26 ago 2025

El hijo de un carpintero de hórreos que hoy es uno de los científicos más citados del mundo

 

Joaquín Ordieres Meré en la antigua Universidad Laboral de Gijón 

  Hace años, en el verano, a no ser noticias relevantes lo lúdico, e incluso lo intrascendente, tenía cabida en los medios y nos venía muy bien para desintoxicarnos de tanta información. ¡Qué tiempos aquellos! En la actualidad no hay tregua veraniega. Sin embargo, los medios de comunicación siguen dando cuenta de artistas, deportistas, gente de la cultura e incluso de advenedizos de cualquier cosa que han tenido su minuto de gloria y que vienen a Asturias a pasar unos días.
  Hay otras personas que regresan a su tierra, a Asturias, tras un año de trabajo lejos. La mayoría pasa desapercibida, y sin embargo…    
  Miren, quiero contarles algo de una de esas personas, Joaquín Ordieres Meré. Con toda razón se preguntarán quién es este hombre y el motivo por el cual tendríamos que saber de su existencia. Se lo explico. Joaquín Ordieres está incluido en el grupo del dos por ciento de investigadores de todo el mundo incluidos en el ranking de Stanford, también conocido como «Wold´s Top Scientists» o «Wolrd´s Top 2% Scientist List». Este ranking recoge, principalmente, el número de citas recibidas por los investigadores y así identificar a los científicos más influyentes en diversas áreas del conocimiento.
  Creo que esto es motivo suficiente para saber que un asturiano, nacido en Venta Las Ranas, Villaviciosa, en 1961, se merece algo más que un minuto en los medios de comunicación. Hay otra razón, Joaquín es fruto de eso que denominamos «ascensor social» y es un ejemplo de un modo de entender lo público y la sociedad que parece que está acabando.
  Les confieso que conozco a Joaquín desde nuestra etapa en el Instituto Jovellanos de Gijón. Allí comenzamos el BUP (Bachillerato Unificado Polivalente) al mismo tiempo y nos acercó, además, el jugar a voleibol a las órdenes de José Luis García, gran entrenador y mejor persona.
  Como se supone que en estas cosas hay que empezar hablando del «seno familiar» ya les digo que procede de una familia trabajadora. Su padre era carpintero y su madre ama de casa, a modo y manera de la mayoría de las mujeres en aquellos años. Fue a la escuela pública en Castiello de la Marina y en Villaviciosa, en las Escuelas Graduadas. El último año de EGB (Educación General Básica) en el San Eutiquio, en Gijón. De ahí pasó al Jovellanos, donde nos conocimos.
  Ya habrán imaginado que fue un magnífico estudiante, de esos de matrículas de honor, la mayoría, y sobresalientes.
  Reconoce Joaquín su escasas habilidades para los deportes, pues así y todo se apunta a voleibol.  La disciplina le acompaña ya desde joven. Esa actividad le sirvió de válvula de escape y para socializar. En algunos desplazamientos dormimos en la misma habitación y yo, pobre de mí, albergué la ilusión de que algo de sus capacidades intelectuales se me contagiase por ósmosis o por lo que fuera. Vana esperanza.
  Recuerda con una sonrisa que ya desde muy joven acompañaba a su padre en la construcción de hórreos. Todavía se siente capacitado para hacerlo. Estoy seguro. No duda en afirmar que hoy acusarían a su progenitor de explotación infantil, cosa totalmente alejada de la realidad. Eran otros tiempos.
  Las referencias a sus padres en este momento de la conversación son emotivas y llenas de orgullo por los esfuerzos que realizaron para que él pudiera estudiar. Su madre tuvo un papel relevante ya que cuando tuvo que desplazarse a Gijón fue  la que le acompañó. Su padre seguía en la carpintería.
  Al llegar el momento de elegir carrera opta por Física, que le gustaba mucho, pero había que ir a Santander y el dinero no sobraba en casa. Al final se decanta por Ingeniería Industrial que podía hacerlo en Gijón.
  Siempre esfuerzo, tesón y disciplina.
  En cuarto de carrera tuvo que elegir especialidad. En aquel momento le interesaba mucho lo relacionado con el incipiente mundo de la informática aplicada a la ingeniería, pues no, no eligió ese camino, se decantó por la mecánica, que no le gustaba tanto, pero consideraba que iba a ser importante en su carrera profesional.
  Lo dicho: esfuerzo, tesón, disciplina.
  No se arrepiente de la elección, todo lo contrario. Le gustó, tanto que fue número uno de su promoción, con premio extraordinario.
  Al finalizar los estudios, Celestino González Nicieza, lo fichó para dar clases de Construcción en la Escuela de Minera de Mieres de la Universidad de Oviedo. En 1986 obtuvo una plaza de matemática aplicada en la Universidad de Oviedo.  Mientras daba clases de dos materias tuvo tiempo para hacer la tesis, que recibió un sobresaliente cum laude.
  En esos años tuvo alguna mala experiencia dentro de la universidad, sobre la cual pasa de largo. Con posterioridad logra la plaza en Proyectos de Ingeniería. Ahí tenía complicado mejorar ya que se trataba de un área de conocimiento pequeña. Habla con su compañera de vida, la mencionará muchas veces, y al salir una plaza que le interesaba en la Universidad de la Rioja se presenta y la gana. Era 1997 y se convierte en catedrático de Proyectos. En la Rioja estuvieron once años.
