11 ago 2009

28 que son 27 pero que serán 28



Una tenue música te envuelve nada más entrar en el Workshop de Lucas Santiago. Él se encuentra de espalda a la entrada, afanado en su tarea creativa. Se respira paz y sosiego.
Al fondo, una puerta se abre a un patio interior, sobrio, minimalista, en el cual sobresalen erguidas unas viejas vigas. Verde, piedra y madera son el envoltorio de la primera exposición que este joyero diseñador tinetense realizada en su nuevo taller-laboratorio.

La muestra la ha titulado “28” y es a partir de aquí cuando adquiere vida y ya no depende del impulso creador de Lucas Santiago. La cosa tiene miga. Lucas Santiago nació un día 28. La casa que acoge su taller tiene el número 28 y todo estaba preparado para comprarla un día 28 de 2008. La exposición se inauguró el día 2 del mes 8. Cada una de las piezas expuestas cuesta 128 euros, pero si la persona que la compra le entrega una sortija de oro o plata, él les hace un descuento de 28 euros. Todavía hay más. Con esas joyas que le entreguen, Lucas realizará una sortija conmemorativa que completará las veintiocho que lleva el título. ¿Retorcido? Yo creo que original. Y no debo ser el único. Las piezas son bonitas y las tiene casi todas vendidas. Al personal le ha gustado la iniciativa.

Un momento, que todavía no se acaba aquí. Todo el proceso, tanto el creativo como su posterior andadura, lo va a plasmar en un pequeño libro que recogerá esta su primera experiencia en el Workshop de sus sueños. Un ciclo vital que podremos seguir desde su génesis hasta su madurez, que no muerte. Sus joyas seguirán vivas mientras alguien las ponga.

Lucas Santiago ha querido que fuesen sortijas, sus piezas preferidas, las que se dejen arropar por la piedra y la hiedra. No se ha hecho concesiones. Bueno, casi. Lo conceptual predomina sobre cualquier otro criterio y ese camino le estaba conduciendo a algo que tampoco deseaba: la imposibilidad de lucir sus joyas. No le quedó otro remedio que autolimitarse. Pensó en su hijo, Agustín, y de ahí surgió la pieza que rompe la exposición: “La semilla del Diablo”. No se asusten, Agustín es un buen chaval. De pronto uno se encuentra con un Bart Simpson (personaje preferido de Agustín) saliendo de una alcantarilla. Tal cual. Una sortija divertida a la par que provocadora y carente de sentido en el contexto en que se encuentra. Ya está explicado.

A partir de esta excrecencia la situación se reconduce nuevamente. Plata de ley oxidada, cuernos de vaca, de corzo, semillas, brezo o una simple piedra se transforman en algo hermoso en las manos de Lucas Santiago. Simplemente los materiales de su entorno adquieren la categoría de arte.

Caracol sin sombra, Tronco de fuego en cáliz dorado, Aprendiendo a volar, Apassionatta, Nueve rosas en el páramo. Cada uno de estos títulos, y así hasta 27, se asocian a una sortija, a una historia que su autor ha vivido y quiere transmitirnos.

Lucas se encuentra muy contento porque ha utilizado por primera vez tintes en hueso. El resultado parece que le abre nuevos caminos de expresión y a nosotros seguramente nos deparará nuevas sorpresas.

Que conste que tras charlar con él yo no le encontré nada supersticioso. El dos y el ocho, juntos o por separado, han pasado a formar parte de su trayectoria. De una anécdota, de una serie de coincidencias les ha extraído todo el jugo y lo ha puesto a disposición de un proceso creativo total.

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28 que son 27 pero que serán 28 by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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