Permítanme que les ponga en
situación. Oviedo, sábado, poco antes de las once de la noche. Estoy paseando a
Jana, mi perrita, y voy dándole vueltas al tema del que quería hablarles hoy.
Ella a lo suyo y yo a lo mío.
En los últimos días el tema de la
independencia de catalanes y vascos, sobre todo de los primeros, ha ocupado
gran parte de las noticias y de los comentarios ciudadanos. Hay para todos los
gustos.
Jana olisqueaba aquí y allí y yo
pensando en ese asunto. Me venían a la cabeza las imágenes de Artur Mas y de
Íñigo Urkullu y la sensación de prepotencia que destilan. Su tono de voz, sus
gestos y lo que dicen denotan que van de sobraos.
Ellos están en posesión de la verdad absoluta y los demás estamos o bien
equivocados o sencillamente es que no entendemos nada, y menos a ellos, claro.
La calle tiene menos luz. De los
brazos de cada farola solo uno ilumina. Cuestión de ahorro y me parece bien. En
la acera de enfrente una persona está depositando la basura. Aprecio que es un
hombre pero nada más. La perra da un pequeño tirón y
nos encaminamos hasta el siguiente árbol. Ella husmea y yo sigo a lo mío.
Mas y Urkullu nos quieren dar
lecciones de democracia. Los que no compartimos su visión de España somos
tachados de poco o nada demócratas. Y lo dicen ellos que a lo largo de la
Historia han demostrado muy poca solidaridad y sí mucho interés por lo suyo.
En el caso de los vascos esta
cuestión es más llamativa. Siguen alabando a Sabino Arana, dogmático, xenófobo
y racista donde los hubiera.
Pues bien, esta gente se atreve a
reprendernos y a darnos lecciones.
Jana ya vio el siguiente árbol.
Miro hacia atrás y el hombre no estaba depositando la basura. Me fijo y al
hombro lleva una bolsa. Está buscando algo entre los cubos de basura. Detengo a
Jana. Sigue un buen rato. Se siente observado ya que levanta la cabeza y mira
en nuestra dirección. Proseguimos. La perra no deja de olfatear.
Los nacionalistas siempre han
aprovechado las etapas de crisis, económica o social, para volverse más activos
y exigentes. Siempre ha sido así. Las fases de bonanza no son propicias para
ganar adeptos y lo saben. No hay nada como las situaciones de zozobra para
erigirse en salvadores y cargar con todos los males al estado centralista y
opresor. Ellos son así.
En esos momentos, en momentos
como estos, los ciudadanos nos queremos agarrar a algo, aunque sea a un clavo
ardiendo. Ahora hay quien ya se está
quemando.
Nos paramos. Pasa por debajo de
una farola y lo veo. Es joven, no va mal vestido. Mira a la acera de enfrente y
ve varios cubos más. Cruza. Se acerca a ellos y empieza a revisarlos. Es
sábado. Él podría estar divirtiéndose o en su casa, pero no, está rebuscando
entre la mierda que los demás tiramos.
Mientras, otros siguen pensando
que son maltratados y que necesitan ser independientes ya que son muy
desgraciados entre nosotros. No tienen bastante, nunca tienen bastante.
Jana y yo nos volvemos para casa.
Ya no me apetecía seguir pensando en esto. Casi me parecía una tontería. Él
siguió a lo suyo y le quedaban muchos cubos por andar.
¿Qué narices nos ha pasado?
Disfruten de la vida…y pensemos
que igual el otro tiene razón.
Nacionalismo, crisis y pobreza por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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