Fotografía Europa Press
Cinco
caras que forman parte de la vida política reciente de España. Bueno, ella es
más “nueva”. Los otros cuatro – hombres - han cortado el bacalao desde 1982 - uno llegó un poco más tarde.
Dos de ellos fueron semidioses, hay quienes no les han bajado del pedestal. No
les niego su inicial capacidad de transformar este pobre, atrasado y nada
demócrata país. Luego vendrían otros tiempos y el ala más liberal campó a sus
anchas y estos se pasaron a ella.
Boyer,
Solchaga, Solbes, Salgado tienen en común su liberalismo económico. Todos ellos
acompañados de otros no menos liberales: Rubio, Rojo, Ordóñez. La política
económica española desde la Transición no ha cambiado de manos. La política
parece que tampoco.
Aquellos
años de mejora social y económica, y me refiero a tiempos anteriores al
pelotazo del ladrillo patrocinado por Aznar, nos ilusionaban. Nos creímos que estábamos acortando las distancias con
alemanes, franceses, ingleses… Todo se quedó reducido a un patético espejismo.
No solo no nos acercamos, sino que nos hemos alejado aún más.
La Europa que contribuía al desarrollo español se ha convertido en la gran
enemiga. El euro ha pasado de ilusionar a muchos a ser denostado por
demasiados.
Globalización,
crisis económica, paro, delincuencia, emigración ilegal se achacan a Europa.
Nadie se acuerda de que las políticas liberales de los últimos años, llevadas a cabo por los
neoconservadores – los conservadores de siempre – son las que generan las
desigualdades y convierten a los gobiernos en marionetas.
Y
de esas políticas y sus consecuencias están aflorando los populismos. La extrema derecha se mueve muy bien en este
lodazal.
Los
partidos de la derecha están encantados. Como siempre. Los socialdemócratas han
callado, consentido y muchos han probado las mieles del dinero.
Advenedizos
del tres al cuarto han ido ocupando espacio político dentro de los partidos socialistas
a la par que cargos públicos. Gentes sin ideología, sin escrúpulos, que no han
tenido pudor ni vergüenza han gobernado a base de encuestas y de pufos. Ahí
siguen. Haberlos haylos en todos los partidos, solo que en unos me duelen mucho
y en otros es lo de siempre.
Vuelvo
a la fotografía.
El
pasado no puede, ni debe, esconderse. Tampoco es para inmolarse. Pensar que
Susana Díaz, con el apoyo del pasado, creará ilusión para el presente y futuro
inmediato me parece un mal cálculo.
Las
deserciones en las filas socialdemócratas son considerables. El abandono de los
votantes y simpatizantes es notorio y se nota elección tras elección. Nada les
hace moverse. Ellos, los socialistas, siguen impertérritos.
Cambiaron
a Rubalcaba por el aún más liberal Sánchez. Una vez más se lanzaron en loas a
favor de su dirigente. Entraron, otra vez, en la espiral de aceptar lo que les
decían los de arriba. Hoy, muchos ya no se acuerdan de quién es ese Pedro
Sánchez reconvertido en izquierdista de pro.
Casi nadie se para a analizar los discursos. Los candidatos lo reducen todo a eslóganes
vacíos que son digeridos con fruición por una cohorte de acólitos.
El
PSOE lleva a la deriva mucho tiempo y desde diciembre de 2015 entraron en
barrena y ahí siguen.
Se
cargaron a las bravas, los barones, a Pedro Sánchez. Susana Díaz se convirtió
en la gran muñidora. Tras ella, quedó claro, Felipe González y los gerifaltes
de los 80.
El
espectáculo que ofrecieron fue terrible. Una enorme tristeza abatió a muchos
ciudadanos – no me libré de ella -. El tiempo ha pasado y nada ha mejorado.
Todo lo contrario.
Patxi
López, al fin, da el paso adelante. Quiere convertirse en el gran conciliador.
Susana Díaz lleva meses, con la colaboración de la gestora, urdiendo los
mimbres necesarios. En su lenguaje diría cosiendo el partido, aunque ¿cómo se
puede coser lo que se podó?
Han
contado los garbanzos y creen tener la mayoría: Susana Díaz dice que se presenta.
El
IFEMA de Madrid se llena de conversos. Allí están para arroparla Rubalcaba,
González, Zapatero y Guerra entre otros.
No
hay duda, el gran cambio se avecina. La ilusión volverá a recorrer España como
en 1982. Solo hay que mirar la fotografía. Su alegría inunda mi corazón, el de
todos.
Creo
que vuelven a equivocarse. Aún no han tocado fondo. No me alegro.
La gran esperanza socialista by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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