12 nov 2017

Isaac Tamargo, el gen curioso

Publicado en La Nueva España el 11 de noviembre de 2017

“Las proteínas son más fáciles de entender que los humanos”. Pues no tengo argumentos, ni conocimientos, para afirmar o negar una opinión tan categórica. Aunque bien pensado las personas sí que somos difíciles de entender.

Me lo dice quien sabe mucho de proteínas, Isaac Tamargo Gómez (1994). Lo nacieron en Suiza, donde trabajaban sus padres, pero a los dos meses ya estaba en Tineo.


Hacía tiempo que no lo veía. Quedamos para tomar una cerveza y charlar. Tras los saludos vislumbro como es Isaac: “La curiosidad es una de las cualidades de las personas”. Toda una declaración de principios.

Isaac Tamargo realizó sus estudios en el colegio Verdeamor, el IES Concejo de Tineo y la Universidad de Oviedo.

Todavía no lo he dicho, es biólogo y ha realizado un máster de biomedicina y oncología molecular. En la actualidad está realizando su tesis doctoral y trabaja en los laboratorios de Carlos López Otín (Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo) y de Guillermo Mariño García, en el laboratorio de Autofagia y Metabolismo del FINBA (Fundación para la Investigación e Innovación Biosanitaria de Asturias). Es becario compartido por ambos investigadores y los dos dirigen su tesis que trata de los procesos de autofagia, cáncer y envejecimiento. Para la realización de la tesis recibió una beca de retención de talentos puesto que tiene uno de los mejores expedientes académicos de Asturias.

Todos conocemos a Carlos López Otín y sabemos que es uno de los investigadores más importantes  sobre el cáncer, no me resisto a preguntarle por él. “Me cambió la vida. Me dio clase en segundo y me puse las pilas. Es un científico reconocido a nivel mundial pero es humilde. Es muy cercano, ayuda a todo el mundo y se preocupa por los alumnos”.

Habla con respeto y admiración de Otín y de Guillermo Mariño.

Refiriéndose a los “Otines” (discípulos de López Otín), recalca que entre ellos no son competitivos, son un equipo en el que no todos van en la misma dirección pero se ayudan.

La conversación sigue por el camino de la investigación.

Su trabajo no está sujeto a horarios. “La investigación no dura ocho horas, siempre le das vueltas a las cosas”. En su caso llega al extremo de tener una libreta, negra por más señas, al lado de la cama ya que muchas noches la necesita para anotar lo que se le ocurre.

Esto sí que es llevarse el trabajo para casa.

“Me gustan los retos, no sólo como investigador sino también cómo persona”. Las convicciones están claras. Tan claro que investiga “para ayudar a la gente, no trabajo para hacerme rico”.

Las inversiones en investigación en la Universidad de Oviedo, en España, no son equiparables a otras universidades y países. “Trabajamos mucho y muy bien pero no podemos ser competitivos con otros laboratorios. Esas deficiencias, las económicas, las suplimos con esfuerzo”.

Está visto que la existencia de investigadores en España es fruto del esfuerzo individual y no de una planificación. ¡Seguimos infravalorando su importancia!

El tiempo pasa y la charla se alarga gratamente.

“Cada persona tiene que buscar su motivación, por eso unos llegan y otros no. Si te falta motivación al final no llegas”. ¿Y a ti dónde te gustaría llegar? No necesita pensarlo: “a cronificar el cáncer, hacer del cáncer una enfermedad común”. Así sea.

Abunda un poco más en la explicación: “Lo que me parece difícil de creer es que estemos vivos. Células que se mueren, genes que se transcriben… somos más complejos de lo que parecemos. Al vivir más años tenemos más tiempo para generar algún tipo de cáncer”.

Está visto que el tiempo mata.


Isaac Tamargo cree que las líneas de investigación sobre el cáncer tienen que ir hacia la búsqueda de tratamientos que sustituyan, por ejemplo, a la quimioterapia. Insiste en que no se trata de frenar el envejecimiento: “no queremos llegar a la inmortalidad, queremos que la población viva mejor”.

La investigación le apasiona, aunque también está cargada de frustraciones. Eso sí, se rehace rápidamente. No se permite el desánimo. “Cuando saco adelante una investigación la satisfacción es muy intensa”.

A lo largo de la conversación intenta explicarme varios conceptos de forma muy pedagógica. Le pido que lo deje, soy caso perdido. Lo que para él es sencillo resulta muy complejo para mí. Me pide mi libreta e intenta ser aún más esclarecedor para que entienda el ADN. Escribe con una letra pequeñita y apretada. ¿De tanto estudiar lo minúsculo – pero muy importante - le habrá encogido la letra?

De cara al futuro desea poder seguir estudiando con otras “mentes potentes” durante una temporada fuera de España y luego volver. Con el tiempo quiere dar clases y seguir investigando en su propio laboratorio con sus líneas de investigación.

Isaac demuestra gran sensibilidad y preocupación por los demás. Sus padres también están muy presentes. Agradece a su padre el haberle despertado su curiosidad por las cosas.

Y sí, tiene tiempo para el ocio. Sale con su novia y amigos, lee el periódico todos los días para estar informado y no perdona un periódico deportivo. Le gustan los cómics, los manga y Mortadelo y Filemón – aquí coincidimos-. Gustos variados.

Me recuerda que en la biblioteca de Tineo se fraguó parte de su expediente.

Hablamos de la enseñanza y se muestra defensor de la pública, que tan buenos resultados ha dado en su caso.

Pero esta aproximación a Isaac Tamargo estaría incompleta si no mencionase su gran afición: el futbolín. Cómo lo oyen. Es tal su pasión por el futbolín que se dedica a él profesionalmente. Y no lo debe hacer mal ni mucho menos. El año pasado quedó en cuarta posición en el campeonato de España. Ahí es nada.
Les confieso que cuando me lo dijo solté una enorme carcajada. Ni en un millón de años me lo podría figurar.

Fue un reencuentro muy grato. Me gustó escucharle con tanto convencimiento y pasión.

Al despedirnos me dijo: “Aunque nos separa la edad y seguramente muchas cosas hay algo que nos une: Mortadelo y Filemón”.

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