  Vuelvo a su compañera, María Dolores. Habla de ella no solo con amor, si no con agradecimiento infinito por los esfuerzos que realizó para que él pudiera seguir adelante con su carrera. No dudó en marcharse de Asturias y apoyarle incondicionalmente. Reconoce que es ella quien le pone ante la realidad de la vida y le recuerda que no todo es trabajo. Las mujeres han tenido, y tienen, una enorme importancia en su vida.
  La pareja tiene dos hijas, Lucía, la mayor, es médica y Olaya es periodista y tiene un máster en Motion Design en el RIT (Instituto de Tecnología de Rochester, en USA). Le pregunto si son buenas estudiantes y, sin dudarlo, dice que mucho mejor que él.
  No deja de especializarse y así es Consultor de gestión de residuos, con contratos desde la universidad para realizar trabajos en empresas privadas.
  Con el paso del tiempo es consciente de que es necesaria la combinación de técnicas analíticas con la informática. Ya está en el terreno que quería. La informática había avanzado y le resulta imprescindible para desarrollar su trabajo con más eficacia y le proporciona un valor añadido. Cuando tuvieron que proyectar grandes estructuras para generación de energía en Chile, allá por 1993, que además tenían que soportar terremotos, la informática supuso una gran ayuda y desde ese momento forma parte de su trabajo profesional.
  En 2008 obtiene la plaza de Catedrático de Proyectos e Ingeniería en la Universidad Politécnica de Madrid. Como pueden ver su carrera ha sido siempre ascendente.
  Sigue trabajando, siempre desde la universidad, en proyectos internacionales. Esto necesita una aclaración. Nunca cobra, personalmente, por esos trabajos. El presupuesto va destinado a las compras de materiales necesarios para la universidad. Lo razona: «¿para qué quiero más dinero ahora? Llegará un momento en que no lo gane y tendré que adaptarme a mí salario. Estoy satisfecho con lo que tengo».
  Ya lo ven, ¿cuántos lo harían? Estoy seguro que pocos. Su sentido de servicio público es absoluto.
  Su capacidad de trabajo es inmensa. No, no exagero. Tiene dedicación exclusiva. Siete u ocho horas semanales de asignación docente que él reúne en un semestre con el fin de poder dedicar el resto del año a la investigación. Treinta libros publicados. Ha dirigido unas treinta tesis, no lo recuerda muy bien. Su nombre, en colaboración, es responsable de unas quince patentes. Tampoco está seguro. Los artículos publicados superan los doscientos.
  Este año ya ha estado trabajando en Portugal e Inglaterra y sabe que el año que viene estará en París. Estuvo como profesor visitante en el INRIA (Institut National de Recherche en Informatique et en Automatique) en Francia; en ESTI (École supérieure des technologies de l´information en Francia); en la University of Iowa (USA); en Beijing Institute of Technology (China) y en la Ecole Polytechnique de Francia.
  Lo suyo es optimizar los recursos existentes en una empresa y mejorarlos haciéndolas más operativas, para lograr ese fin utiliza como herramienta la informática. Esto, dicho de forma básica y comprensible para todos, es el mundo en el que se desenvuelve con reconocidos méritos. Son muchas las empresas para las que ha realizado trabajos, como Thyssenkrupp, por citar un solo ejemplo.
  Como comprenderán habla inglés y francés.
  Le pregunto por la situación de las universidades públicas en Madrid. Deja claro que no le gusta, pero reconoce que esa es la política que está llevando la presidenta madrileña. Tiene un modelo de lo público que fue apoyado por la mayoría de los ciudadanos y la está llevando a la práctica. En el caso de las universidades eso significa que la financiación autonómica está por debajo del umbral de gastos. Una mala señal. No tengo dudas de que eso supondrá el encarecimiento de las matrículas, él tampoco las tiene.
  El sábado estuvimos comiendo con amigos del equipo de voleibol y otros de esa época, el lunes le mandé un mensaje para una aclaración, estaba en Sarajevo trabajando.
  Joaquín Ordieres Meré es «hijo» de un sistema educativo y un momento en el que se estaba dando relevancia a los servicios públicos que permitieran a cualquier alumno, independientemente de su estatus social y económico, acceder al máximo nivel educativo. Joaquín lo logró al igual que otros muchos hijos de trabajadores que pudimos coger ese «ascensor».
  Todavía tiene unos años por delante como profesor y los piensa aprovechar. Desarrollan su vida en Madrid y Asturias es el lugar al que regresan y quieren.
  Hay más asturianos que realizan un trabajo excelente allende el Pajares y creo que también es importante conocerlos. Joaquín Ordieres Meré es uno de ellos y tengo el placer de conocerlo.


 

                                                                                 

 

 

 

                                                           

 

 

 

 

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