha pasado más de un mes de confinamiento y lo que nos queda. Apenas leo o escucho las noticias. El Facebook no lo toco desde hace más de dos semanas y Twitter de refilón, me da escalofríos. Es demencial.

  Los medios de comunicación, hasta ahora, se cuidaban de mantener separadas las noticias de las opiniones, al menos lo intentaban. Eso se acabo. Las ideologías chorrean desde las páginas de los periódicos, las palabras en las radios o las imágenes en las televisiones. La mayoría publican con un objetivo claro, cada uno el suyo, y no es el de informar.

  La independencia económica apenas existe en el mundo de la comunicación y eso se nota más que nunca. Intereses económicos y políticos pringan las “noticias”.

  Los medios vinculados a la derecha y extrema derecha están desmadrados. Han entrado en barrena. Recurren al morbo, la mentira y el miedo con absoluto descaro. Son fieles súbditos del Partido Popular y de la extrema derecha. Con la muerte, la desesperación y el miedo forman sus titulares. Todo ello está presente en la sociedad, pero ellos han convertido en su bandera estos males y desgracias. Lo hacen con un único objetivo: desgastar al Gobierno.

  Desde el otro bando – sí, han logrado que volvamos a los bandos – no es que defiendan a capa y espada a Sánchez y sus ministros, pero si lo hacen es de forma más comedida. Dedican una parte importante de sus recursos a desmentir bulos. En ese “bando” hay intereses más variados.

  Que los medios tengan su ideología es normal. Su línea editorial marca, desde siempre, el terreno en el que se mueven. Perfecto. Otra cosa es la falta de un mínimo de rigor y la utilización maniquea de mentiras. Hay titulares, fotografías y noticias repulsivas, mezquinas, indignantes, miserables.

  Las redes sociales están plagadas de bots (programas informáticos que repiten mensajes) creados para confundir y engañar. Luego están los bellacos que desde el anonimato insultan y mienten. Por último tenemos a los que se ganan la vida con la intoxicación, esos son profesionales de la mentira. Algunos de ellos los podemos ver en las televisiones.

  El Covid-19 nos ha traído enfermedad, muerte y penurias; desde algunos medios de comunicación y las redes sociales incertidumbre, miedo y desconfianza. No es un panorama muy halagüeño.

  Las intoxicaciones informativas han adquirido rango presidencial con Donald Trump. Millones de voceros se hacen eco de sus demenciales tuits en todo el mundo. ¡Qué tristeza!

  Ha llegado el momento de inducir el miedo al futuro económico y en ello están. Cada día son más las noticias en ese sentido. Claro que me preocupa la situación de los trabajadores, pero cuidado, los errores, que se producirán, se traducirán en muertes.

  La crisis de 2007 no preocupó a los poderes financieros y empresariales. Afectó a los más débiles y contaron con el apoyo de los gobiernos. Los más fuertes se beneficiaron de los saldos que salieron al mercado. Ya se sabe que en épocas de crisis es cuando las grandes fortunas se hacen más grandes. La crisis la pagamos los trabajadores. En esta ocasión es distinto.

  Ya estuvo bien, ahora toca pensar en el beneficio que no en los trabajadores.

  La paralización de las empresas, a nivel mundial, les preocupa y son conscientes que los estados no pueden subvencionarles como ellos quisieran. En esta ocasión tienen que repartir con los ciudadanos. Los datos de pérdidas los establecen con los parámetros de antes de la pandemia, pues igual tendrían que cambiarlos. No nos engañemos, los preceptos económicos y todo lo que los rodea son un invento humano, no una ley inmutable.

  Tendríamos que modificar muchas cosas y entre ellas todo lo referente a la producción de bienes y servicios, la distribución de la riqueza, la sociedad del bienestar, los servicios públicos, la deslocalización empresarial, los beneficios, controlar el crecimiento destructivo, preservar de forma activa el medio ambiente o acabar con la desigualdad por razón de sexos, por ejemplo.

  Deberíamos aprovechar para cambiar nuestra forma de vivir, pero eso no va a pasar, desgraciadamente.

  Por primera vez, sabemos lo que es sufrir una epidemia. Esas cosas sólo pasaban en África o países del Tercer Mundo, pues ya tenemos una muestra de lo que han sufrido y sufren. No será la última vez, llegarán más pandemias. Tuvimos avisos y no les hicimos caso: gripe aviar, Ébola, gripe A, gripe porcina, sida… La globalización también es eso.

  Las disputas políticas y los intereses económicos se unen a la pandemia y de ahí puede salir cualquier cosa.

  Si fuéramos sensatos llevaríamos a cabo modificaciones en nuestra forma de vida, en caso contrario estaremos abonando el terreno, aún más, a la extrema derecha y los populistas. Joder, la Historia está ahí.

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