Comentario para Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (04/12/2012)
Hoy quiero hacerles una
confidencia: soy un ingenuo. Hace tiempo que me lo vengo diciendo y en estos
últimos días lo he confirmado, y no crean, casi me siento aliviado.
Con motivo del trigésimo
aniversario de la llegada al poder de los socialistas hice un pequeño repaso a
lo que vivimos en estos años, no con nostalgia si no con espíritu crítico y
hubo claros y sombras, como en todo.
Cuando llegó la
Transición los que estábamos empezando a entender algo de la vida nos contagiamos del
espíritu democrático y nos creímos, al igual que el resto de los españoles, que
la Democracia solo nos podía traer cosas buenas y que además implicaba para
quienes se dedicaban a la cosa pública un compromiso ideológico, y hasta ético, con los ciudadanos.
Transcurridos 37 años sigo
pensando lo mismo. ¿Se van dando cuenta? ¿ven como soy un ingenuo?
Volviendo a las elecciones
generales de 1982 podemos ver que en aquella ocasión votamos el 80 por ciento
de los electores. Creíamos que era algo más que un deber. Entendíamos que era
un compromiso y una apuesta por nosotros como sociedad. Habíamos dejado atrás
un golpe de Estado, el 23 F ,
y los sables aún resonaban. Queríamos cambiar y lo demostramos en las urnas
yendo a votar.
Hoy, con un 60 por ciento de
participación, todos nuestros representantes se dan por satisfechos. ¡Qué
tristeza y que ingenuo soy! Sigo creyendo que la participación electoral es
importante.
La entrada en la Unión Europea,
el 1 de enero de 1986, supuso la apertura de España al mundo. El apoyo y las ayudas
recibidas fueron cruciales para el desarrollo de nuestro país. En algunas
ocasiones lo que parecía una luna de miel permanente se enturbió, pero nos
creímos que eran simples disputas de enamorados. Ya, ya. Ahí tenemos a Merkel y
compañía y con ellos el aumento de los euroescépticos, incluso los nostálgicos
de la peseta. ¡Quién nos lo iba a decir!
A lo largo de este tiempo hemos
visto como nos íbamos acercando, un poco, a la sociedad del bienestar que
disfrutaban muchos de nuestros vecinos del resto de Europa. Llegué a pensar que
aunque no los pillásemos nos acercaríamos
no solo en bienestar, sino también en desarrollo democrático.
Fíjense si soy ingenuo que sigo
pensando que además de necesario es posible.
Pero esto no es todo. En mi
credulidad e ingenuidad pensaba, y sigo pensando, que las promesas electorales
son un contrato entre las partes, es decir, entre los ciudadanos y los partidos
políticos. Creo que la Democracia es tan seria y necesaria que si unos
representantes políticos incumplen ese contrato están obligados a dimitir.
Esto mío ya no es de ingenuo, es
de iluso por no decir de tonto.
Lo de Zapatero fue incalificable,
lo de Rajoy, además de no tener nombre me mete miedo.
Dado la que nos está cayendo
llegué a pensar, ingenuo de mí, que el PP llevaría algún correctivo en las elecciones gallegas primero
y catalanas después. Ahí están los resultados. Vamos, que menudo ojo clínico
tengo yo.
Soy tan cándido que aún esperaba
que el Partido Popular no se tomase estas elecciones como un refrendo a sus
medidas económicas y que ya no recortaría más. Esto ya no es ingenuidad,
es…califíquenme como quieran.
Las últimas decisiones que han tomado vuelven a demostrar que la capacidad de mentir de Rajoy no tiene límite: no han subido las pensiones y han vuelto a meter mano en la caja de la Seguridad Social.
Las últimas decisiones que han tomado vuelven a demostrar que la capacidad de mentir de Rajoy no tiene límite: no han subido las pensiones y han vuelto a meter mano en la caja de la Seguridad Social.
Sin ningún atisbo de ingenuidad, les aseguro que creo en la Democracia y en la política como forma de
organización social. Y todo esto a pesar
de que hay recién llegados a un cargo que cuando les dicen: búscate un trabajo
y déjate de otras cosas, responde: es que mi pasión es la política. Aviados
vamos, otro profesional y ya sabemos lo que eso significa.
¡Ah! reitero que no tengo nostalgia de tiempos pasados, simplemente estos me parecen horribles y yo sí tengo que pedir perdón por haber dicho en muchas ocasiones que los tiempos que se avecinaban eran mejores. Ingenuo, qué equivocado estaba.
¡Ah! reitero que no tengo nostalgia de tiempos pasados, simplemente estos me parecen horribles y yo sí tengo que pedir perdón por haber dicho en muchas ocasiones que los tiempos que se avecinaban eran mejores. Ingenuo, qué equivocado estaba.
Disfruten de
la vida y recuerden, por favor, las monsergas de Gerardo Díaz Ferrán, expresidente
de la CEOE.
Soy un ingenuo por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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